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La Iglesia Católica en Cuba: Una relación conflictiva

Silvia Pedraza, profesora de cultura americana en Universidad de Michigan, nos cuenta de la cambiante relación de la Iglesia Católica en Cuba.

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ANN ARBOR– Imagínese vivir en una sociedad donde asistir a la iglesia pudiera costarle la beca de su hijo para asistir a la universidad, el nuevo refrigerador que necesita desesperadamente, un buen trabajo.

La historia Silvia Pedraza, originaria de Cuba, discute la visita del Papa Francisco a Cuba este fin de semana.

Así era vivir en Cuba durante el apogeo de la era comunista, cuando el país se consideraba ateo y aquellos que querían ser miembros del Partido Comunista pagaban un precio alto si eran vistos en una iglesia.

“Participar en la iglesia tenido costos sociales muy graves para las personas”, recuerda Silvia Pedraza, una historiadora de origen cubano cuyos padres huyeron de la isla en los años 60 cuando tenía 12. Pedraza enseña cultura americana y sociología en Universidad de Michigan.

Añade que esta relación antagonista no siempre fue así.

“Al principio, la iglesia estaba en gran medida del lado de la revolución”, dijo, ya que incluso la Iglesia Católica veía la dificultad de los más pobres ante el gobierno de Fulgencio Baptista, quién había ganado su poder gracias a un golpe militar y se negaba a celebrar elecciones.

“Ellos pensaban que no había opción para la gente más que irse a las montañas y convertirse en rebeldes.”

De hecho, afirma Pedraza, fue el Arzobispo de Santiago de Cuba Arzobishop Enrique Pérez Serrantes, quién salvó al joven Fidel Castro, entonces de 26 años, de la ejecución por el gobierno Baptista.

Pérez Serrantes estaba allí para celebrar el ascenso de Castro al poder el 01 de enero 1959 y poco después de la victoria de la revolución, Castro diría: “Los católicos cubanos han prestaba su colaboración más decidida a la causa la libertad.”

Años oscuros

Pero a medida que la revolución triunfó y aquellos en el poder comenzaron a hacer reformas, la relación entre la iglesia y Castro se dificultó. Propiedades eran incautadas, los canales de comunicación controlados, y la represión de miembros de la oposición no tardaría en seguir.

Incapaz de expresar su descontento a través de otros medios, líderes de la iglesia comenzaron a usar cartas pastorales para expresar su frustración. La iglesia, dijeron, es compatible con ayudar a las personas pobres de Cuba y el fin de la discriminación, pero no le gusta cómo la revolución está llevando a cabo estos objetivos.

“Estaban de acuerdo con los fines pero no a través de tomar la propiedad privada de las personas, no tomando sobre las instituciones que pertenecían a la iglesia, como los hospitales, las escuelas,” dijo Pedraza.

En 1961, unos 300 sacerdotes y monjas serían expulsados de Cuba en la Covandonga, con rumbo a España, acusados de lo que Castro consideró “actividades antirrevolucionarias.”

Un año después, Cuba fue declarado como un país ateo y los cubanos no podían pertenecer al Partido Comunista y ser un miembro de una iglesia.

“La gente estaba bastante asustados de ser vistos al interior de una iglesia.  Básicamente, las únicas personas que siguieron yendo eran la gente de la generación de mi abuela, que llevaba una mantilla con un rosario en sus manos, una vela en sus manos, pero nadie más estaba allí.”

Entonces, en los años 80, un teólogo jesuita, Frei Betto, entrevistó a Fidel Castro y publicó un libro discutiendo influencias católicas de Castro, ya que había sido educado en escuelas jesuitas en Oriente y  La Habana.

“Los cubanos comenzaron a reflexionar sobre su pasado religioso. Esa fue una apertura en lo que había sido una puerta muy cerrada” respecto a religiosidad en Cuba, dijo Pedraza.

La luz al final del túnel

Cuando el Muro de Berlín cayó en 1989, sacudió las creencias y la comprensión del mundo de las generaciones que han crecido bajo el régimen comunista, dijo Pedraza.

“El ser humano tiene la necesidad de creer en algo más grande que ellos mismos. Una vez que haya extraído el comunismo, la gente se preguntaba ¿En qué es en lo que creemos? ¿Para qué trabajamos?”, dijo Pedraza.

Tal vez eso estuvo detrás de un cambio de actitud del gobierno que le llevó, en 1992, a cambiar la Constitución, haciendo posible que un miembro del Partido Comunista de participar activamente en la iglesia.

Después de 30 años de ser una nación atea, Cuba se convertía en una sociedad secular.

“Las iglesias que antes estaban vacías comenzaron a llenarse poco a poco. Los jóvenes se reunían con una guitarra y cantaban canciones religiosas. Cada vez más, había un espacio en la sociedad que pertenecía a la iglesia.”

La primera visita del Papa que cambió Cuba

Fue en este ambiente de reencuentro con su espiritualidad que en enero del 1998, Juan Pablo II visitó Cuba, la primera vez que un Papa visitó la isla.

El papa que era muy consciente de lo que significa vivir en un país comunista podría significar para la gente.

Durante esta visita, Juan Pablo II sentaría las bases de una nueva era en Cuba, que eventualmente llevaría al restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

Continúe leyendo la visita papal que cambió a Cuba.

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