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Pacientes con cáncer renal reciben tratamientos demasiado agresivos, según estudio

09/02/2006

A la mayoría de los pacientes se les extrae un riñón, a pesar de que hay otras opciones de tratamiento que evitan la pérdida del órgano.

ANN ARBOR, Michigan — Las cirugías mínimamente invasivas, que conservan el tejido sano del órgano, son raramente utilizadas para tratar cáncer renal en etapa inicial, según un estudio difundido hoy, jueves, por investigadores del Centro de Cáncer de la Universidad de Michigan.

La mayoría de los pacientes que tienen un pequeño tumor en el riñón, reciben como tratamiento la extracción total del órgano, a pesar de que serian candidatos para una cirugía que sólo extrae el cáncer y mantiene el resto del riñón. Este tipo de cirugía, ha sido relacionada con una mejor calidad de vida y una mejor conservación de las funciones renales a largo plazo.

Estudios han demostrado que para tumores de un tamaño menor a los 4 centímetros, extraer sólo el tumor y un pequeño margen de tejido sano (nefrectomía parcial) es tan efectivo como la extracción total del riñón, una operación llamada nefrectomía radical. Asimismo, por el hecho de mantener la parte sana del riñón afectado, los pacientes son menos vulnerables a un deterioro de las funciones renales a largo plazo, que constituye un factor importante para pacientes que padecen otras condiciones médicas que afectan a los riñones, como diabetes e hipertensión. Además, el mantener una parte del riñón crea más opciones si el paciente llega a desarrollar un segundo tumor, en el otro riñón, un riesgo que enfrentan un pequeño porcentaje de personas con cáncer renal.

El estudio investigó a un total de 14,647 personas tratadas entre 1988 y 2001 por cánceres renales de menos de 7 centímetros. La información fue obtenida del Programa de Vigilancia, Epidemiología y Resultados Finales (en Inglés, Surveillance, Epidemiology and End Results, SEER registry) que reúne información anual sobre la incidencia del cáncer, tratamiento y mortalidad. Los resultados del estudio serán publicados en la edición de marzo del Journal of Urology.

Los investigadores descubrieron que durante el intervalo de 13 años, sólo un 9,6 por ciento de los pacientes fueron tratados con nefrectomía parcial, mientras que el 90 por ciento restante fue sometido a una nefrectomía radical. Entre más pequeño el tumor, más las posibilidades de que el paciente recibiera una nefrectomía parcial, pero incluso entre este grupo, la nefrectomía parcial fue utilizada con una frecuencia mínima: Un 40 por ciento de los pacientes con tumores más pequeños que 2 centímetros recibieron una nefrectomía parcial y un 20 por ciento de los pacientes con tumores entre 2 y 4 centímetros, también.

Una posibilidad que explica el gran número de nefrectomías totales, es según los investigadores, que este tipo de intervención, más que la nefrectomía parcial es posible de realizar con una cirugía laparoscópica que es mínimamente invasiva. Es decir, que requiere una incisión pequeña y que la recuperación del paciente, es en general más fácil que en una cirugía abierta. La nefrectomía parcial puede ser realizada con una laparoscopia, pero es técnicamente más difícil y no se ofrece en todos los centros asistenciales.

“Para la mayoría de los cirujanos, la nefrectomía parcial, ya sea abierta o laparoscopia, es una operación más difícil que la de extraer la totalidad del riñón. Numerosos médicos pueden extraer un riñón con laparoscopia, pero tienen menos experiencia en una laparoscopia para una nefrectomía parcial. En los últimos años de este estudio, estas consideraciones técnicas pueden haber influido en la manera en que los médicos presentaban sus opciones de tratamiento a los pacientes y cómo estos decidían que tipo de cirugía elegir”, dice David Miller, uno de los autores del estudio y lector de Urología Clínica en la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan.

La nefrectomía parcial acarrea riesgos únicos, incluidos una posibilidad mayor de hemorragia o filtración de orina después de la cirugía. En general, estas complicaciones pueden ser tratadas y no presentan efectos a largo plazo.

No todos los pacientes con cáncer renal son elegibles para una nefrectomía parcial. Mientras el tamaño del tumor es un factor fundamental a ser considerado, otros elementos que deben ser evaluados son la ubicación general del tumor en el riñón, el nivel de funcionamiento del riñón afectado, otras condiciones médicas, incluidas diabetes, presión alta, cálculos renales y las preferencias del paciente. Para este análisis no hubo disponibilidad de información relacionada con estos factores.

En cuanto a las preferencias de los pacientes, Miller compara esta situación con el cáncer a la mama en estado inicial, cuando los pacientes se enfrentan a la opción entre una mastectomía, que extrae la totalidad de la mama o una nodulectomía, que conserva la anatomía de las mamas, pero exige un tratamiento de radiación.

“Es una decisión de tratamiento muy importante. Nuestra función como médicos es ayudar a los pacientes a entender que las dos cirugías son similares en términos de tratar el cáncer, pero cada una de ellas acarrea un conjunto de preocupaciones que tienen un significado distinto para cada paciente individual. Los hospitales deberían ofrecer a los pacientes con tumores renales pequeños toda la gama de cirugías, desde una nefrectomía abierta y total a una nefrectomía parcial laparoscópica. Si los pacientes saben que tienen esas opciones disponibles, podrán tomar una decisión informada”, dice Miller.

“A pesar de que la nefrectomía parcial tiene beneficios importantes y es posible, no realiza en forma generalizada. Tenemos que descubrir lo que esta sucediendo. ¿Son los pacientes los que la rechazan? ¿No son elegibles? Tenemos que asegurarnos la oferta de todas las opciones quirúrgicas a los pacientes para que puedan adoptar una decisión que sea la mejor para ellos”, dice Brent Hollenbeck, otro de los autores del estudio y Profesor adjunto de Urología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan.

Además de Miller y Hollenbeck, otros autores del estudio son John Hollingsworth, residente del Departamento de Urología de la U de M; Khaled Hafez, profesor adjunto de Urología y Stephanie Daignault, una especialista en bioestadísticas del Centro de Cáncer de la U de M. El estudio de Miller fue financiado por los Institutos Nacionales de la Salud y el Subsidio de entrenamiento para Investigación de Salud Clínica.

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