Los exámenes con escáner muestran que las personas deprimidas tienen menos serotonina y receptores de opioide y que esa variación está vinculada con los síntomas y la respuesta al tratamiento
ANN ARBOR, Michigan.— Las personas deprimidas pueden tener menos receptores que las personas no deprimidas para algunos de los químicos que causan la respuesta de “bienestar” del cerebro ante el estrés, según muestra la investigación del Centro de Depresión en la Universidad de Michigan.
Y aún entre las personas deprimidas los números de estos receptores pueden variar enormemente. Es más: el número de receptores que una persona deprimida tenga al parecer está vinculado con la gravedad de sus síntomas y las posibilidades de que se sientan mejor después que tomen el medicamento.
Estas conclusiones preliminares, presentadas el martes en la reunión anual de la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos (APA por su sigla en inglés) en Washington, DC, amplían la creciente comprensión de la depresión como una condición que afecta a diferentes personas de manera distinta. Los datos nuevos y las conclusiones de otros investigadores, indican que la depresión está arraigada en factores genéticos y moleculares que son únicos de cada individuo.
El investigador principal de la UM, Jon Kar Zubieta, dice que estos nuevos resultados confirman y fortalecen lo que otros científicos han hallado en años recientes.
“Existe una cantidad sustancial de diferencias biológicas aún entre las personas que tienen depresión mayor, que son tan importantes como las diferencias biológicas entre las personas con depresión y las que no la padecen”, añadió. “Cuanto más podamos aprender acerca de estas diferencias, mejor podremos encaminar el tratamiento para cada individuo y tendremos los efectos más grandes sobre los síntomas”.
En la reunión de la APA, Zubieta presentó datos de los exámenes con escáner con tomografía por emisión de positrones, o PET por su sigla en inglés, de pacientes que cumplían los criterios de depresión mayor pero todavía no habían recibido tratamiento. Esas imágenes de escáner se compararon con las tomadas de cerebros de voluntarios no deprimidos.
En un grupo de voluntarios deprimidos y no deprimidos, los exámenes con escáner se hicieron usando un trazador que puede revelar la ubicación y concentración de un tipo particular de receptor, llamado 5HT1a, que permite que las células del cerebro reciban señales de la serotonina, un neurotransmisor químico producido por el cerebro.
La depresión está vinculada con los niveles de serotonina en el cerebro pero la importancia de las concentraciones del receptor 5HT1a en los cerebros de las personas deprimidas no era clara hasta ahora.
Por eso el equipo de Zubieta eligió someter a escáner solamente a personas que no hubiesen recibido todavía medicamentos antidepresivos, dado que tales medicamentos pueden estimular las células del cerebro para que produzcan más receptores de serotonina y de esa manera, enmascaran el nivel real de receptores que la persona tenga naturalmente.
En el estudio las concentraciones del receptor 5HT1a fueron notablemente más bajas en las personas deprimidas cuando se les comparó con personas no deprimidas, tanto en las regiones derecha e izquierda del hipocampo cerebral.
Pero aún entre las personas deprimidas, cuanto más bajo era el nivel de receptor 5HT1a de una persona, peor fue su puntaje en las evaluaciones de la capacidad para funcionar día a día, y menos probable era que esa persona obtuviese alivio de los síntomas cuando los investigadores recetaron un antidepresivo común.
Este descubrimiento de la variación individual puede ayudar a explicar por qué en el tratamiento actual de la depresión algunos pacientes encuentran un gran alivio con un medicamento que no ayuda a otros pacientes igualmente deprimidos, dijo Zubieta, quien ocupa la cátedra Phil F. Jenkins como profesor investigador de Depresión en el Departamento de Psiquiatría de la UM. Zubieta asimismo trabaja en la división de Medicina Nuclear de la UM, y en el Instituto de Neurociencias Moleculares y de la Conducta.
El otro grupo de voluntarios, incluidos deprimidos y no deprimidos, tuvo exámenes de escáner PET con un trazador que permitió que los investigadores observaran los receptores de opioide mú en sus cerebros. Estos receptores son los portones para las señales enviadas por químicos llamados opioides endógenos -los “analgésicos” naturales del cerebro- involucrados en la respuesta al estrés, incluida la respuesta al dolor.
Otro nombre para los neurotransmisores que se ligan con los receptores mú es endorfinas, conocidas popularmente como los químicos del “bienestar” y que participan en el fortalecimiento de las experiencias gratificantes. Las drogas ilegales como la heroína también actúan sobre los receptores mú y crean la sensación de euforia que, probablemente, desempeña un papel en el proceso de adicción.
En este grupo de voluntarios deprimidos y no deprimidos los investigadores estudiaron la distribución de los receptores mú y observaron cuán activos eran esos receptores de opioides cuando se les pedía a los voluntarios que evocaran una memoria o situación triste.
Los voluntarios deprimidos tenían, desde el principio, menores concentraciones de receptores mú. Pero cuando se les presentó la “situación de congoja” esos receptores fueron mucho más activos que los receptores de las personas sin depresión. Y, al igual que con los receptores 5HT1a de serotonina, cuantos menos receptores mú tenía una persona, menor fue su respuesta al medicamento antidepresivo.
Zubieta y sus colegas preparan ahora su estudio para publicación. Al mismo tiempo continúan enrolando voluntarios deprimidos que no tomen medicamentos, para la toma de más imágenes cerebrales. Si le interesa obtener más información sobre cómo participar en la investigación de la depresión en el Centro de Depresión de la UM, visite www.umengage.org.
Por más información sobre la investigación que llevan a cabo Zubieta y otros investigadores en el Centro de Depresión de la UM visite
www.depressioncenter.org.
El estudio lo financiaron los Institutos Nacionales de Salud, la Fundación Pritzker y NARSAD, una importante organización de beneficencia dedicada a la salud mental.
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