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ANN ARBOR— Ann Lin, profesora asociada en la Escuela Ford de Política Pública de la Universidad de Michigan, ha estudiado los recientes esfuerzos federales para la reforma de las políticas de inmigración y comparte sus reflexiones acerca de por qué un cambio significativo podría estar fuera de alcance hasta después de la próxima elección presidencial.
Pregunta: La reforma de inmigración parece estar en otro impasse en el cual el presidente Obama dice, otra vez, que podría emitir decretos si no hay acción del Congreso. ¿Es ésa la forma correcta de proceder?
Lin: Si el presidente emite un decreto ése será un esfuerzo de corto plazo. Puede que ello mejore las vidas de algunos inmigrantes de manera marginal, pero no resolverá el atascamiento legal en la inmigración ni la situación de los inmigrantes indocumentados.
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El presidente ha hecho una promesa a muchos sectores importantes: los promotores de la reforma de inmigración, los latinos, las empresas, los grupos de derechos civiles. Y ha sido incapaz de mantener esa promesa, en parte, por el juego político en el Congreso y, en parte, debido a sus propias prioridades. Ésta es la única opción que le queda. Es una movida política.
¿Qué demora la acción en el Congreso?
Lin: No creo que el Congreso sea capaz de actuar en los próximos dos años. Los republicanos están divididos entre una parte de sus votantes que depende del trabajo de los inmigrantes indocumentados y la parte que vería como una traición a sus ideales que se legalizara a los indocumentados. Y, creo, esto impedirá que los republicanos legislen.
Los republicanos podrían tratar la creación de una medida a mitad de camino, como el incremento de visas para trabajadores altamente calificados, sin hacer algo por los indocumentados. Si las industrias de alta tecnología abandonan la coalición que empuja por una reforma inmigratoria integral, podría pasar alguna porción de reforma para el atascamiento legal de la inmigración.
El problema es, sin embargo, que una parte significativa de los sectores que votan a los republicanos depende de la mano de obra indocumentada, por ejemplo la construcción, la industria de servicios, la agricultura. Estos sectores saben que una reforma integral de inmigración es la única vía políticamente aceptable para lograr el status legal para los indocumentados.
Si se aprueba una reforma limitada para los inmigrantes altamente calificados desaparece la posibilidad de reforma para los trabajadores indocumentados. Por eso, ahora que los republicanos tienen la mayoría y la responsabilidad para la aprobación de la legislación de inmigración, se ven amenazados precisamente porque podrían tener éxito.
¿Por qué el Congreso tendría que actuar con un sentido de urgencia en la reforma de inmigración en tiempos cuando hay asuntos apremiantes como ébola y el Estado Islámico?
Lin: Nuestras políticas actuales son suficientes para lidiar con cualquier amenaza del Estado Islámico que intente cruzar nuestras fronteras. Nuestras políticas de salud pública pueden encarar ébola.
Ninguno de esos es un problema de inmigración.
Es necesario atender la política de inmigración porque nuestra anticuada política inmigratoria es un lastre estructural para la economía de Estados Unidos. Ella limita nuestra capacidad para ajustarnos a los cambios del empleo en los sectores de nuestra economía que necesitan mano de obra educada. No ayuda a nuestra economía el que tengamos una parte significativa de nuestra fuerza laboral al margen de la contabilidad o en el mercado gris. No es saludable que los empleadores puedan, esencialmente, contratar gente en una parte no regulada de la economía. Es un problema estructural en nuestra economía y hay que resolverlo.
Y todo esto ni siquiera ha empezado a enfocar las consecuencias sociales y políticas de que tengamos gente, que está aquí legalmente o ilegalmente, que no está integrada plenamente en nuestro país. Esto ya es un motivo suficiente para que sea necesaria una solución.
¿Cuál es la mejor expectativa acerca de cuándo podría ocurrir una reforma de inmigración?
Lin: La reforma de inmigración siempre ha ocurrido de manera bipartidista. Hoy hemos olvidado lo que significa el bipartidismo. No significa que todos se juntan y salen contentos. Es lo contrario: el bipartidismo siempre requiere que cada partido político contraríe a ciertas facciones dentro de sus propias filas. Y eso es lo que no vemos ahora. Ninguno de los partidos tiene una conducción con la confianza para decidir que antagonizará a una parte de sus propios afiliados. No creo que tendremos una reforma inmigratoria integral hasa que los dos partidos sean más fuertes.
Ann Lin: