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Evaluación sobre abuso de sustancias en adolescentes accidentados puede ayudar a reducir conductas arriesgadas

17/05/2006

Estudio de la Universidad de Michigan revela el valor de evaluaciones de rutina para pacientes adolescentes accidentados: Un 11.2 por ciento arrojó resultados positivos en pruebas de alcohol, un 29 por ciento en opiáceos y un 20 por ciento en cannabis.

ANN ARBOR, Michigan—Los adolescentes se caracterizan por experimentar con sus propios límites—como regresar casa pasada la hora acordada, decir palabrotas y ausentarse de la escuela. Algunos van aún más allá y participan en conductas arriesgadas como conducir vehículos de manera irresponsable, que combinado con el consumo de alcohol o drogas, puede resultar en accidentes graves o incluso la muerte.

Investigadores del Sistema de Salud de la Universidad de Michigan creen que una forma de reducir este tipo de conductas arriesgadas es realizar una evaluación de drogas a todos los pacientes pediátricos con traumatismos ingresados en hospitales, y ofrecer programas breves de intervención para aquellos que arrojan resultados positivos.

El estudio reveló que alrededor de un 40 por ciento de los pacientes pediátricos entre los 14 y los 17 años con traumatismos, tuvieron resultados positivos en las pruebas de abuso de sustancias. De ellos, un 29 por ciento arrojó resultados positivos para opiáceos como opio o heroína, un 11.2 por ciento para alcohol y un 20 por ciento para cannabis o marihuana.

Estos resultados, publicados en la edición de mayo de la revista Journal of Pediatric Surgery, sustentan el valor de realizar evaluaciones de rutina para establecer el abuso de sustancias en todos los pacientes adolescentes heridos ingresados en hospitales, sin distinción de edad, sexo o tipo de trauma, asegura el autor del estudio Peter F. Ehrlich, Profesor adjunto del Departamento de Cirugía Pediátrica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan.

“Los dos temas de salud que enfrentan los adolescentes, que son posibles de prevenir, son accidentes que terminan en muerte o incapacidad y opciones de estilo de vida que tienen consecuencias adversas para la salud a largo plazo”, dice Ehrlich. “Para ayudar a cambiar estas conductas de riesgo, es fundamental que las evaluaciones de drogas y programas de intervención breves en abuso de sustancias, sean incluidos en el tratamiento de todos los adolescentes accidentados”.

Como centro de traumatismo pediátrico de nivel 1, las evaluaciones de rutina de drogas para todos los pacientes entre los 14 y los 17 años están incluidas en el protocolo de tratamientos por accidentes. Incluso, según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y Alcoholismo, los centros de traumatismo son un lugar ideal para realizar pruebas de alcohol y programas de intervención breves. Estudios anteriores han demostrado la efectividad de costes en este tipo de programas, con ahorros en cuidados de salud de $3.81 dólares por cada $1 dólar gastado en pruebas e intervención.

Sin embargo, un sondeo reciente de cirujanos de traumatismos de adultos reveló que menos de un 20 por ciento realizaba pruebas de alcohol o de drogas a sus pacientes y en centros de traumatismo pediátrico se realizaron aún menos pruebas y menos programas de intervención.

Para desarrollar programas efectivos de pruebas de drogas e intervención en adolescentes, los expertos de salud deben adquirir primero una mejor comprensión sobre la población que van a tratar, dice Ehrlich.

Ehrlich y sus colegas investigaron a 443 pacientes entre los 14 y los 17 años ingresados al hospital por heridas graves, y trabajaron para determinar la frecuencia de las pruebas para determinar el abuso de sustancias y también en las características de las heridas en aquellos pacientes con resultados positivos en evaluaciones de abuso de sustancias.

Los pacientes, que fueron admitidos en el hospital entre los años 1999 y 2003, fueron divididos en tres categorías: Aptos para las pruebas, pero no la recibieron; aptos para las pruebas, con resultados negativos; aptos para las pruebas, con resultados positivos.

En total, solo un 40 por ciento de los adolescentes fueron sometidos a pruebas. Un número mayor de adolescentes de 17 años dieron resultados positivos en evaluaciones de abuso de sustancias en relación a los de 14 años, sin embargo, los investigadores descubrieron que menos adolescentes de 14 años fueron sometidos a evaluaciones.
El índice de consumo de cannabis entre las mujeres fue significativamente más alto, pero no hubo diferencias fundamentales entre los sexos en el uso de opiáceos o alcohol. Entre los tres grupos, los investigadores no encontraron diferencias en relación al sexo, tiempo de estadía en el hospital o tipo de traumas. Sin embargo, los adolescentes que participaron en colisiones en bicicleta mostraron más posibilidades de dar resultados positivos en evaluaciones de drogas.

De los pacientes con resultados positivos la mayoría fueron enviados a terapias tras recibir el alta del hospital.

“Si realmente queremos tener un impacto en el cuidado de estos adolescentes, las evaluaciones de drogas no pueden ser realizadas de manera selectiva e irregular”, dice Ehrlich.

“Los que beben (alcohol) antes de los 19 años tienen de manera considerable más posibilidades de conducir tras beber o de subirse (como pasajero) en un vehículo con alguien que ha bebido—y las posibilidades de accidentarse son dos o tres veces más que los adultos en edad legal para consumir alcohol. Necesitamos usar esta oportunidad, cuando pacientes adolescentes están bajo nuestros cuidados, para intervenir y ayudar a prevenir conductas arriesgadas que pueden llevar a accidentes futuros o incluso la muerte”.

Junto a Ehrlich, otros autores del Sistema de Salud de la Universidad de Michigan fueron Joanna K. Brown, y Robert Drongowski.

Referencia: Journal of Pediatric Surgery, Mayo 2006, Vol. 41, Ejemplar 5.

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