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¿Calmar el corazón para detener un infarto cerebral?

06/05/2008

ANN ARBOR, Michigan—Una tormenta eléctrica se cierne en los corazones de más de 2,2 millones de personas en Estados Unidos. Y tal como los rayos esta tempestad puede tener consecuencias devastadoras.

La tormenta, en este caso, es una condición denominada fibrilación auricular y es la forma más común de latido irregular del corazón en Estados Unidos.

Los rayos que puede producir son pequeños coágulos de sangre que se forman cuando la sangre se estanca en un corazón que no palpita regularmente. Cuando estos coágulos escapan del corazón pueden trasladarse al cerebro. Y luego, con la rapidez del rayo, los coágulos pueden causar un infarto o un infarto cerebral capaz de matar o dejar incapacitada a una persona en pocos minutos.

De hecho al menos uno de cada cinco infartos en Estados Unidos está relacionado con una fibrilación auricular, llamada también AF por su sigla en inglés. Cada año ocurren en el país más de 150.000 infartos cerebrales. Las personas con AF tienen un riesgo seis veces mayor de infarto que las otras personas de su misma edad, y si tienen otras condiciones de salud como diabetes o enfermedad cardiaca, el riesgo de infarto es aún mayor.

Afortunadamente los médicos tienen una amplia gama de medios novedosos y ya probados y verificados para el tratamiento de la AF y para impedir que la sangre se acumule en el corazón.
Aparte de los medicamentos que pueden prevenir los coágulos y que calman un corazón acelerado estas opciones incluyen algunos tratamientos experimentales novedosos que se prueban en un pequeño número de hospitales, incluido el Centro Cardiovascular de la Universidad de Michigan.

Estas opciones incluyen un tratamiento con ondas radiales llamado ablación que “fustigan” áreas pequeñas del músculo cardiaco para restablecer el ritmo normal; un aparato implantado que clausura un “callejón sin salida” en la cámara superior izquierda, o aurícula, del corazón para impedir que la sangre se acumule, y un aparato que usa una cámara de balón especial y un láser preciso para el tratamiento de la fibrilación auricular.

La UM está considerada como uno de los centros más importantes del país en el tratamiento de la AF y otros problemas de ritmo cardiaco en adultos y niños.
Cualquiera sea la opción de tratamiento que elija el paciente las metas principales son calmar el latido cardiaco acelerado de la AF y la prevención de los infartos, dice Eric Good, médico de la UM que se especializa en el tratamiento de la fibrilación auricular y otros problemas con el ritmo cardiaco.

“La fibrilación auricular es un pálpito caótico, eléctrico, que comienza en la cámara superior del corazón llamada atrio”, explica Good, profesor asistente de medicina cardiovascular en la Escuela de Medicina de la UM. “Incluye impulsos que circulan en la cámara superior a velocidades de 400 a 600 impulsos por minuto en una especie de tormenta eléctrica que bombardea las cámaras inferiores, o ventrículos, con señales rápidas y resulta en un latido irregular y muy rápido del corazón”. Un ritmo cardiaco normal, en descanso, para un adulto es de 50 a 100 pulsaciones por minuto.

La mayoría de los tratamientos de la AF apuntan a calmar los síntomas que puede causar la condición, incluida la sensación de que el corazón “está desbocado”, la respiración agitada, el dolor en el pecho, y los mareos. A menudo estos síntomas pueden interferir con la vida cotidiana de mucha gente que padece la fibrilación auricular.
Pero aún las personas que no experimentan síntomas de su AF corren un riesgo mayor de infarto, especialmente si tienen otros problemas de salud, dijo Good.

Por eso es que las normas nacionales recomiendan a muchas personas con AF que tomen medicamentos que diluyen la sangre y medicamentos que controlen su ritmo cardiaco. Está demostrado que tales medicamentos reducen significativamente el riesgo de infarto en muchos, aunque no en todos los pacientes.

El medicamento Warfarin, también llamado Coumadin, es el diluyente sanguíneo más común y previene los coágulos de manera muy eficaz. Pero su uso incluye el riesgo de hemorragias descontroladas y a los pacientes hay que examinarlos regularmente para asegurar que su dosis se a la correcta. Para los pacientes más jóvenes puede que baste con que tomen aspirina para evitar los coágulos.

Mientras tanto los medicamentos que controlan el ritmo cardiaco a menudo funcionan bien, pero no para todas las personas y su eficacia puede disminuir después de un tiempo. Aún así para muchas personas con AF, esos medicamentos a menudo son suficientes para mantener por un tiempo el ritmo regular de palpitación del corazón.

Cuando la medicina no es suficiente

Pero ¿qué hacer cuando los medicamentos no son suficientes y no controlan la coagulación y el ritmo? ¿Y qué acerca de los pacientes con AF que tienen otros problemas que les impiden que tomen ciertos medicamentos? Ahí es cuando los procedimientos ofrecidos por unos pocos centros especializados, incluida la UM, pueden ser una opción.

La mayoría de estos procedimientos es tan novedosa que no existen buenas pruebas de largo plazo aún acerca de si previenen los infartos y cuán buenos son para hacerlo. En su mayoría parecen ser procedimientos sensatos pero no se ha probado con seguridad que lo sean y por eso es que los investigadores de la UM y otros siguen estudiando el asunto. De todos modos tales tratamientos, que a menudo son mínimamente invasivos, ofrecen alivio y la posibilidad de que regularicen el latido del corazón.

El procedimiento con el historial más largo es la ablación por radiofrecuencia de la aurícula izquierda.

“En este procedimiento se insertan catéteres por las venas de la ingle y se los lleva hasta el corazón y adentro de la aurícula izquierda”, explica Good. “Una vez que la sonda está allí, podemos liquidar los ritmos eléctricos que causan la AF y así se restablece un ritmo cardiaco normal y regular”.

El procedimiento descarga una gran cantidad de energía en un área del músculo cardiaco de unos pocos milímetros de ancho lo cual hace que se forme tejido de cicatriz en esa pequeña área. Eso impide que las señales eléctricas anormales pasen a través.

Otra opción, todavía sujeta a investigación en unos pocos hospitales del país incluido el de la UM, es un aparato llamado Watchman. Está diseñado para impedir que se formen coágulos en una pequeña área del corazón denominada apéndice auricular, una especie de “bolsita” que pende en un lado de la aurícula. El apéndice al parecer tiene muy pocos propósitos y sin embargo es donde nace más del 90 por ciento de los coágulos que se forman en el corazón.

Al igual que con la ablación por radiofrecuencia el aparato Watchman se lleva hasta el corazón por medio de un catéter de modo que solo se necesita el pinchazo de una aguja pequeña en el cuerpo. Una vez que se coloca en el sitio correcto, se desdobla y pequeñísimos ganchillos en su extremo se agarran en las paredes del apéndice auricular izquierdo.

“Eventualmente, el cuerpo sana sobre el Watchman e impide que entren coágulos en esa área”, explica Good. “Ésta es una nueva tecnología excitante porque permite que los pacientes que, de otra manera, requerirían diluyentes de la sangre por el resto de su vida se liberen de los medicamentos y aún así tengan, esperamos, un menor riesgo de infarto”.

Otra tecnología que se prueba ahora en pacientes de la UM es un tratamiento experimental que usa una cámara balón especial para ver adentro del corazón, y un pequeño rayo láser que “quema” el tejido del músculo cardiaco con la misma meta que la técnica de ablación por radiofrecuencia: la creación de pequeñas cicatrices que impidan el paso de los impulsos eléctricos irregulares.

Además de todo esto, muchos pacientes que padecen AF también consideran el marcapasos o un cardiovertor desfibrilador implantado (ICD por su sigla en inglés). Estos aparatos pueden directamente, o en combinación con un medicamento, regular su corazón y forzarlo a que vuelva al ritmo si empieza en una pauta de latidos peligrosamente irregular.
En definitiva, dice Good, “lo básico para los pacientes que tienen fibrilación auricular y que pueden estar en peligro de un infarto, es que un profesional del cuidado de la salud los evalúe. De esa manera puede evaluarse el riesgo individual, y puede ofrecerse una variedad completa de opciones de tratamiento que reduzcan el riesgo de sufrir un infarto”.

Lewis Morgenstern, director del Programa de Infarto en la UM, está de acuerdo: “El eslabón entre la fibrilación auricular y el infarto es tan firme que es crucial que los pacientes y los médicos colaboren en la consideración de las opciones de tratamiento”, dijo. “Hay mucho que hacer, particularmente en centros como el nuestro donde tenemos especialistas en infarto especialmente capacitados de los campos de la neurología, la cardiología y otros muchos”.

¿Qué hacer si ocurre un infarto?

Todas las personas con fibrilación auricular, y sus seres queridos, deben estar muy atentos y conocer las señales y los síntomas de un infarto cerebral o un mini infarto. Aún con el mejor tratamiento para la AF puede ocurrir un infarto.

Las señales de un infarto incluyen cualquier cambio repentino en la capacidad para mover los brazos o las piernas, cambios repentinos en la visión, y cambios repentinos en la capacidad para hablar o para entender a otra persona. Si estos síntomas ocurren y desparecen de inmediato, puede tratarse de un mini infarto, lo cual es señal de que en cualquier momento podría ocurrir un infarto mayor.

Si estos síntomas aparecen y no se van en unos pocos minutos, entonces se trata de un infarto mayor que puede matar o incapacitar a una persona en cuestión de minutos u horas.

En cualquier caso lo mayor es llamar de inmediato al 911. No espere a que los síntomas desaparezcan por sí mismos, no conduzca su propio automóvil ni le pida a otra persona que le lleve. Y si puede, dígale al personal de la ambulancia y de la sala de emergencia que experimenta una fibrilación auricular, e infórmeles de cualquier medicamento que esté tomando.

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