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El sentido del ridículo en la adolescencia condiciona comportamiento y conciencia de marcas en consumidores

28/09/2006

Nota del Editor: Investigación que apoya una directiva de uniformes obligatorios en escuelas, como una forma de reducir presiones psicológicas y sociales en adolescentes a vestirse con marcas de precios inalcanzables para ellos y sus familias.

ANN ARBOR, Michigan—Los estudiantes aprenden no solo a leer a escribir y aritmética en la escuela, pero también el sentido del ridículo, según un profesor de la Escuela de Negocios Ross de la Universidad de Michigan.

En un Nuevo estudio que se publica en la edición se septiembre de la revista Journal of Consumer Research, David Wooten, profesor asistente de Mercadotecnia, investiga el impacto del ridículo en el comportamiento y la conciencia de marcas en los consumidores en la adolescencia.

El ridículo, asegura el investigador, ayuda a enseñar a los adolescentes cuales marcas y estilos de vestimentas y calzados usar y cuales evitar, si quieren ser aprobados por su grupo. Estas presiones también juegan un importante papel en robos y violencia por adolescentes que codician los símbolos de pertenencia caros, que no pueden darse el lujo de permitírselos.

“Aunque el educar, es rara vez una motivación para el que se burla, el aprendizaje es muy a menudo un subproducto de la burla”, dice Wooten. “La práctica del ridículo refleja y afecta las percepciones de pertenencia de los adolescentes, el contenido del ridículo transmite información sobre las normas de consumo y los valores de grupos de iguales, y la experiencia del ridículo influye en las adquisiciones, usos y arreglos de las pertenencias”.

El estudio de Wooten incluyó entrevistas con 43 adolescentes mayores y jóvenes adultos (18—23 años), que hablaron sobre sus experiencias de burlas cuando eran adolescentes. Los adolescentes más jóvenes no fueron incluidos porque posiblemente las experiencias de burla fueron dolorosas, explica el investigador. La mayoría de los participantes eran afro americanos.

El ridículo, en general, arrojó tres categorías: Ostracismo. El que se burla flexiona músculos individuales y del grupo a costa del resto con estatus más bajo (matón contra víctima); Novatada. El que se burla asuma el papel de liderazgo y enseña como ganar la admisión al grupo (tutor contra discípulo); Amonestador. El que se burla patrulla a los miembros del grupo y detiene, avergüenza a los que violan las normas (policía contra delincuente).

Según Wooten, los estudiantes que son víctimas de burlas y los que las observan aprenden los estereotipos sobre grupos a eludir, normas de consumo de los grupos vigentes, el uso de objetos para comunicar los enlaces sociales y lograr las metas de aprobación y las consecuencias sociales del inconformismo.

“Como resultado, muchas observadores del ridículo cambian sus percepciones, adquisiciones, uso y arreglo de objetos para evitar atención indeseada”, dice.

Los descubrimientos de Wooten apoyan una directiva para uniformes obligatorios en las escuelas, que podrían reducir las presiones psicológicas y sociales para adolescentes para vestirse con marcas caras y la carga financiera para los padres, que deben comprarlas. Por otra parte, si los uniformes son solamente opcionales, pueden eventualmente convertirse en símbolos de estigma, especialmente si la opción de comprarlos es practicada solamente por padres y familias de bajos ingresos, dice.

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