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¿Vacunar o no vacunar? Investigación evalúa la forma en que tomamos decisiones complejas sobre salud

31/05/2006

Imaginarse una situación desde la perspectiva de otra persona, puede ayudar a adoptar decisiones médicas delicadas, según investigadores de la Universidad de Michigan y de la Oficina de Asuntos para Veteranos.

ANN ARBOR, Michigan.—Si la gripe aviar llegara a EEUU, cuál sería su elección: ¿Optaría por una vacuna experimental y arriesgada ahora, o la evitaría enfrentando así un riesgo aún mayor y la posibilidad de morir durante la epidemia? ¿Qué elegiría para su hijo? ¿Que decidiría si usted fuera el encargado de salud pública en su comunidad?

Un nuevo estudio demuestra la manera como realizamos este tipo de decisiones complejas, y la forma en que nuestras decisiones pueden cambiar dramáticamente, si por un momento retrocedemos y nos colocamos en el lugar de los demás.

Los resultados de esta investigación pueden ayudar a individuos que enfrentan decisiones severas sobre su salud y a líderes que tienen que elegir entre distintas opciones para grupos numerosos de individuos. También puede aclarar situaciones cuando personas toman decisiones de salud que van en contra de los consejos de expertos y autoridades y finalmente, puede ser una ayuda para guiar a los médicos en aconsejar a los pacientes.

En la edición de Junio, de la revista Journal of General Internal Medicine, que se distribuye mañana, jueves, un equipo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan y el Sistema de Salud de la Oficina de Asuntos para Veteranos de Ann Arbor, publicó un estudio que incluye a 2,400 personas de todas las edades y procedencias que completaron extensos cuestionarios por línea.

Los participantes del estudio fueron inicialmente divididos al azar en cuatro grupos. A las personas en un grupo de participantes se les pidió imaginarse que eran pacientes en dos escenarios médicos distintos — en una vacuna experimental contra de una gripe mortal y en una quemoterapia para un cáncer de crecimiento lento— y se les pidió elegir una opción médica o correr el riesgo sin ella. Cada una de las opciones tenía riesgos y beneficios, a pesar de que estadísticamente, la mejor opción en cada uno de los escenarios era la de vacunarse y someterse a la quemoterapia.

A los tres grupos restantes se les entregó los mismos escenarios médicos, pero se les pidió imaginarse el problema desde perspectivas diferentes. Un grupo se tenía que colocar en el lugar de un médico aconsejando a un paciente, otro en el papel de un padre decidiendo por un niño, y un tercer grupo en el de director médico de un hospital que elaboraba las directivas para tratar a numerosos pacientes. Los cuatro grupos realizaron decisiones de tratamientos y también informaron sobre las emociones que les provocó cada una de esas decisiones.

Los resultados fueron notables. Sólo un 48 por ciento de las personas que estaban en el papel de pacientes aseguraron que elegirían la vacuna contra la gripe para sí mismos, pero un 57 por ciento de los que hacían de padres dijeron que decidirían por vacunas para los niños, un 63 por ciento de los que hacían el papel médicos aseguraron que aconsejarían a sus pacientes de vacunarse y un 73 por ciento de los que actuaban como directores médicos elegirían vacunar a un gran número de pacientes.

El mismo modelo se repitió en el escenario de la quemoterapia, con un 60 por ciento eligiendo hacerla para sí mismos, un 72 por ciento para sus hijos y un 68 por ciento optaron por aconsejar pacientes individuales y grupos de hacer la quemoterapia.

“Es muy difícil ver el panorama general cuando uno enfrenta una decisión médica delicada”, dice Brian Zikmund—Fisher el autor principal del estudio, “Nos involucramos en nuestra propia situación y esa perspectiva nos hace enfocar sólo ciertos aspectos del problema e ignorar otros”. También, es parte de la naturaleza humana el evitar una decisión que le pueda traer un daño inmediato— a pesar de que el enfoque de “esperar y ver” pueda traer incluso mayores riesgos que iniciar acción. Es una reacción que los investigadores llaman la “tendencia de omisión”.

“Tratar de colocarse en el lugar de otra persona puede darle otra perspectiva cuando hay que adoptar una decisión difícil de salud”, explica Zikmund—Fisher. “Si nos tomamos un momento, una pausa y consideramos la situación desde otro ángulo, esto nos puede ayudar a ver las distintas partes de la información pertinentes al caso. Si hacemos esto, puede que terminemos adoptando una decisión distinta, pero incluso si no lo hacemos, podemos tener la confianza de que hemos realizado una decisión informada”.

El estudio resalta además otra tendencia humana que surge cuando estamos en posición de tomar decisiones por otra persona: El tratar de hacer todo lo que esta en nuestro poder para ayudarlos. Ya sean los padres decidiendo por sus hijos, una mujer eligiendo por su marido incapacitado o un adulto eligiendo por uno de sus padres ancianos. Este tipo de decisiones suceden diariamente.

“En estos casos, la suposición natural es de que los médicos pueden tomar las decisiones como lo haría usted, pero esto no es necesariamente cierto porque están viendo la situación desde una perspectiva distinta” dice Zikmund—Fisher, un científico especializado en el proceso de decisión e investigador en el Centro de Ciencias de la Decisión y del Comportamiento en Medicina en la Universidad de Michigan, que además trabaja en la Oficina para Asuntos de Veteranos. De la misma manera como participantes de este nuevo estudio se comportaron cuando tuvieron que colocarse en el lugar de un médico o director médico, los profesionales sanitarios pueden tener la tendencia de elegir tratamientos más activos incluso si estos acarrean riesgos, aseguran los investigadores. Desde su perspectiva, adoptar una acción es una opción más justificable a no hacer nada y aceptar riesgos mayores. Lo mismo es cierto para directores médicos de hospitales y de seguros médicos, que tienen que adoptar decisiones justificables y defendibles para grupos de pacientes.

Los resultados del estudio también sugieren que los médicos no deben evitar el guiar las decisiones de los pacientes, como han sugerido algunos estudios que podría estar sucediendo en esta era en que los cuidados de salud están motivados por el consumidor. Los médicos pueden ofrecer una perspectiva de valor sobre una las alternativas médicas, sin ser paternalistas, cuando les ofrecen información a los pacientes sobre su condición y las opciones de tratamiento.

El medico Peter Ubel, otro de los autores del estudio, que es además el director del Centro de Ciencias de la Decisión y del Comportamiento en Medicina y profesor de Medicina Interna de la Escuela de Medicina de la U—M, cree que el estudio enfoca en la tensión existente en la relación entre doctor y paciente: “La mayoría de la gente trata de seguir la regla de oro, hacer a los otros como si se lo harían a sí mismos. Pero en este estudio, la gente parece haber seguido otra regla : La regla de platino quizás? Hacen de manera distinta a otros, lo que se harían a sí mismos y para las situaciones de salud que estudiamos, tomaron mejores decisiones para otras personas que para sí mismos. Si los médicos piensan de esta manera cuando hablan con sus pacientes, pueden terminar ayudándolos convenciéndolos de tomar decisiones –buenas decisiones—que no tomarían de otra manera”.

Los investigadores se sorprendieron por lo que descubrieron al tabular las respuestas emocionales presentadas por los participantes del estudio en cada escenario. Los escenarios que incluían la decisión por un niño o un paciente, provocaron más reacción emocional que aquellos que tomaron decisiones para sí mismos. Zikmund—Fisher especula que esto sucede probablemente porque es fácil evocar el potencial del impacto emocional al tomar una decisión compleja para otra persona, que imaginarse a uno mismo en una situación que no existe.

En la actualidad, los investigadores trabajan en ampliar sus estudios en las decisiones sobre situaciones de término de vida, cuando las opciones son a menudo muy complejas para familiares y personal clínico. También esperan realizar el estudio en grupos demográficos específicos, en vez de un grupo generalizado. Además de Zikmund—Fisher y Ubel, otros autores del estudio incluyen a Angela Fagerlin, Ph.D. y Brianna Sarr, B.S., del CDBSM. El estudio fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud.

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