Un estudio de las víctimas jóvenes de asalto encuentra una mezcla
peligrosa de posesión de arma y agresión. El 23 por ciento de los
jóvenes heridos en ataques, atendidos en la sala de emergencia de un
hospital urbano, informaron de la posesión de un arma de fuego, en la
mayoría de los casos ilegal, lo cual señala a oportunidades claves
para la prevención de la violencia
ANN ARBOR, Michigan.— Son jóvenes. Han resultado heridos en un asalto
en grado tal que concurrieron a la sala de emergencia. Y casi uno de
cada cuatro de ellos tiene un arma, probablemente ilegal. ¿Qué ocurre
a continuación?
Un nuevo estudio del Centro de Heridas de la Universidad de Michigan
proporciona datos que podrían ser importantes para romper el ciclo de
la violencia con armas de fuego que mata a más adolescentes y adultos
jóvenes que cualquier otra causa, excepto los accidentes de tránsito.
En la nueva edición de la revista Pediatrics, el equipo del Centro de
Heridas de la UM informa los datos de entrevistas con 689 adolescentes
y adultos jóvenes que concurrieron a un departamento de emergencias en
Flint, Michigan, para el tratamiento de las heridas sufridas durante
un ataque.
El 23 por ciento de los pacientes indicó que poseía o había portado
un arma de fuego en los últimos seis meses, y más del 80 por ciento de
esas armas se obtuvieron ilegalmente. De los que tenían esas armas el
22 por ciento dijo que era un arma automática o semiautomática muy
letal.
El estudio excluyó las armas para caza deportiva y práctica de tiro.
Los adolescentes y adultos jóvenes que tenían armas también resultaron
ser más propensos que los que no tenían armas a su disposición a
haberse visto involucrados en una pelea grave en meses recientes, a
usar drogas ilegales o usar inapropiadamente medicamentos bajo receta,
y a expresar la aprobación de las represalias después de una herida.
“El estudio se enfocó en una población de alto riesgo de jóvenes
heridos en asaltos que no se había estudiado de esta manera
anteriormente”, dijo Patrick Carter, disertante clínico e investigador
fellow de heridas en el Departamento de Medicina de Emergencia de la
Escuela de Medicina de la UM, y la sección de abuso de sustancias en
el Departamento de Psiquiatría. “Las altas tasas de uso de sustancias,
peleas y actitudes que favorecen las represalias, combinadas con el
hecho de que tantos de estos jóvenes tenían armas de fuego, aumenta su
riesgo de futura violencia armada, como asimismo de heridas y muerte.
Pero nuestras conclusiones también proporcionan una oportunidad para
las intervenciones de salud pública que podrían disminuir su riesgo
futuro de violencia armada”.
Aunque el estudio no evaluó el uso posible de las visitas a la sala
de emergencia como un “momento aleccionador” que ayude a que los
jóvenes en peligro comprendan las consecuencias potenciales de la
violencia armada, tales enfoques se han probado exitosamente en otras
situaciones que incluyen el uso de sustancias y la violencia juvenil.
El estudio podría conducir a pruebas de un nuevo método para ayudar a
que los adolescentes y los adultos jóvenes eviten la violencia armada
futura.
Los datos para el nuevo estudio se obtuvieron como parte de un
proyecto financiado por los Institutos Nacionales de Salud dirigido
por Rebecca Cunningham, la directora del Centro de Heridas de la UM
quien es también profesora asociada de medicina de emergencia.
Cunningham, que es la autora senior del estudio, también tiene una
asignación en la Escuela de Salud Pública de la UM y es la directora
asociada del Centro Flint de Prevención de la Violencia Juvenil, el
cual trabaja con dirigentes de la comunidad local para reducir la
violencia mediante varios programas permanentes en la comunidad.
El estudio recogió entrevistas con cientos de adolescentes y adultos
jóvenes que recibieron tratamiento en el Departamento de Emergencia
del Centro Médico Hurley, en Flint, un centro urbano de trauma donde
los médicos y residentes de la UM son parte del equipo de atención.
Flint tiene la tasa más alta de crimen violento entre todas las
ciudades de Estados Unidos con más de 100.000 habitantes, según la
Oficina Federal de Investigaciones, incluidos 1390 asaltos agravados
denunciados en 2012.
Pero Carter señala que los factores de riesgo observados entre los
pacientes de la sala de emergencia de Hurley probablemente no son
únicos de Flint, y probablemente representan los de otras ciudades con
altas tasas de violencia con armas de fuego. Carter espera que otros
investigadores examinen poblaciones similares de alto riesgo en otras
ciudades para confirmar las conclusiones de este estudio.
Carter señaló que otros estudios previos han documentado la tenencia
de armas o el acceso a ellas entre los pacientes de los departamentos
de emergencia, pero no habían examinado específicamente a los jóvenes
heridos en asaltos y que, se sabe, tienen un riesgo más alto de
resultados de salud negativos.
Otros estudios escolares de la posesión de armas de fuego dejan
afuera a los jóvenes que ya salieron de la escuela o que no concurren
a la escuela. Esto es lo que hace que el estudio nuevo sea tan crucial
para el desarrollo eventual de intervenciones localizadas en el
departamento de emergencia, agregó.
Por ejemplo más de un tercio de los pacientes jóvenes en el estudio
que tenían armas dijeron que la usaban para protegerse, pero también
fueron más propensos que los que no tenían armas a verse involucrados
en incidentes violentos con armas de fuego con otro joven o su pareja
en meses recientes. Más de la mitad de los pacientes entrevistados
dijo que tendrían poco o ningún problema para acceder a un arma si
quisieran tenerla.
“Los jóvenes que buscan asistencia por un asalto nos dan una vía de
acceso a una población de alto riesgo que tiene armas de fuego y que
corre el peligro de violencia y heridas futuras”, explicó. “La
cuestión es cómo podemos incorporar mejor las intervenciones de
protección ante las armas de fuego en su visita al departamento de
emergencia para disminuir sus riesgos futuros. Este estudio
proporciona un paso inicial hacia la comprensión de los factores de
riesgo de violencia armada que pueden modificarse en esta población,
pero se necesitan más información y más estudio para enfocar
eficazmente el problema de salud pública que es la violencia con armas
de fuego”.