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Tendencia al calentamiento global contribuye al aumento de malaria

20/03/2006

ANN ARBOR, Michigan—¿Contribuye el calentamiento global al resurgimiento de la malaria en las zonas montañosas del Este de áfrica?

Un estudio ampliamente citado hace unos años atrás y publicado en la revista Nature aseguró que no, pero una nueva investigación realizada por un equipo internacional que incluye a la medioambientalista teórica Mercedes Pascual, de la Universidad de Michigan, reveló que junto a otros factores, como la resistencia a pesticidas y medicamentos, cambios en el uso de la tierra y migraciones humanas, no puede descartarse la influencia del cambio climático.

“Nuestros resultados no significan que la temperatura sea el único o el principal factor que influye en el aumento de malaria, pero es uno de los factores importantes que debe ser considerado”, dice Pascual. El nuevo estudio, será publicado esta semana en la edición por línea [MARZO 20—25] del Proceedings of the National Academy of Sciences.

Tras ser erradicada en muchas partes del mundo, la malaria sigue causando la enfermedad de 300—500 millones de personas, y hasta tres millones de muertos por año, aumentado considerablemente en las últimas décadas en numerosas zonas de transición, en mesetas y montañas y bordes de desierto y es una de las principales causas de mortalidad infantil en los países pobres.

Debido a que el ciclo de vida del mosquito que trasmite la malaria y el microorganismo que causa la enfermedad son extremadamente sensitivos a cambios de temperatura, algunos científicos han especulado que el aumento de las temperaturas promedio pueden estar creando condiciones más favorables para los mosquitos y el desarrollo del patógeno, lo que haría aumentar el número de casos de malaria. Sin embargo, un estudio del año 2002 no encontró cambios significativos en la temperatura promedio en las zonas altas de áfrica del Este, donde la malaria se ha convertido en un serio problema de salud pública, lo que llevó a los autores del estudio a descartar la relación entre malaria y cambio climático.

No todos los científicos estaban convencidos, y el tema ha sido debatido agitadamente durante los últimos cuatro años. Pascual volvió a investigar el tema utilizando informes actualizados sobre la temperatura y técnicas de análisis mejorados. ¿El resultado? “Encontré evidencia de un aumento en la temperatura, que los autores en el estudio anterior habían asegurado no existía”, dijo Pascual.

El aumento fue pequeño— medio grado en el periodo de 1950 al 2002—, pero utilizando un modelo matemático, Pascual y sus colegas demostraron que incluso el calentamiento más leve puede tener consecuencias biológicas. “Demostramos que un pequeño aumento en la temperatura puede llevar a un aumento mucho mayor en la abundancia de mosquitos”, dijo “y porque la abundancia de mosquitos es generalmente baja en las regiones altas, cualquier aumento en su abundancia puede ser un factor de riesgo importante en la transmisión de la enfermedad”.

En el estudio actual, los científicos investigaron la relación entre temperatura y la abundancia de mosquitos, no las estadísticas sobre casos de malaria. En los próximos trabajos, Pascual planea incorporar información sobre malaria e investigar la interacción de varios factores que afectan la propagación de malaria”. “Es razonable asumir que estos factores no son independientes”, advierte Pascual. “Es importante entender como interactúan y también ver si podemos determinar su importancia relativa. Este es un campo muy polarizado, en términos de apoyar o no apoyar el argumento del papel del clima versus otros factores. No queremos contribuir a la polarización, que creemos no es productiva en términos de ciencia. Espero que podamos movernos de este tipo de debate a uno más constructivo sobre interacciones y papeles relativos de los factores múltiples que pueden estar contribuyendo al resurgimiento de malaria” .

Pascual colaboró en la investigación con Jorge Ahumada de la Universidad de Hawai, Luis Fernando Chaves, un estudiante de posgrado de la Universidad de Michigan, Xavier Rodo de la Universidad de Barcelona, y Menno Bouma del Instituto de Londres para Medicina Tropical e Higiene (London School of Hygiene and Tropical Medicine).

La investigación se originó en un grupo de trabajo sobre Cambios Globales y Enfermedades Infecciosas en el Centro Nacional para Análisis del Medio Ambiente y Síntesis (National Center for Ecological Analysis and Synthesis,Santa Barbara, Calif.), un centro que recibe el apoyo de la Fundación Nacional de Ciencias y la Universidad de Santa Barbara, apoyo adicional fue entregado por los Institutos Nacionales de la Salud, la Administración nacional Oceánica y Atmosférica y una beca de la Fundación James S. McDonnell para el estudio de Sistemas Globales y Complejos.

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