Noticias

Discurso de Apertura: Asociación Americana de los Hispanos en Educación Superior

15/03/2015

DISCURSO DE APERTURA
Asociación Americana de los Hispanos en Educación Superior
15 de marzo 2015

Nota: El discurso tal como fue preparado para ser leído

Es maravilloso ser presentado por un ex alumno de Universidad de Michigan tan distinguido (Dr. Jaime Chahin), y un honor estar aquí. Buenas tardes.

Primero, quiero felicitar a todos en AAHHE por la 10va versión exitosa de esta conferencia.

Y sobre todo quiero dar la bienvenida a los estudiantes que están aquí hoy con nosotros. También se nos une la clase inaugural de becarios de la Academia de Nuevo Liderazgo puesta en marcha por el Centro Nacional de la Diversidad Institucional de Universidad de Michigan.

Los becarios vienen de instituciones de diferentes tipos y tamaños, y provienen de toda la nación y Puerto Rico.

El propósito del grupo es asegurar que la próxima generación de líderes de educación superior tengan el conocimiento, las herramientas y el coraje para promover la importancia de la diversidad en la educación superior y la sociedad.
Gracias por su dedicación.

El NCID trabaja muy de cerca con AAHHE, y es parte del compromiso de la Universidad de Michigan para reafirmar el valor central de la diversidad institucional en la misión pública de las universidades y colegios de Estados Unidos.

Además de la participación de nuestro campus en este ideal, el NCID ha establecido asociaciones nacionales, como vemos aquí hoy.

También apoya el trabajo de los académicos dedicados al estudio de la diversidad para incrementar el conocimiento que todos podemos utilizar para promover una mayor diversidad, oportunidad e inclusión a través de la educación superior y en toda la sociedad.
El Centro fue establecido en 2005, después de que la Universidad de Michigan
defendiera sus políticas de admisión ante la Corte Suprema de los EE.UU.
Y es un importante componente de la compleja historia de la universidad en la batalla nacional sobre la diversidad en la educación superior.

El tema de esta conferencia — “La Próxima Década: Indagar, Investigar, Innovar” — está muy enfocado en el futuro, y agradezco este enfoque.

Como el nuevo presidente de una gran universidad pública, yo también estoy mirando a la próxima década.

Como instituciones de educación superior, tenemos muchos retos y oportunidades y es inspirador ver que hay tantos individuos deseosos de participar en, y mejorar, nuestro futuro compartido.

Michigan no es ajena a los desafíos en este sentido, y antes de hablar de cómo la universidad se está acercando a la próxima década, quiero dar el contexto de nuestro pasado.

El legado de Michigan en demostrar que la diversidad importa en la educación es uno de los principales factores que me atrajo a este campus.

En 1997, dos demandas fueron presentadas en contra de la Universidad de Michigan sobre sus políticas de admisión.

Estos fueron los casos Gratz y Grutter, originalmente presentados en el Distrito Federal Este de los EE.UU de Michigan, pero hecho famoso cuando llegó a la Corte Suprema.
Ha habido disertaciones enteras escritas sobre todo lo que pasó, pero hoy voy a hablar de este viaje épico de Michigan mucho más brevemente.

El caso Gratz desafió el proceso de admisiones a la Universidad en su más grande escuela, y el de Grutter desafió nuestra Facultad de Derecho.
Ambos demandantes, que eran blancos, no habían sido aceptados a la Universidad de Michigan.

Sus querellas afirmaron que la universidad había discriminado ilegalmente en contra ellos, tomando en cuenta su raza y etnia como un factor en admisiones. En esencia, alegaron que era injusto que se usara la raza como un factor en el proceso de admisión que evaluó sus aplicaciones.

Las querellas Gratz y Grutter pusieron en marcha una batalla legal de un año en los tribunales y en el público.

Al abordar el caso Gratz en una opinión publicada en 1998 el Washington Post, el entonces presidente de Michigan, Lee Bollinger, y la rectora académica, Nancy Cantor, resumieron las implicaciones con las cuales seguimos lidiando en la actualidad en la educación superior.

Escribieron que los casos estaban “en el centro de un gran debate público sobre una de las cuestiones más importantes de nuestro tiempo.”

El debate se centró en cómo los principios constitucionales que nos rigen nos permiten utilizar la raza y el origen étnico para lograr una sociedad verdaderamente integrada.

Además, dijeron que una educación de primera clase crea la oportunidad para que los estudiantes, esperando diferencias, aprendan sin embargo de sus similitudes.

Y que la raza es educativamente importante para todos los estudiantes, ya que la comprensión de raza en Estados Unidos es una poderosa metáfora para el cruce de las sensibilidades de todo tipo.

El enfoque a nivel nacional mantuvo durante los años siguientes todos los ojos vueltos hacia Michigan, sin duda ejemplificó esas palabras.

La respuesta de la universidad a las demandas implicó una estrategia global sin precedentes.

Se compuso de argumentación jurídica, pedagógica e investigación social, de creación de coaliciones, y comunicaciones públicas.

La postura de Michigan fue, y sigue siendo, que la diversidad es esencial para la excelencia en la educación.

La argumentación jurídica de la universidad comenzó con la ley.

En concreto, la histórica decisión de 1978 por la Corte Suprema en el caso de Universidad de California v. Bakke.

Aunque la decisión Bakke dijo que las cuotas eran inconstitucionales, reconoció que la consideración de raza y etnicidad para lograr los beneficios educativos de un cuerpo estudiantil diverso era admisible.

Al hacerlo, el tribunal reconoció que los beneficios educativos de la diversidad constituyen un “interés público imperativo” que era suficiente para justificar el uso de la raza en las admisiones universitarias.

La estrategia de Michigan solidificó el “interés convincente” en la diversidad como nunca antes.

La universidad reunió a un equipo de destacados especialistas para servir como sus expertos en los casos.

Su investigación sirvió de base para el argumento que hay una necesidad imperiosa de la diversidad en la educación superior. La colección de investigación en la defensa de la diversidad por parte de Michigan fue inspiradora.

La investigación demostró que el uso de la raza en las admisiones pasa la prueba constitucional – debido a su vital importancia para la educación y la sociedad.

Era una afirmación de lo que en la academia habíamos visto anecdóticamente.
Uno de los estudios mostró que las tasas de la segregación residencial en el área de Detroit, hogar de cerca de la mitad de los residentes de Michigan, eran mayores en 1990 de lo que eran en 1960.

Otro miraron los perfiles socio-económicos y educativos para los hispanos.
Esa investigación, por Albert Camarillo de Stanford, examinó la historia de las diferentes poblaciones hispanas y explicó cómo los “legados históricos” de aislamiento y separación habían marginado a hispanos en los Estados Unidos fuera de la corriente principal de la sociedad estadounidense y muchas de sus instituciones.

Investigaciones adicionales demostraron que los estudiantes aprenden mejor en un entorno en el que se encuentran con personas que son diferentes a ellos mismos.
Uno de esos investigadores fue Patricia Gurin, que era el decano interino de la Facultad de Literatura, Ciencias y las Artes, la escuela mencionada en el caso Gratz.

Ella utilizó bases de datos nacionales y de Michigan para llevar a cabo uno de los análisis empíricos más extensos jamás realizados sobre cómo la diversidad en la educación superior afecta a los estudiantes.

Su trabajo proporciona pruebas concluyentes de los beneficios de la diversidad – que un alumnado racial y étnicamente diverso tiene beneficios de largo alcance y significativos para todos los estudiantes, ya sean minorías o grupos no minoritarios, y para la nación en su conjunto.

Los estudiantes educados en un ambiente diverso piensan en forma más profunda y compleja.

Y están mejor preparados para convertirse en participantes activos en una sociedad pluralista, democrática.

La Dra. Gurin era también era profesora de psicología, y señaló que los estudiantes llegan a las universidades en una etapa crítica de su desarrollo, justo cuando muchos jóvenes experimentan con nuevas ideas y nuevos roles, y comienzan a hacer compromisos de adultos.

Además de la investigación, un increíble grupo de partidarios presentó escritos ante la Corte Suprema en apoyo a la Universidad de Michigan.

Hubo docenas.

De hecho, había más amicus briefs de apoyo a la U-M que nunca habían sido presentados en nombre de una sola parte ante el Tribunal Supremo.

Estos fueron presentados por asociaciones profesionales, universidades, colegios de abogados, organizaciones nacionales de educación; líderes militares retirados; compañías Fortune 500, líderes electos, así como otros grupos e individuos.

Estos partidarios discutieron la importancia de la diversidad de sus perspectivas: Que es esencial para la competitividad de América en negocios, seguridad nacional, desarrollo de la fuerza laboral y la justicia social.

La lista incluyó el American Bar Association, el Consejo Nacional de La Raza, y empresas desde Abbott Laboratories a Xerox.

Incluso AFL-CIO y General Motors estaban en el mismo lado en esta cuestión.
Las batallas judiciales culminaron el 23 de junio de 2003, cuando la Corte Suprema de los EE.UU. emitió su sentencia.

El Tribunal confirmó la política de admisión de la Facultad de Derecho, y aunque anuló la política de admisión de pregrado específica de la universidad, la cuestión central fue contestada favorablemente: Ambas decisiones dijeron que la raza puede ser tomada en cuenta como uno de una serie de factores para alcanzar los beneficios educativos de un cuerpo estudiantil diverso.

La universidad había demostrado su caso de que la diversidad era vital para la educación superior -en una victoria que había tomado años construir.

Ese éxito, sin embargo, fue de corta duración, ya que una coalición se movilizó para llevar el asunto a los votantes en el estado de Michigan.

El resultado fue que la Propuesta 2 fue añadida en la boleta electoral en todo el estado en 2006.

Prop. 2 propuso una enmienda a la constitución del estado que prohibía a las instituciones públicas discriminar en contra, o dar un trato preferencial a, grupos o individuos, por motivos de raza, sexo, color, origen étnico u origen nacional.
Esta cubriría el empleo público, la contratación pública, y sí, la educación pública.
Fue aprobada 58 a 42 por ciento.

Aunque Prop. 2 fue impugnada en los tribunales, la Corte Suprema de Estados Unidos confirmó el derecho del público a enmendar la constitución del estado para este propósito.

Sigue siendo la ley en Michigan a este día.
Para nosotros, esto significa que no podemos considerar la raza o el origen étnico en las decisiones de admisión.

La enmienda significa que tenemos que trabajar más y ser más creativos para lograr la diversidad amplia dentro de los límites de la ley.

En la próxima década, espero que Michigan pueda indagar, innovar e impactar de una manera que mejore la diversidad en nuestro campus.

Yo he hecho de la diversidad, equidad e inclusión un foco importante de mi presidencia en la Universidad de Michigan.

Mi propia experiencia y el cuerpo de la investigación que he mencionado antes me dice que la diversidad es un componente esencial de la excelencia académica.

Primero lugar, creo firmemente que Michigan o cualquier institución de educación superior no puede lograr una verdadera excelencia académica sin diversidad.
Debemos aprovechar las experiencias y perspectivas de la diversidad más amplia posible de los estudiantes, facultad y personal.

Cuando vemos la diferencia como una comunidad académica, ampliamos nuestras oportunidades para aprender unos de otros.

El académico y comentarista Dr. Marc Lamont Colina puso esto de otra manera durante su discurso de apertura en el Simposio Dr. Martin Luther King Jr. de Michigan en enero.

Dijo que “la diversidad nos ayuda a llegar a ideas más complejas.”

Una parte clave de la realización de nuestro potencial cuando se trata de la excelencia es la creación de un clima en el campus que permita que la diversidad florezca en todas sus formas. No podemos descuidar a ningún grupo en nuestro trabajo.

Los de diferentes razas y etnias, orientaciones sexuales, identidades de género, creencias, niveles de ingresos, perspectivas políticas, puntos de vista, y discapacidades, todos deben sentirse bienvenidos.

Yo también creo que los que estamos en las instituciones públicas tenemos la responsabilidad de servir a TODA la humanidad.

Nuestro papel nos da una obligación especial de extender nuestro alcance a través de la amplitud de nuestra sociedad.

La raza y el origen étnico son, sin duda, una serie de factores clave en la ampliación de nuestro alcance.

Si no nos ocupamos de los verdaderos desafíos de garantizar una mayor la diversidad racial y étnica, no vamos a ser capaces de cumplir mejor nuestra misión pública.

El Centro Nacional de Estadísticas de Educación informa que ahora hay más estudiantes de minorías que los estudiantes blancos en las escuelas K-12 públicas de la nación.

El Brookings Institute ha publicado un nuevo mapa interactivo que muestra este fenómeno, que el instituto llama la “brecha generacional cultural”, con gran detalle.
Fue producido por el Dr. William Frey, quien es investigador del Instituto de Michigan para la Investigación Social.

Usted puede visitar la página web del instituto y hacer clic en los condados, lo que revela la proporción de la población de los diversos grupos raciales por edad.
Como se puede imaginar, mientras más jóvenes hay en una zonas, más gente de color que hay.

Esos son los estudiantes universitarios del mañana, y nuestro éxito dependerá de atraerlos a nuestros campus.

Al mismo tiempo, sabemos que los empleadores quieren graduados diversos, que puedan tener éxito en el ambiente multicultural del lugar de trabajo moderno.
Las implicaciones sociales de nuestro trabajo no se detienen ahí.

En los últimos años, se nos ha recordado trágicamente que las profundas heridas de la discriminación racial en Estados Unidos siguen sin cicatrizar.

La muerte de Michael Brown, Eric Garner, y Tamir Rice han expuesto los problemas de la sociedad que con demasiada frecuencia nos dividen como pueblo, con lucha racial, intolerancia y falta de igualdad de justicia bajo la ley.

También hay desafíos adicionales en las comunidades que servimos.

Por ejemplo, el Centro Nacional de la Pobreza en la Escuela Gerald R. Ford de Política Pública de Michigan ha descubierto que “las disparidades raciales en la pobreza resultan de la desventaja acumulada durante el curso de la vida, ya que los efectos de las dificultades en un dominio se derraman a otros dominios.”
Las disparidades en el acceso a la educación pública de calidad es un ejemplo.

A nivel nacional, sólo el 35 por ciento de los estudiantes afroamericanos que tenían altos puntajes de matemáticas en quinto grado se inscribieron en Álgebra I en el octavo grado.

La proporción de estudiantes blancos fue más del 60 por ciento.

El porcentaje de deserción escolar entre hispanos y nativos americanos de entre 16 y 24 años es más del doble de la media nacional, según el Centro Nacional para la Educación estadísticas.

El verano pasado, antes de empezar mi nuevo trabajo como presidente en Michigan, leí y me inspiró la biografía de una gran estadounidense, la jueza de la Corte Suprema Sonia Sotomayor.

La hija de inmigrantes puertorriqueños, Sotomayor creció en una comunidad donde la pobreza y el crimen eran una constante y pocos incluso podían soñar con la educación más allá de las escuelas públicas.

Con enorme talento y enfoque, el apoyo de su familia, algunos golpes de suerte, y ayuda financiera dirigida, Sotomayor se graduó de Princeton y Yale.

El resto, como dicen, es historia.

Estoy completamente convencido de que el talento se distribuye de manera uniforme en toda la población, pero sabemos que la oportunidad sin duda no lo es.
Parte de nuestra obligación como líderes de la sociedad es utilizar la educación para nivelar ese campo de juego.

Tenemos el desafío, sin embargo, de identificar a los estudiantes talentosos y motivados de comunidades desfavorecidas, y de convencerlos de que nuestra universidad les dará la bienvenida y apoyo, y que van a prosperar como miembros iguales y valiosos de nuestra comunidad académica.

Es evidente que estos y otros aspectos de la diversidad, la equidad y la inclusión son algunos de los muchos problemas que requieren la atención de la academia.
En Michigan, ya hemos iniciado el proceso de creación de un Plan Estratégico para la Diversidad de la universidad.

Como parte del esfuerzo más amplio, he pedido a las 19 escuelas de Universidad de Michigan que desarrollen sus propios planes.
El alcance global de estos planes no tendrá precedentes en nuestra escuela.
No están destinados a ser soluciones rápidas, sin embargo.

Debemos tomarnos el tiempo para hacerlo bien, y dentro de la ley, pero también debemos movernos con propósito.
Nuestro proceso de planificación será minucioso y colaborativo.

Apenas el mes pasado, convoqué una reunión de desayuno de dos horas con 200 estudiantes, miembros de la facultad y del personal y la próxima semana La rectora Martha Pollack y yo convocaremos a una reunión a todos los jefes de departamento de la U-M a una reunión sobre este tema.

También tendremos una Cumbre sobre la Diversidad en el otoño para toda la universidad.

Mi intención en un principio no es establecer metas específicas para el plan o siquiera definir cómo nuestro éxito será medido. Hacerlo a ocho meses de comenzar este trabajo sería perder la oportunidad de aprender de aquellos en el campus y en academia que han hecho tremendos trabajos en este sentido, así como aquellos que pueden tener nuevas ideas para compartir.

Por ejemplo, en nuestro campus, hemos puesto en marcha iniciativas que nos están ayudando mejorar la forma en que nos involucramos con grupos de estudiantes y futuros estudiantes y los propios estudiantes están informando su desarrollo.

Por ello hemos expandido los requisitos de elegibilidad para la matrícula estatal para ayudar a los estudiantes indocumentados.

Este cambio ofrece un camino claro a matrícula estatal, y viene después de conversaciones con los propios estudiantes indocumentados.

Muchos de ellos hablaban de cómo habían ido a escuelas en Michigan y se graduaron entre los primeros de su clases de secundaria.
Nuestro compromiso incluye dedicar recursos institucionales para ayudarles con ayuda financiera.

También estamos desarrollando una propuesta para crear nuevos servicios para los estudiantes universitarios de primera generación en Michigan.

Estos servicios ampliarán el trabajo de nuestro grupo de apoyo para estudiantes de primera generación, para que podamos servir mejor las necesidades de estos estudiantes, ayudándoles a sentirse más bienvenidos y ayudarles a navegar un sistema que puede ser desconocido.

La comunidad de Michigan se enteró de estos desafíos directamente, en un foro organizado y moderado por un estudiante de primera generación llamada Maricela Solana López.

Maricela era un estudiante de Michigan en Trabajo Social, y recolectó datos sobre primera generación de estudiantes en la universidad.

Cerró el panel mediante la contratación de asistentes para contribuir a las iniciativas de primera generación.

Estamos muy orgullosos de contar con grandes estudiantes como Maricela que comparten sus talentos y experiencia para hacer que nuestra universidad sea un lugar mejor.

No quiero entrometerme en su camino de un trabajo excelente, pero ya establecí un amplio conjunto de directrices para nuestra comunidad que voy a compartir brevemente.

Los planes deben inexorablemente vincular los valores de la excelencia académica y la diversidad.

Deben incluir las expectativas y las medidas de rendición de cuentas claras.
No deben centrarse sólo en el reclutamiento y demografía, sino también en el desarrollo de un clima de un campus inclusivo donde todos los miembros de nuestra comunidad se sientan igualmente valorados y facultados para participar y contribuir en todo lo que nuestra gran universidad tiene que ofrecer.

Cuando sea apropiado, debemos comprometernos a dedicar recursos para grandes ideas nuevas así como las áreas en las que ya están teniendo éxito y deberíamos presionar más.

Por último, quiero que sean innovadores y ambiciosos.

Mi objetivo con estos esfuerzos es aprovechar todo el talento, la energía y la creatividad dentro de la comunidad de la Universidad de Michigan, e incluso fuera de ella.

Sé que nuestro personal está observando las mejores prácticas en otros campus y programas que marcan la diferencia.

Y espero que algún día en el futuro, tal vez en la próxima década, pueda regresar aquí y compartir nueva historias de éxito.

Espero que todas nuestras instituciones tendrán diversos cuerpos estudiantiles, serán empleadores de diversos profesores y personal, y maximizarán el aprendizaje que esto tiene como resultado.

Sobre todo, espero que los estudiantes del mañana tengan todas las oportunidades de florecer y compartir sus talentos para mejorar nuestra sociedad.

Les doy las gracias por ser parte de este esfuerzo, y me siento orgulloso de ser un colega en el trabajo por delante.

Muchas gracias.

Archivado En:
,