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La Libertad no es siempre saludable para el hombre

26/06/2007

ANN ARBOR, Michigan— La libertad económica puede ser mala para su salud si lo coge en el fervor de la competencia por el estatus, la riqueza y el poder.

Un nuevo estudio de la Universidad de Michigan, UM examina los modelos de mortalidad en 14 países de Europa del Este antes, durante y después de la transición de la economía de planificación centralizada a una economía de mercado en la década de los 90. Los investigadores descubrieron que la diferencia en los índices de mortalidad entre hombres y mujeres aumentaron enormemente durante la transición a una economía de mercado y se mantuvieron relativamente altas después. El estudio fue realizado por Daniel Kruger, un investigador de la Escuela de Salud Pública y Randolph Nesse, Profesor de del Instituto de Investigación Social. Los investigadores analizaron información sobre mortalidad recogida por la Organización Mundial de la Salud, OMS.

A primera vista, los resultados parecen ser ilógicos, debido al el optimismo asociado con la caída del muro y el término de la era soviética, pero está en línea con lo que investigadores ya saben sobre diferencias en mortalidad entre hombres y mujeres. Históricamente, en los hombres, la competencia por los recursos está vinculada con el éxito reproductivo, pero esta competencia también genera comportamientos arriesgados y estrés.

Las grandes diferencias entre los sexos en los índices de mortalidad ocurren por causas externas, que reflejan un cambio hacia comportamientos más arriesgados y también por causas internas, que señalan un impacto fisiológico mayor del estrés. Por ejemplo, el índice de mortalidad por causas intencionales, como homicidio y violencia, han aumentado al doble desde la transición.

“Básicamente, la transición económica y política fue más adversa para la salud de los hombre que de las mujeres,” dice Kruger. “La razón es que antes de la transición no habían demasiados incentivos para la competencia porque no habían muchos recursos o diferencias en el estatus social, la mayoría de la gente se encontraba igualmente bien.”

Ciertos grupos de hombres sufrieron más impacto que otros, dice Kruger. Las personas en edad de jubilación casi no se vieron afectadas, porque no tuvieron que competir económicamente. Los menores de 25 años tampoco se vieron afectados de manera adversa, probablemente porque vieron grandes oportunidades en la transición. Esto también está en línea con investigación existente. En países occidentales, las diferencias de sexos en los índices de mortalidad son mucho mayores en poblaciones socioeconómicas bajas, que enfrentan mayor competencia por los recursos y el estatus.

Se registraron grandes diferencias entre países dependiendo de lo bien posicionados que estaban cuando ocurrió la transición a la economía de Mercado, dice Kruger. Por ejemplo, la República Checa, ya tenía una buena base industrial; Praga, su capital no sufrió la destrucción de la Segunda Guerra Mundial y era un centro turístico. Tuvo una de las diferencias en mortalidad más bajas. Las antiguas Repúblicas Soviéticas Socialistas no se desarrollaron tan bien económicamente y esto se refleja en grandes aumentos en las diferencias de mortalidad.

Los descubrimientos nos ofrecen un entendimiento en los tipos de políticas sociales y económicas que pueden beneficiar la salud, dice Kruger. Aumentos dramáticos en la desigualdad del ingreso puede llevar a efectos similares en países occidentales.

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El estudio publicado en la revista Psicología Evolución

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