Un estudio aleatorio internacional encuentra que la terapia de privación intermitente de andrógeno tiene algunos beneficios en cuanto a la calidad de vida, pero en términos generales los tiempos de supervivencia no alcanzan el nivel de los vistos con la terapia continua
ANN ARBOR, Michigan.— Muchos hombres con cáncer de próstata, sensible a las hormonas y metastizado, viven más tiempo con la terapia continua de privación de andrógeno (conocida también como terapia hormonal) que con la terapia intermitente, según un estudio de diecisiete años encabezado por SWOG, un grupo cooperativo de investigación del cáncer financiado por el Instituto Nacional del Cáncer.
Los hombres a quienes se les diagnostica el cáncer de próstata metastizado habitualmente son castrados quirúrgicamente o reciben medicamentos para suprimir la producción de las hormonas masculinas que dan ímpetu al cáncer. El tratamiento puede ayudar a contener temporalmente la enfermedad pero en la mayoría de los pacientes el cáncer recurrirá y contribuirá a la muerte del paciente.
La castración quirúrgica es permanente pero la “castración médica” proporciona a los hombres la ventaja potencial de recibir temporalmente la terapia. A la pausa en esta terapia le sigue, con el tiempo, un aumento en los niveles de testosterona. Los datos científicos indican que el tratamiento intermitente puede demorar la recurrencia del cáncer, y que el aumento en los niveles de testosterona pueden resultar en una mejoría de la calidad de vida del paciente.
Estos datos proporcionaron las razones para la prueba clínica de fase III SWOG-9346, el estudio más largo de su tipo hasta la fecha en hombre con la enfermedad, sensible a las hormonas y metastizada. Los resultados de este estudio demuestran que la terapia intermitente de privación de andrógeno no es tan efectiva como la terapia hormonal continua en lo que se refiere a la longevidad del paciente.
Las conclusiones las ha presentado en la sesión plenaria durante la reunión anual de la Sociedad Estadounidense para Oncología Clínica (ASCO por su sigla en inglés), el investigador principal en este estudio Maha Hussain, del Centro Integral del Cáncer en la Universidad de Michigan.
“Sobre la base de estos resultados”, dijo Hussain, “podemos concluir que la terapia intermitente de privación de andrógeno no es tan eficaz como la privación continua de andrógeno en los hombres con cáncer de próstata metastizado”.
Los investigadores clínicos de la red SWOG, con fondos del Instituto Nacional del Cáncer, encabezaron un equipo internacional que condujo el estudio en más de 500 sitios, involucrando a 3.040 hombres con cáncer de próstata, sensible a las hormonas y metastizado, entre 1995 y 2009.
Todos los hombres tuvieron un curso inicial de tratamiento de privación de andrógeno por siete meses.
Los 1.535 hombres elegibles, cuyo nivel de antígeno específico de la próstata (PSA por su sigla en inglés) bajó a 4 ng/mL o menos al final de los siete meses fueron asignados al azar para pausas en la terapia (el grupo de terapia intermitente) o para terapia continua (el grupo de terapia continua).
Los agrupados aleatoriamente para el segmento de terapia intermitente tuvieron una suspesnsión de su tratamiento hasta que PSA subió hasta un nivel predeterminado, y a esa altura iniciaron otro curso de siete meses de terapia de privación de andrógeno, continuando con este ciclo de terapia y pausas en tanto sus niveles de PSA continuaron respondiendo apropiadamente durante el ciclo en el cual recibían la terapia.
Los hombres en la terapia continua tuvieron un período general medio de supervivencia de 5,8 años a partir del momento de la distribución al azar, y el 29 por ciento de esos hombres sobrevivió por lo menos diez años. Los hombres con terapia intermitente tuvieron un período general medio de supervivencia de 5,1 años, y el 23 por ciento sobrevivió por lo menos diez años desde el momento en que fueron asignados al azar para el segmento de terapia intermitente.
Los investigadores determinaron, con un análisis adicional, que los hombres con “enfermedad mínima” (cuando la enfermedad no se ha extendido más allá de los nódulos linfáticos o los huesos de la columna vertebral o la pelvis) tuvieron un resultado significativamente mejor con la terapia continua, en tanto que los hombres con “enfermedad extensa” (cuando la enfermedad se ha propagado más allá de la columna vertebral, la pelvis y los nódulos linfáticos a los pulmones o el hígado) al parecer tuvieron resultados similares usando cualquiera de los dos métodos de tratamiento.
Un análisis adicional indicó que el tiempo general medio de supervivencia para los pacientes con enfermedad mínima fue de 7,1 años con la terapia continua de privación de andrógeno comparado con solo 5,2 años para los pacientes con la terapia intermitente. Los pacientes con enfermedad extensa tuvieron períodos generales medios de supervivencia de 4,4 años con la terapia continua y de 5 años con la terapia intermitente.
“En el pasado cuando se llegó al punto de usar la terapia hormonal con esta enfermedad, los médicos consideraban la enfermedad como una entidad y adoptaban un enfoque de ‘una talla se ajusta a todos'”, dijo Hussain. “Sobre la base de las conclusiones de este estudio parece que una talla no se ajusta, necesariamente, a todos”.
Los investigadores también compararon las mediciones de calidad de vida en los dos segmentos del estudio durante los quince primeros meses después de la distribución aleatoria de los pacientes, incluidas las mediciones de la función sexual (impotencia y líbido), la función física y emocional, y el nivel de energía. Encontraron una función sexual mejorada en los hombres que recibieron la terapia intermitente en comparación con los que tuvieron la terapia continua.
Una segunda presentación en una sesión de discusión en ASCO (la mañana del 4 de junio, disertante #25) dio cuenta de estas conclusiones preliminares sobre la calidad de vida en el estudio SWOG-9346 (Abstracto #4571, CM Moinpour, DL Berry, et al).
“Aunque vemos beneficios potenciales para la calidad de vida con la terapia de privación intermitente de andrógeno”, indicó Hussain, “desde una perspectiva médica la conclusión principal del estudio que demuestra que la terapia intermitente es inferior en lo que se refiere a la supervivencia general debería ser la consideración primordial cuando se aconseja a los pacientes interesados en la terapia intermitente y, particularmente, los que tienen enfermedad mínima”.
En resumen: A 1.535 hombres con cáncer de próstata, sensible a las hormonas y metastizado, se les distribuyó al azar para la terapia de privación intermitente de andrógeno o la terapia de privación continua del andrógeno después de siete meses de privación de andrógeno.
- Cuando se compraron los períodos generales de supervivencia la terapia de privación intermitente de andrógeno resultó inferior a la privación continua de andrógeno.
- Para el subgrupo de pacientes con la enfermedad mínima, la terapia continua de privación de andrógeno fue superior a la terapia de privación intermitente.
- Para los pacientes con enfermedad extensa la supervivencia general fue comparable entre las terapias de privación intermitente y de privación continua de andrógeno
- Un número de mediciones de calidad de vida tuvo puntajes más altos en el segmento de privación intermitente de andrógeno que en el segmento de privación continua de andrógeno.
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