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Una prueba fácil para evaluar riesgos de muerte súbita cardiaca puede ahorrar a Medicare cientos de millones de dólares anuales

13/03/2006

Los desfibriladores de implante pueden prevenir la muerte súbita cardiaca, pero una prueba simple puede revelar cuales pacientes presentan más riesgos.

ANN ARBOR, Michigan — Medicare anunciará próximamente si incluirá en su cobertura una prueba de 400 Dólares que evalúa los riesgos de una muerte cardiaca súbita. Un estudio difundido hoy, jueves, por investigadores de la Universidad de Michigan, U de M, revela que si la prueba es llevada a la práctica, puede ahorrar cientos de millones de dólares a largo plazo.

Los investigadores utilizaron un sofisticado modelo computacional para calcular el impacto de utilizar la prueba de dinámica de alternancias de onda, PDAO, (En Inglés, microvolt T—wave alternans, MTWA), que establece cuáles son los pacientes que obtendrían beneficios con el implante de un dispositivo que inicia automáticamente los latidos de un corazón que dejó de latir.

Estos dispositivos, con el nombre de desfibrilador cardioversor de implante, DCI, (En Inglés, implantable cardioverter defibrillators, ICD), actúa como un agente que lanza un schock, que detiene la fibrilación del músculo ventricular y restaura el latido normal, han salvado vidas que se habrían perdido por un paro cardiaco repentino, que mata a 300.000 estadounidenses cada año.

Hace un año atrás, Medicare amplió su cobertura para este tipo de desfibriladores e incluyó a muchos más pacientes cardiacos; se calcula que en la actualidad hay alrededor de medio millón de personas mayores de 65 años que son candidatos a recibirlos . Los costes de realizar este implante pueden llegar a 3 mil millones de dólares anuales si los criterios de selección son los mismos a los utilizados en el MADIT—2, una prueba clínica anterior que incluyó información recogida en numerosos países a miles de pacientes con desfibriladores y cuyos resultados llevaron a Medicare a aprobar el procedimiento. La colocación del dispositivo tiene un coste de $35,000 por persona, incluido el implante, además que requieren la sustitución periódica de baterías y presentan el riesgo de que el dispositivo falle.

Los investigadores de la U de M, que presentaron el estudio durante la sesión científica del Colegio Estadounidense de Cardiología , advirtieron que la prueba de evaluación de riesgos, podría ahorrar una parte importante de los costes, si los médicos colocan los dispositivos sólo a personas que arrojan resultados inconclusos o anormales en la prueba. Estudios anteriores revelan que pacientes que realizaron la prueba PDAO con resultados negativos o normales, tienen menos riesgo de una muerte súbita cardiaca.

La clasificación de riesgos de los candidatos que se ajustan al criterio utilizado en el MADIT—2, podría ahorrar a Medicare $690 millones de dólares al año, incluso después de incluir los costes de la prueba PDAO y los cuidados de salud de los pacientes que no reciben un desfibrilador implantable, según los autores del estudio.

“En numerosos estudios se ha mostrado que el desfibrilador tiene utilidad de costes, lo que quiere decir que estos son aceptables considerando el beneficio a los pacientes”, advierte el autor líder del estudio, Paul Chan, residente del Departamento de Cardiología de la u de M. “Un dispositivo con una análisis de costes—utilidades beneficioso, pero aún así, financiarlo no es factible para la sociedad, si la condición médica que trata, es muy generalizada. Nuestro estudio demuestra el impacto si se utilizan variables adicionales que ayudan en la toma de decisiones para el uso de dispositivos caros”, advierte Chan. La prueba de evaluación de riesgos PDAO, está ganando aceptación entre cardiólogos, pero será más comúnmente utilizada si Medicare decide cubrirla.

La prueba de dinámica de alternancias de onda, PDAO, muestra mínimas variaciones en los impulsos eléctricos del corazón. Estas variaciones no pueden ser detectadas en la prueba convencional del ritmo cardiaco, el electrocardiograma, pero el PDAO detecta los cambios con sensores especiales instalados en el cuerpo del paciente durante una sesión breve de ejercicios. Dos compañías fabrican el equipo utilizado para realizar las pruebas, pero Chan y sus colegas no tienen relación con esas empresas, ni con las que producen los desfibriladores.

Durante la sesión del Colegio Estadounidense de Cardiología, Chan recibirá además el premio Parmley por sus investigaciones anteriores sobre el uso de la prueba PDAO para predecir la muerte súbita cardiaca. En un estudio que presentó en esa organización y será publicado en el Journal of the American College of Cardiology, Chan demostró que los pacientes elegibles para recibir desfibriladores implantables, elegibles para recibir atención primaria por riesgo de muerte súbita cardiaca y con resultados positivos o inconclusos en la prueba PDAO tenían el doble de posibilidades de morir que otros pacientes con cuadros médicos similares con resultados negativos en la prueba PDAO. El estudio de Chan también mostró que un tercio de los pacientes que cumplen con el criterio de Medicare para recibir un desfibrilador implantable, tienen resultados normales en la prueba de MTWA.

Para el nuevo estudio presentado durante la sesión, que también será publicado en Journal of the American College of Cardiology, Chan y sus colegas utilizaron un modelo de computación llamado Markov para simular los costes, beneficios y resultados en la salud para personas de 65 años que cumplen con los criterios para que Medicare les cubra el implante de un desfibrilador.

El modelo utiliza una variedad de conjeturas sobre que porcentaje de pacientes sufriría problemas cardiacos a largo plazo con un desfibrilador o sin él y cuantos pacientes sufrirían complicaciones relacionadas con el implante. También incluyó conjeturas sobre la proporción de pacientes que moriría dependiendo de su tratamiento o el estatus de la prueba PDAO. Todas estas conjeturas se basaron en información arrojada por pruebas clínicas anteriores de desfibriladores implantables o escenarios que consideraban las mejores o las peores condiciones. Los costes por los cuidados de salud también fueron incluidos, entre ellos, los de la prueba de PDAO, los de los desfibriladores, el cuidado de salud de los que permanecieron sanos o sufrieron de un problema cardiaco con o sin desfibrilador.

Para tomar en cuenta las incertidumbres propias de todas las variables clínicas, los investigadores realizaron varios niveles de análisis de sensibilidad, incluido análisis utilizando 10 mil simulaciones en las que todos los modelos de variables fueron utilizadas al azar. Este análisis, conocido como la simulación Monte Carlo, permitió a los investigadores a examinar la distribución de los proporciones posibles en los costes—utilidad por cada año de vida ajustado por calidad (En Inglés, quality—adjusted life year, conocido como QALY), que es una manera estándar de evaluar la efectividad de costes de una intervención médica.

Chan advierte que los resultados no son para que los médicos no sugieran un desfibrilador a pacientes que necesitan prevención. Pero espera que la información sea útil a la hora de tomar decisiones sobre el empleo des recursos en este tipo de cuidados de salud — y que más investigaciones examinarán la frecuencia con que los médicos deben realizar la prueba PDAO en pacientes sin desfibrilador para evaluar cambios en el riesgo de muerte súbita .

Además de Chan, otros autores de la presentación en el Colegio Estadounidense de Cardiología incluyen a: Kenneth Stein, del Centro Médico Weill Cornell; Theodore Chow, del Centro de Cardiología y Vascular de Ohio; A. Mark Fendrick, y Sandeep Vijan, del departamento de Medicina General de la U de M y J. Thomas Bigger, M.D., de la Universidad de Columbia .

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