Leslie Stainton
CUIDAD DE MEXICO– Es una cosa para ver una presentación científica sobre aguas residuales no tratadas en la Ciudad de México, que se utiliza para el riego de cultivos en un valle de 400 millas cuadradas al norte de la ciudad.
Otra cosa es estar al lado de un canal en ese valle y respirar el hedor de miles de litros de aguas residuales sin tratar mientras fluyen tormentosas en camino hacia las granjas en toda la región.
En promedio, la Ciudad de México emite 50 metros cúbicos de aguas servidas por segundo, y gran parte de ellas van al Valle del Mezquital. Y sin embargo, el agua que corre por el intrincado sistema de regadío del valle, convirtiendo campos en un brillante verde primaveral, ayuda a producir anualmente toneladas de maíz y alfalfa, dando una manera de ganarse la vida a miles de agricultores mexicanos. A medida que el agua se convierte en un recurso cada vez más escaso, el valor de las aguas residuales no puede ser ignorada.
Es una de las razones que muchos en esta zona se oponen a la puesta en marcha de una planta de tratamiento de aguas servidas en el valle, que probablemente eliminaría gran parte de los nutrientes de los cultivos que se encuentran en las aguas residuales. Incluso hay un grupo de oposición que se hace llamar el Frente de la Defensa del Agua Residual Pura.
El sentido común sugiere que la presencia de tanta aguas residuales no tratadas en y alrededor de las comunidades del Valle del Mezquital sería perjudicial para la salud humana y el medio ambiente.
Pero el sentido común no es ciencia.
Y la ciencia es lo que impulsa a los investigadores de salud pública como Joseph Eisenberg y Rafael Meza, quienes están colaborando en un estudio de un año del impacto ambiental y en la salud de la nueva planta de tratamiento de aguas residuales del Valle del Mezquital, y el uso de aguas residuales para el riego.
Para Meza, profesor asistente de epidemiología, el proyecto es personal. Se crió en la Ciudad de México, a una hora en coche al sur de Mezquital. A pesar de que trabaja en estudios en lugares tan lejanos como Guatemala y Tailandia, siempre ha querido que su trabajo beneficie a su propio país. El año pasado, Meza realizó estudios de modelos matemáticos para evaluar el probable impacto de un impuesto nacional sobre las bebidas azucaradas en México en la incidencia de diabetes. Los datos iniciales indican que, en efecto, el impuesto ayudará a reducir el consumo de bebidas, lo que a su vez puede ayudar a reducir las tasas de obesidad y diabetes.
Los resultados del estudio en Mezquital podría tener un impacto en las comunidades agrícolas mexicanas a lo largo del Valle del Mezquital, y desempeñar un papel
importante en las políticas y directrices de reutilización de aguas residuales actuales y futuras.