ANN ARBOR, Michigan.— Cuando la hasta entonces no detectada gripe A(H1N1) brotó y se propagó en México a fin de abril de 2009 el mundo observó con atención crítica mientras los gobernantes de ese país se apuraban a enfrentar la emergente crisis de salud pública.
El presidente Felipe Calderón invocó poderes sanitarios de emergencia el 24 de abril lo cual puso en marcha una amplia gama de estrategias de mitigación comunitaria, o intervenciones no farmacéuticas, incluidos los cierres de escuelas, la prohibición de concentraciones públicas, el asilamiento, la cuarentena y el distanciamiento social. México permanece bajo el escrutinio mientras la comunidad global examina una miríada de datos en procura de identificar las tácticas más exitosas y reproducibles de intervenciones no farmacéuticas para el caso de que emerja otra epidemia en los meses y años venideros.
“El conocimiento y la comprensión de la forma en que México manejó sus estrategias de preparación hablan volúmenes a los interesados en evaluar la puesta en marcha y la respuesta de las intervenciones no farmacéuticas durante brotes infecciosos mayores”, dijo Alexandra Minna Stern, titular de la cátedra colegiada Zina Pitcher en Historia de la Medicina, directora asociada del Centro para la Historia de la Medicina en la UM y directora de su Programa de Historia y Políticas de Salud Contemporáneas.
En un comentario que publica el 16 de septiembre de 2009 la revista Journal of the American Medical Association, Stern y el coautor Howard Markel, director del Centro para la Historia de la Medicina en la UM, proporcionan un vistazo histórico de la las estrategias de salud pública de México en la emergencia de la gripe A(H1N1), que se sustenta en decenas de entrevistas y sus investigaciones conducidas en México en julio de 2009 con ciudadanos y funcionarios públicos.
El comentario está enmarcado en las conversaciones de Stern y Markel con Ignacio Villaseñor Ruiz, del Departamento de Salud de la Ciudad de México, quien dijo que las autoridades “tuvieron que reconocer que no podía detenerse la transmisión de la gripe, pero sí podíamos hacer dos cosas: primero, hacer más lenta la tasa de transmisión y, segundo, bajar la mortalidad”.
Los autores sostienes que México demostró que las comunicaciones rápidas y transparentes proporcionaron una ayuda en tiempo real a otros países que empezaban a lidiar con sus propias crisis emergentes por la gripe. Las autoridades asimismo mantuvieron comunicaciones generalmente eficaces dentro de las fronteras de México. Se hizo notar especialmente el papel del Secretario de Salud, José Ángel Córdova como un comunicador capaz y confiado que trabajó para ordenar las fuentes y unificar los mensajes a fin de evitar la confusión del público.
Los mensajes públicos simples e impresos y la cooperación de los medios ayudaron a influir positivamente el comportamiento social, aun en el trato con una población heterogénea y niveles de alfabetización dispares. Los entrevistados hicieron notar el cumplimiento generalizado en todo el país, con poca resistencia a las instrucciones de las autoridades, y una suspensión temporaria de las contiendas políticas partidistas. Y, finalmente, las autoridades sanitarias reaccionaron ágilmente para apoyar y alentar el uso espontáneo de máscaras en la población.
Aún así los autores señalan que las autoridades tuvieron problemas, especialmente en términos de infraestructura técnica y científica. Por ejemplo, hubo dificultades para obtener sondeos y encuestas precisas, e informes, en tiempo oportuno porque algunas áreas todavía dependen del papel y el lápiz o no generan dato alguno de salud pública. Sin su propia biblioteca viral los científicos mexicanos no pudieron conducir una rápida identificación genética de los especimenes de los pacientes. Y un problema quedó más allá de las posibilidades de control: el impacto de la pandemia en la economía mexicana.
A pesar de estas dificultades las autoridades y el pueblo de México dieron un alto ejemplo en el establecimiento y ejecución de estrategias eficaces de mitigación comunitaria.
“Si hay algo que pueda llamarse afortunado acerca del brote de A(H1N1) en la primavera (hemisferio norte) de 2009 es que la comunidad global está ansiosa por aprender lecciones de la experiencia de México con la gripe a fin de imitar sus éxitos y evitar problemas similares durante emergencias futuras de salud pública”, dijo Markel, Profesora Distinguida de la Cátedra George E. Want en Historia de la Medicina.
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