ANN ARBOR– Poco después de que Joshua Mergos comenzara su carrera como como neuromonitorista, estaba asistiendo en una cirugía de la espalda cuando sus pruebas neurofisiológicas mostraron que la paciente -una niña de 12 años de edad- perdería la función en ambas piernas si el cirujano no modificaba su aproximación.
Al enterarse de la lesión potencialmente catastrófica, el cirujano ortopédico ajustó los tornillos y varillas en la columna vertebral de la chica para corregir el problema.
“Te das cuenta de este trabajo realmente importa, esto realmente mejora la vida de los pacientes”, dijo Mergos, un profesor asistente clínico de kinesiología.
Mergos es el director del Programa de Neuromonitoreo Intraoperatorio en la Universidad de Michigan, que recientemente se convirtió en el único programa acreditado de Neuromonitoreo Intraoperatorio IOMN (por sus siglas en inglés) en el mundo.
El programa es el resultado de la asociación entre el Departamento de Neurología del Sistema de Salud de la U-M y la Escuela de Kinesiología de la U-M.
El neuromonitoreo intraoperatorio es un campo de rápido crecimiento con salarios iniciales anuales para los graduados de entre $ 70.000 a $ 80.000 dólares. Los neuromonitores ayudan durante cirugías de seguimiento de los sistemas nerviosos central y periférico de los pacientes sometidos a procedimientos como la corrección de la escoliosis.
La información neurofisiológica ayuda al cirujano a realizar una operación más segura.
La acreditación significa que los estudiantes de posgrado pueden presentarse inmediatamente para el examen de certificación, al haber completado extensivos cursos neurofisiología intraoperatoria.
Esto también ahorra a empresas miles de dólares en costos de capacitación interna. Actualmente la única manera de calificar para la prueba es a través de una amplia formación en el puesto de trabajo que puede durar hasta 18 meses.
Los neuromonitores trabajan en hospitales o empresas privadas que contratan los servicios de neuromonitorización a nivel nacional.
Para la estudiante Stephanie Schwartz el nuevo programa le ha abierto las puertas para su interés en las ciencias neurológicas. Aunque quería ser médico cuando llegó a la universidad, se cambió al programa después de que Mergos hablara en su clase.
“Al final de mi segundo año, supe que quería participar en el programa porque era tan único, y siempre he disfrutado de la neurociencia”, dijo Schwartz. “Este campo ha cambiado mi vida, mi punto de vista, y también me emociona por lo que viene después de la graduación para mí.”