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La elección del mejor órgano para un transplante renal

06/12/2005

Estudio de la Universidad de Michigan revela beneficios en ampliar criterios de selección para encontrar a un donante de riñón dependiendo de la edad del paciente, el tiempo de espera para el transplante y la gravedad de la enfermedad renal.

ANN ARBOR, Michigan — Las posibilidades de supervivencia aumentan para pacientes con problemas renales si se utilizan criterios más amplios en la selección de los donantes de riñones según un estudio realizado a nivel nacional sobre el Registro Científico de Pacientes para Transplantes que será publicado mañana miércoles en la nueva edición del Journal of the American Medical Association, JAMA.

Los resultados, que pueden ofrecer una nueva esperanza a pacientes con enfermedades renales terminales que esperan un transplante de riñón, corresponden de un estudio a nivel nacional del Registro Científico de Pacientes de Transplantes

La investigación, liderada por un equipo médico de la Universidad de Michigan asegura que la selección de donantes de órganos con criterio amplio, DCA , es decir personas de más edad o con condiciones renales o médicas anteriores, cuyos órganos no eran utilizados en el pasado, no sólo aumenta el banco de donantes, pero también las posibilidades de supervivencia para ciertos pacientes con enfermedad renal terminal dependiendo de su edad, la gravedad de su dolencia y del tiempo de espera para recibir un riñón.

En la actualidad, hay más de 64,000 personas en EEUU esperando un transplante renal. Con la demanda en aumento y una menor disponibilidad de órganos de donantes fallecidos, la mayoría de los pacientes esperan años para recibir un riñón sano o que se ajuste a los criterios de selección.

Sin embargo, muchos no pueden esperar y cada vez más pacientes con enfermedades renales terminales eligen recibir un órgano de DCA, a pesar de acarrear un mayor riesgo, y que además los obliga a continuar en tratamiento de diálisis mientras esperan la disponibilidad de un riñón más sano, según el Dr. Robert Merion, profesor del Departamento de Cirugía de la Escuela de Medicina de la UM.

“El verdadero desafío ha sido determinar cuales son los pacientes que más se benefician hoy con un riñón de DCA, y cuales son los que tendrían más beneficios esperando un riñón más sano” advierte Merino, que es además el director de transplantes clínicos del Registro Científico de Pacientes de Transplantes, que es administrado por la Asociación de Investigación y Educación Renal Universitaria (URREA), una organización independiente y sin fines de lucro que apoya la evaluación constante del estatus científico y clínico del transplante de órganos en EEUU.

Robert Wolfe, especialista en bioestadísticas en la Escuela de Salud Pública de la UM explica que calcularon “el promedio de vida de pacientes que aceptaron la donación de un órgano elegido con criterio amplio, DCA, con el promedio de vida de los que permanecieron en diálisis esperando el transplante de un riñón elegido con criterios más selectivos para así poder ayudar a los pacientes a elegir entre estas opciones. La respuesta depende de la situación de cada paciente que tiene que evaluar las ventajas de un transplante realizado más temprano frente a mayores posibilidades de un fallo en el transplante”.

El estudio incluyó a todos los pacientes de diálisis de EEUU – un total de 109,127 personas– sometidos a este tratamiento por fallos renales e incluidos en el listado de espera para transplantes de órganos entre 1995 y el año 2002 a los que se les siguió su historia médica hasta el año 2004.

Factores como la edad, sexo, etnicidad, causa de la enfermedad renal y el tiempo de espera en el área de residencia para recibir un riñón seleccionado con criterio más selectivo, o no DCA, fueron tomados en consideración. Los resultados de los pacientes que no recibieron un transplante o que tuvieron que esperar para recibir un transplante de riñón seleccionado con criterios restringidos fueron combinados y comparados frente a los resultados en pacientes que recibieron un transplante de riñón de DCA.

Al final del estudio 7,790 recibieron un riñón de DCA, 41,052 recibieron un riñón de donantes fallecidos elegidos con criterios muy selectivos y 15,203 recibieron el transplante de un donante con vida y 45,082 murieron durante el proceso del transplante o mientras esperaban recibir el riñón de un donante.

En general, los que recibieron riñones de donantes elegidos con criterios más amplios tuvieron un 17 por ciento menos riesgo de morir a largo plazo si se los compara con los que permanecieron con tratamientos de diálisis o finalmente recibieron un transplante de un riñón no DCA.

En general dos grupos de pacientes pueden ser identificados como los mejores recipientes para el transplante de un riñón de DCA: Pacientes con tiempos de espera largos y/o acceso limitado a riñones de donantes y los que tenían una deficiencia renal causada por la diabetes que puede causar la muerte por otras complicaciones médicas, como ataques cardiacos o derrames cerebrales.

“Los riñones de DCA son claramente una buena solución en ciertas situaciones”, dice. “Este estudio nos permite con mayor claridad que antes, el maximizar los beneficios de riñones de DCA para pacientes y ofrecer una opción de transplante que les ofrecerá las mejores posibilidades de supervivencia”.

Merino advierte que el estudio ofrece nueva información de utilidad que los médicos dedicados a transplantes pueden utilizar a la hora de aconsejar a los pacientes que esperan un transplante de riñón.

Mientras este estudio se centra en índices de supervivencia de pacientes con transplantes de riñones, Merino advierte que en el futuro se tendrán que hacer investigaciones sobre asuntos de calidad de vida en los pacientes que permanecen con tratamientos de diálisis y los que eligen un transplante de DCA.

Junto a Merino y Wolfe participaron en la investigación Valarie B. Ashby, Tempie E. Hulbert—Shearon, ambos del departamento de Bioestadísticas de la UM y del Registro Científico de Pacientes para Transplantes de Ann Arbor; Dale A. Distant Médico del Departamento de Cirugía del State University of New York Health Sciences Center en Brooklyn; Robert A. Metzger, del TransLife—Florida Hospital Medical Center; Akinlolu O. Ojo, del Departamento de Medicina Interna de la UM; y Friedrich K. Port, de la Asociación de Investigación y Educación Renal Universitaria .

Este estudio utilizó información de los recursos del Registro Científico de Pacientes para Transplantes y de la Red de Distribución y Transplantes, ambas organizaciones reciben financiación de la Administración de Recursos y Servicios de Salud de EEUU y la Oficina Estadounidense de Servicios Humanos y de Salud. Referencia: JAMA Vol. 294, No. 22.

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