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Ann Arbor, Mi.—Un nuevo estudio sobre chimpancés salvajes muestra que el factor más importante para predecir la frecuencia e intensidad de las patrullas fronterizas, que pueden terminar en ataques mortales, es el número de machos en el grupo. Entre más machos, mayor número de guardias territoriales.
Durante las patrullas fronterizas, raramente observadas por investigadores, los chimpancés pueden llegar a atacar y matar a sus vecinos, asegura John Mitani, Profesor de Antropología de la Universidad de Michigan y coautor de la investigación “Correlación de Conducta de Límites Territoriales en Chimpancés Salvajes” realizada conjuntamente con David Watts de la Universidad de Yale.
La comunidad científica sabe desde alrededor de 25 años que las patrullas fronterizas y los ataques fatales ocurren, sin embargo no había certeza sobre cuales son las razones para la frecuencia de las patrullas y la agresión.
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Los investigadores mantienen la hipótesis de que cinco factores pueden influir en la frecuencia de las patrullas: Disponibilidad de comida, actividad de caza, presencia de hembras en celo, presión de intrusos y la cantidad de machos en el grupo.
En el caso de las patrullas fronterizas, un grupo de machos se levantan sin dar ningún tipo de advertencia o señal, forman una fila ordenada y se alejan silenciosamente, dice Mitani. Este comportamiento es marcadamente distinto a las actividades de alimentación, que son bulliciosas y en las que el grupo se esparce.
“Lo que están haciendo realmente es buscar señales o contacto con miembros de otros grupos”, dice Mitani. “Si los patrulleros son más en número, iniciarán el ataque”. Durante los ataques, los chimpancés dan palizas y a menudo matan a sus vecinos.
Los grupos son generalmente machos, pero en raras ocasiones, se unen las hembras –por lo general infértiles—, advierte Mitani, que asegura las patrullas y los ataques son una parte importante de la sociedad entre los chimpancés.
“Ocupan alrededor de dos horas de un día de trabajo de 12 horas”, dice Mitani. “Esto no es un ejercicio insignificante, si tomamos en cuenta la energía que utilizan”, señala.
Los chimpancés viven en sociedades de escisión—fusión. Tal como los seres humanos en una ciudad, los chimpancés forman grupos y no están todos juntos al mismo tiempo en el mismo lugar. Sin embargo, en días de patrulla, los investigadores constataron que un mayor número de machos se unió en grupos, que en días sin patrulla. Por cada macho en el grupo, las posibilidades de una patrulla fronteriza aumentaron en un 17 por ciento.
Mitani y Watts observaron una comunidad de alrededor de 150 chimpancés en Ngogo, el Parque Nacional de Kibale y Uganda, reuniendo 24 meses de información a través de cinco años. La comunidad de Ngogo es significativamente más grande que las otras dos comunidades de chimpancés en Gomnbe y Taï, pero los machos en las tres comunidades patrullaron con la misma frecuencia considerando los números por cápita. Los chimpancés de Ngogo patrullaron con el doble de frecuencia en relación a las otras comunidades debido solamente al gran número de machos.
“Lo importante de todo esto es que el número de machos parece tener importancia. El número fortalece este comportamiento y los ataques”, señala Mitani.
Los chimpancés son los parientes más cercanos de los seres humanos y resulta tentador realizar analogías entre los comportamientos de humanos y los de chimpancés, especialmente porque es muy infrecuente entre mamíferos, salir a atacar a sus vecinos de esta manera. Pero Mitani advierte que la situación es mucho más complicada aún.
“Es difícil llegar a una conclusión general sobre lo que este estudio nos dice sobre el comportamiento humano”, advierte el investigador.
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