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ANN ARBOR, Michigan.— El proceso judicial de los empleados de cuatro grupos estadounidenses que promueven la democracia en Egipto quedó abruptamente postergado esta semana. Pero la crisis en las relaciones entre Estados Unidos y Egipto continúa por razones que, según un investigador de la Universidad de Michigan, tienen mucho que ver con la política interna egipcia y con la política estadounidense en el Oriente Medio.
“Muchos estadounidenses creían que los egipcios darían la bienvenida a los esfuerzos norteamericanos de promoción de la democracia dado que ha habido en Egipto un amplio apoyo público para la democracia en general, y para el derrocamiento del régimen antidemocrático de Hosni Mubarak en particular”, dijo el cientista político de la UM Mark Tessler, codirector del Estudio de Barómetro Árabe que observa las actitudes públicas en once países árabes. “Pero, de hecho, la encuesta que realizamos este verano en Egipto mostró que una mayoría sólida de la opinión pública egipcia desconfía de la política exterior estadounidense y esto incluye a las actividades estadounidenses de promoción de la democracia en su país”.
Vivianne Schnitzer
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El Estudio de Barómetro Árabe lo coordina un equipo internacional compuesto, principalmente, por académicos árabes, e involucra entrevistas cara a cara con muestras representativas nacionales, sobre la base de probabilidades. En la encuesta egipcia más reciente los investigadores entrevistaron a 1.220 hombres y mujeres.
Entre las preguntas:
¿Piensa usted que “la influencia de Estados Unidos en el desarrollo de la democracia en su país” fue positiva o negativa?
El 27 por ciento de los participantes dijo que creía que esa influencia fue muy negativa en tanto solo el 8 por ciento la consideró muy positiva. Además, el 25 por ciento opinó que la influencia de Estados Unidos en el desarrollo de la democracia ha sido un tanto negativa, y el 28 por ciento dijo que ha sido un tanto positiva, mientras que el resto opinó que esa influencia no ha sido positiva ni negativa.
“Si bien la distribución general de juicios acerca de la promoción estadounidense de la democracia es un tanto ambigua, se inclina claramente hacia la dirección negativa”, dijo Tessler, profesor colegiado Samuel J. Eldersveld de Ciencia Política, y Vice Provost de la UM para Asuntos Internacionales.
La mayoría de los egipcios que respondieron a los cuestionarios apoyó el levantamiento popular que derrocó a Hosni Mubarak, pero esos hombres y mujeres no fueron en modo alguno más propensos a tener una opinión positiva del papel de EEUU en la promoción de la democracia.
Cuando se les preguntó si su posición durante las protestas de enero y febrero de 2011 era más próxima al régimen de Mubarak o a sus oponentes, el 14 por ciento indicó su inclinación por el régimen de Mubarak y el 79 por ciento a favor de los opositores. Otro siete por ciento indicó que estaba en punto medio.
Sorprendentemente, sin embargo, al menos para muchos estadounidenses, las personas que habían apoyado el levantamiento eran las mismas más propensas que los simpatizantes de Mubarak a pensar que la actividad estadounidense tuvo un impacto negativo en el desarrollo de la democracia. En tanto que el 28 por ciento de quienes apoyaban el levantamiento pensaban que la influencia estadounidense en el desarrollo ha sido muy negativa, solo el 22 por ciento de los simpatizantes de Mubarak pensaba lo mismo.
A los participantes egipcios en el estudio también se les preguntó acerca de sus opiniones sobre el tipo de sistema político que desearían ver en Egipto. Cuando se les dio la opción entre un “sistema civil” y un “sistema religioso”, el 73 por ciento eligió un sistema civil y el 27 por ciento eligió un sistema religioso. Según Tessler este dato es coherente con los resultados de otras encuestas de opinión, e indica que las victorias del partido islámico en las recientes elecciones egipcias no son tanto un aval de un programa islamista como un reflejo de la superior capacidad de movilización para la campaña de los partidos islámicos y el hecho de sus candidatos, probablemente, sean más conocidos localmente y se les tenga más confianza.
Hasta ahora en lo que se refiere a las opiniones sobre los esfuerzos estadounidenses de promoción de la democracia aún los egipcios tienen ideas diferentes acerca del tipo de sistema político que quisieran tener no discrepan en sus opiniones acerca de la influencia de EEUU en el desarrollo de la democracia en Egipto. Ambos segmentos son fuertemente parciales en sus juicios y casi en proporciones iguales, a favor de la opinión de que el impacto de las acciones estadounidenses es negativo, o muy negativo.
En enero el gobierno egipcio presentó cargos criminales contra empleados del Instituto Nacional Demócrata (NDI por su sigla en inglés), el Instituto Nacional Republicano (IRI), el grupo Freedom House y el Centro Internacional para Periodistas (ICJ), incluidos dieciséis ciudadanos estadounidenses. Entre los acusados se cuentan Sam Lahood, jefe de operaciones del IRI para Egipto e hijo del secretario de Transporte, Ray LaHood.
“Nada de esto significa que deba culparse al trabajo del NDI, el IRI y otros”, dijo Tessler, “o que estos grupos deban interrumpir sus esfuerzos de promoción de la democracia en sitios donde no está permitido hacerlo. Pero las conclusiones del Barómetro Árabe indican claramente que estos grupos y sus actividades a los ojos de muchos, y quizá de la mayoría, como tareas al servicio de los intereses de EEUU y no los intereses de Egipto. Por muy plausibles que sean sus objetivos, en Egipto al menos, y por muy coherentes que sean con las metas de la vasta mayoría de hombres y mujeres comunes, a esos grupos se les seguirá viendo de la misma manera que se ve la política exterior de EEUU, y en Egipto esa percepción no es favorable”.
Tessler está afiliado al Colegio de Literatura, Ciencia y Artes (LSA por su sigla en inglés) y con el Instituto de Investigación Social (ISR) de la UM.
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