Por Sheryl James
Hace pocos días los estudiantes se sentaron, a oscuras, en East Hall para ver viejas películas mudas. Mientras los subtítulos agregaban palabras a las expresiones faciales exageradas, Rodolfo Valentino –el Johnny Depp de su época- y una elegante dama giraban en una danza sensual.
La película de Valentino fue sólo una en una clase llena de imágenes. Un poco antes, los estudiantes habían visto fotos de los barrios pobres a comienzos de los años 1900 en Buenos Aires, Argentina, y en París alrededor de 1910. También recibieron, en esa clase en particular, una introducción a la historia de los barcos comerciales y del tráfico de esclavos, de la migración entre Europa y América Latina y el advenimiento de las partituras musicales.
La clase fue, por supuesto, acerca del tango.
¿El tango?
Sí, la música y danza que eventualmente se ha convertido en el símbolo nacional, perfectamente respetable, de Argentina y de América Latina. Una danza que también ha hecho furor en Estados Unidos.
La historia del tango es un buen ejemplo de lo que aprenden los estudiantes en el curso “El toque latino: la música latina en contexto social en América Latina y en Estados Unidos”. Otro día, la materia puede ser el mambo, o la salsa o algún otro tema musical.
Pero los estudiantes aprenden acerca de mucho más que la música.
Creado por Jesse Hoffnung-Garskof, profesor asociado en el Departamento de Historia y el Programa en Cultura Americana, “El toque latino” examina los orígenes, efectos, el ciclo de vida y aún los astros y estrellas de la música latina, y usa a su vez la música como trampolín para la exploración de la historia y la cultura. Los estudiantes aprenden acerca de los inmigrantes que vinieron de Europa y contra su voluntad de África que trajeron consigo los tambores, tamboriles y otras tradiciones musicales. Aprenden, en la clase de hoy, cómo esa gente blanca y negra de clase obrera desarrolló el tango al margen de la sociedad que no la aceptó. Pero los estudiantes también descubren que los hombres de esas mismas clases altas iban “al bajo”, los arrabales a disfrutar del tango, una música que cambió tanto la danza como las clases sociales.
Estos temas de justicia social, vida urbana e inmigración son solo una parte de la clase presentada en el curso de Hoffnung-Garskof. Los estudiantes aprenden asimismo sobre la música y el ritmo; y que la “danza erótica” no se originó en el “dirty dancing” de Patrick Swayze y Jennifer Grey, y acerca de las conexiones sorprendentes entre la pornografía, París y Picasso.
El resultado para Hoffnung-Garskof es “la enseñanza de cosas importantes para las clases de historia pero mediante el uso de técnicas e ideas prestadas y modificadas de otras disciplinas, por ejemplo historia del arte, estudios culturales, teoría feminista y post-colonial, estudios visuales, como asimismo la película y la música”. Este enfoque multidisciplinario permite que Hoffnung-Garskof “unifique temas desde perspectivas diferentes”, señala, con lo cual él espera “generar nuevas maneras de pensar acerca de las cosas”.
Pero el profesor hace más que tomar aspectos de muchas disciplinas académicas. Cuando desarrollaba su curso hace tres años Hoffnung-Garskof consideró cómo podría llegar a la generación de estudiantes habituados a las redes sociales de Internet, los mensajes de texto, el iPod y YouTube. Y lo hizo creando un sitio interactivo de Internet y un curso de multimedia con la ayuda de una donación y bastante magia técnica de los genios de medios digitales en la UM.
El sitio de Internet comprende unos 500 cortes de video, audio y archivos que los estudiantes pueden abrir, escuchar, copiar en sus iPods, lo que se les ocurra. Hay musicales en blanco y negro de los años 1930, presentaciones de percusión africanas, grabaciones musicales casi desconocidas, mapas, listas, notas de lectura, power points. Todo está disponible para los estudiantes con un mero botón del “ratón”, gracias a los avanzados recursos de multimedia y computación de la UM.
A los estudiantes se les asignan tareas de “escuchar” y “ver”, dice Hoffnung-Garskof, y sus tareas escritas las hacen en línea y las comparten con los otros alumnos. Esto, añade, estimula una especie de aprendizaje por polinización, y además contribuye a discusiones mucho más animadas en el aula.
Los estudiantes también realizan aprendizaje práctico. En el primer módulo, los alumnos aprenden acerca de las varias influencias musicales que llegaron a América Latina desde el oeste y el centro de Africa, y cómo los africanos y sus antepasados desarrollaron estas influencias para crear nuevos sonidos y estilos. Al final del módulo Hoffnung-Garskof trae al aula a tamborileros y percusionistas y ofrece a los estudiantes la oportunidad de que toquen ellos mismos los ritmos antiguos.
El resultado es uno de esos cursos que los estudiantes recordarán para toda la vida. Los alumnos se presentan en clase sólo para ver qué se perderían.
La historia nunca ha sido tan atractiva, y este historiador está muy contento por ello.
“Yo antes me veía como un historiador, pero fue una liberación ser el primero en un proyecto interdisciplinario”, dice Hoffnung-Garskof. “No tengo que preocuparme de que cada clase tenga una asignación que parezca una clase de historia”.
Aunque Hoffnung-Garskof ha enseñado en el pasado cursos que eran un tanto interdisciplinarios dice que “ésta es la primera vez que, en lugar de conducir un curso enriquecido por otras disciplinas, de veras diseño una clase que es, en su núcleo, interdisciplinaria”.
Todo esto suena muy lindo pero ¿funciona este enfoque? ¿Los estudiantes aprenden?
Los estudiantes dicen que sí y les encanta la clase. La presentación del material del curso en formatos varios y con herramientas múltiples “permite que los estudiantes se congreguen en torno a un asunto, aún cuando tengan diferentes niveles de conocimientos con diferentes medios”.
Los estudiantes, dice, tienen acceso a muchos “puntos de entrada” para el mismo material, diferentes maneras de comprenderlo, lo cual refuerza constantemente el aprendizaje.
Aunque Hoffnung-Garskof experimenta en otras disciplinas, dice que aún disfruta de “los métodos de historia” más tradicionales. Él anima a los estudiantes a entender los archivos, documentos históricos y otra facetas de la disciplina. Si entienden, primero, sus disciplinas básicas, realizan sus oportunidades de aprendizaje desde los puntos de vista interdisciplinarios.
Esa combinación de conocimiento básico tradicional y la libertad para cruzar las delimitaciones da a profesores y estudiantes, por igual, un sentido importante tanto de la seriedad como de la libertad en sus exploraciones. Un poco como el cruce de barreras y el mestizaje en la evolución de esa danza maravillosa, el tango.
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