Los principales investigadores en esta colaboración son Karen Peterson del Departamento de Ciencias Nutricionales en la Escuela de Salud Pública de Universidad de Michigan y Martha Téllez-Rojo del Instituto de Salud Pública en México. Los niveles de plomo en la sangre se midieron en niños de 1 a 4 años y se usaron para calcular una medida acumulativa de los niveles de plomo en la primera infancia. La duración promedio del sueño, la fragmentación del sueño y el movimiento se evaluaron una vez entre las edades de 9 y 18 años con actígrafos de muñeca usados durante un intervalo continuo de 7 días. Estas medidas se compararon con los niveles de plomo divididos en cuartiles por exposición, ajustados por edad, sexo y educación materna. Los sujetos en el cuartil más alto del plomo acumulado en la niñez tuvieron en promedio 23 minutos menos de sueño que aquellos en el primer cuartil en la adolescencia, y una mayor acumulación de plomo se asoció con mayor una mayor fragmentación del sueño e índice de movimiento en adolescentes más jóvenes (menores de 14 años). Para entender mejor los problemas específicos con alta acumulación de plomo, los investigadores están comenzando a analizar nuevos datos que incluyen más marcadores de dificultad de dormir y calidad de sueño. “No sabemos si los participantes estaban durmiendo menos porque tenían dificultad para quedarse dormidos o si estaban despertándose temprano y teniendo dificultades para dormirse de nuevo,” dijo Peterson. “Teniendo los auto-informes acerca de la calidad de sueño (por ejemplo, si se despertaron descansados) y qué problemas de dormir están experimentando (por ejemplo, dificultad en quedarse dormido) en una semana nos va a ayudar a determinar si su sueño es distinto de los jóvenes con exposición al plomo más baja.” Aunque los investigadores no estudiaron los resultados neurocognitivos en este análisis, sus hallazgos sobre la exposición al plomo y el sueño allanan el camino para una investigación más profunda sobre las vías que vinculan el plomo, el sueño y la cognición entre los niños. También planean examinar otras exposiciones a tóxicos. “El sueño rara vez se ha considerado como una consecuencia potencial de la exposición a sustancias tóxicas, pero el campo de las ciencias de la salud ambiental se está volviendo más consciente de estas posibles conexiones”, dijo Peterson. “Esperamos que nuestros hallazgos sobre el plomo y el sueño estimulen más investigación en esta área en crecimiento”. http://myumi.ch/DElbZ
ANN ARBOR/MÉXICO– La exposición al plomo en los jóvenes puede conducir a un sueño más corto y a la interrupción del sueño en los adolescentes, lo que afecta negativamente sus resultados cognitivos, según un estudio de la Universidad de Michigan en México.
“Una de las asociaciones más consistentes para la exposición al plomo, al menos en los niños, es con los resultados neurocognitivos. Y también sabemos que el sueño está muy relacionado con los resultados neurocognitivos en los niños “, dijo Erica Jansen, profesora asistente de investigación en la Facultad de Salud Pública de la UM. Por ello, los investigadores querían saber si estos factores estaban conectados.
“Encontramos asociaciones entre exposiciones al plomo más altas y exposición acumulativa al plomo durante la primera infancia con una menor duración del sueño medida en la adolescencia. Aquellos en el percentil más alto en los niveles de plomo en la sangre durmieron en promedio 23 minutos menos que aquellos en el percentil más bajo”.
El estudio, publicado en el Journal of Clinical Sleep Medicine, incluyó a 395 participantes del proyecto Exposiciones en la Vida Temprana en a Tóxicos Ambientales en México (ELEMENT, por sus siglas en inglés), un grupo de cohortes de nacimiento inscritas secuencialmente de la Ciudad de México que han sido monitoreadas por hasta 25 años.
Los principales investigadores en esta colaboración son Karen Peterson del Departamento de Ciencias Nutricionales en la Escuela de Salud Pública de Universidad de Michigan y Martha Téllez-Rojo del Instituto de Salud Pública en México. Los niveles de plomo en la sangre se midieron en niños de 1 a 4 años y se usaron para calcular una medida acumulativa de los niveles de plomo en la primera infancia. La duración promedio del sueño, la fragmentación del sueño y el movimiento se evaluaron una vez entre las edades de 9 y 18 años con actígrafos de muñeca usados durante un intervalo continuo de 7 días. Estas medidas se compararon con los niveles de plomo divididos en cuartiles por exposición, ajustados por edad, sexo y educación materna. Los sujetos en el cuartil más alto del plomo acumulado en la niñez tuvieron en promedio 23 minutos menos de sueño que aquellos en el primer cuartil en la adolescencia, y una mayor acumulación de plomo se asoció con mayor una mayor fragmentación del sueño e índice de movimiento en adolescentes más jóvenes (menores de 14 años). Para entender mejor los problemas específicos con alta acumulación de plomo, los investigadores están comenzando a analizar nuevos datos que incluyen más marcadores de dificultad de dormir y calidad de sueño. “No sabemos si los participantes estaban durmiendo menos porque tenían dificultad para quedarse dormidos o si estaban despertándose temprano y teniendo dificultades para dormirse de nuevo,” dijo Peterson. “Teniendo los auto-informes acerca de la calidad de sueño (por ejemplo, si se despertaron descansados) y qué problemas de dormir están experimentando (por ejemplo, dificultad en quedarse dormido) en una semana nos va a ayudar a determinar si su sueño es distinto de los jóvenes con exposición al plomo más baja.” Aunque los investigadores no estudiaron los resultados neurocognitivos en este análisis, sus hallazgos sobre la exposición al plomo y el sueño allanan el camino para una investigación más profunda sobre las vías que vinculan el plomo, el sueño y la cognición entre los niños. También planean examinar otras exposiciones a tóxicos. “El sueño rara vez se ha considerado como una consecuencia potencial de la exposición a sustancias tóxicas, pero el campo de las ciencias de la salud ambiental se está volviendo más consciente de estas posibles conexiones”, dijo Peterson. “Esperamos que nuestros hallazgos sobre el plomo y el sueño estimulen más investigación en esta área en crecimiento”. http://myumi.ch/DElbZ
Los principales investigadores en esta colaboración son Karen Peterson del Departamento de Ciencias Nutricionales en la Escuela de Salud Pública de Universidad de Michigan y Martha Téllez-Rojo del Instituto de Salud Pública en México. Los niveles de plomo en la sangre se midieron en niños de 1 a 4 años y se usaron para calcular una medida acumulativa de los niveles de plomo en la primera infancia. La duración promedio del sueño, la fragmentación del sueño y el movimiento se evaluaron una vez entre las edades de 9 y 18 años con actígrafos de muñeca usados durante un intervalo continuo de 7 días. Estas medidas se compararon con los niveles de plomo divididos en cuartiles por exposición, ajustados por edad, sexo y educación materna. Los sujetos en el cuartil más alto del plomo acumulado en la niñez tuvieron en promedio 23 minutos menos de sueño que aquellos en el primer cuartil en la adolescencia, y una mayor acumulación de plomo se asoció con mayor una mayor fragmentación del sueño e índice de movimiento en adolescentes más jóvenes (menores de 14 años). Para entender mejor los problemas específicos con alta acumulación de plomo, los investigadores están comenzando a analizar nuevos datos que incluyen más marcadores de dificultad de dormir y calidad de sueño. “No sabemos si los participantes estaban durmiendo menos porque tenían dificultad para quedarse dormidos o si estaban despertándose temprano y teniendo dificultades para dormirse de nuevo,” dijo Peterson. “Teniendo los auto-informes acerca de la calidad de sueño (por ejemplo, si se despertaron descansados) y qué problemas de dormir están experimentando (por ejemplo, dificultad en quedarse dormido) en una semana nos va a ayudar a determinar si su sueño es distinto de los jóvenes con exposición al plomo más baja.” Aunque los investigadores no estudiaron los resultados neurocognitivos en este análisis, sus hallazgos sobre la exposición al plomo y el sueño allanan el camino para una investigación más profunda sobre las vías que vinculan el plomo, el sueño y la cognición entre los niños. También planean examinar otras exposiciones a tóxicos. “El sueño rara vez se ha considerado como una consecuencia potencial de la exposición a sustancias tóxicas, pero el campo de las ciencias de la salud ambiental se está volviendo más consciente de estas posibles conexiones”, dijo Peterson. “Esperamos que nuestros hallazgos sobre el plomo y el sueño estimulen más investigación en esta área en crecimiento”. http://myumi.ch/DElbZ