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Angioplastia de emergencia ha aumentado dramáticamente en la última década, pero un 10% de los pacientes que la necesitan no la reciben

03/08/2007

ANN ARBOR, Michigan— Muchos más pacientes con ataques cardiacos reciben tratamiento de emergencia con angioplastia o fármacos para arremeter contra coágulos y reabrir sus arterias bloqueadas que hace una década, según un estudio divulgado hoy, viernes. Sin embargo, un 10 por ciento de los pacientes con ataques cardiacos, que podrían beneficiarse con este tratamiento de urgencia, que salva vidas y previene daños permanentes al músculo cardiaco, no lo reciben, según la misma investigación.

La posibilidad de no tener tratamiento que puede salvar la vida fue más alta entre los pacientes con ataques cardiacos sin los síntomas típicos, como dolor en el pecho, los que llegaron al hospital después de seis horas o más tras el inicio del ataque, mujeres, personas mayores de 75 años y personas no blancas.

El estudio, publicado en la revista American Journal of Medicine por un equipo de cardiólogos del Centro Cardiovascular de la Universidad de Michigan y la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale se basa en información recogida entre los años entre los años 1994 y 2003 de 238.291 pacientes que tuvieron un tipo de ataque cardiaco para el cual este tipo de terapia es la adecuada.

Esta es la evaluación más completa sobre el uso de “reperfusión” en salas de emergencia, un término que describe un tratamientos que puede rompe coágulos y otros bloqueos en las pequeñas arterias del corazón y restaurar el flujo sanguíneo en el músculo cardiaco. En el período de diez años del estudio, el porcentaje de pacientes que podría haber tenido reperfusión de emergencia, pero no la tuvo, se redujo de un 20 a un 10 por ciento– un logro importante que los autores atribuyen a las pruebas cada vez más numerosas de los beneficios de angioplastia de emergencia y el aumento de la disponibilidad del tratamiento en hospitales estadounidenses y el esfuerzo nacional para mejorar el cuidado de salud.

El banco de datos para el estudio, llamado el Registro Nacional de Infarto al Miocardio, incluye información detallada de la condición de cada paciente que puede ser utilizada para evaluar si cumple con el criterio para recibir una angioplastia de emergencia o tratamiento con fármacos que ataquen los coágulos.

Pero son esos detalles que revelan una distancia problemática entre el número de pacientes que podrían haber recibido el tratamiento, pero no lo recibieron. “Probablemente nunca vamos a tener un 100 por ciento, pero si un 10 por ciento de los pacientes elegibles no son tratados, aún demasiados” dice el primer autor del artículo Brahmajee Nallamothu, profesor asistente de Medicina Vascular en la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan, UM.

“Esperamos que nuestro estudio destaque las oportunidades para mejorar los cuidados de salud y especialmente los subgrupos de riesgo que son los que tienen menos posibilidades de recibir terapia de reperfusión a pesar de su elegibilidad, para que podamos enfocar nuestros esfuerzos clínicos hacia ellos”.

Harlan Krumholz, autor del estudio añade: “Este estudio arroja buenas y malas noticias. Definitivamente hemos logrado progreso tratando a los pacientes adecuados, pero nuestros descubrimientos indican que debemos mejorar aún más para asegurarnos que ningún paciente que pueda beneficiarse con esta terapia, deje de recibirla”. Krumholz tiene la silla Harold H. Hines, Jr como Profesor de Medicina en la sección Cardiovascular y es además Director del Centro de Resultados y Evaluación de Investigación del Hospital Yale— New Haven.

El estudio fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud, el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre y Genentech, que dio acceso a los investigadores a sus registros. Para seguir los cambios en reperfusión de emergencia a través del tiempo, los investigadores dividieron el estudio en tres periodos de tiempo: Entre Junio 1994 hasta Mayo 1997, Junio 1997 a Mayo 2000, y Junio 2000 a Mayo 2003.

El aumento de angioplastia de emergencia fue más rápido desde el primer período al segundo; el índice de crecimiento se niveló en el segundo período al tercero. De manera correspondiente, el número de pacientes que recibió reperfusión basada en fármacos bajó durante el periodo del estudio.

Este es un cambio adecuado, dice Nallamothu: cambiar a los pacientes el tratamiento de fármacos para disolver los coágulos a una angioplastia de emergencia puede salvar entre 12 a 20 vidas por cada 1.000 pacientes con ataques cardiacos tratados, si la angioplastia es realizada a tiempo.

El estudio, involucró a pacientes que tuvieron un tipo de ataque cardiaco llamado STEMI, por infarto de miocardio con elevación aguda del segmento. Angioplastia de emergencia es considerada como el mejor tratamiento para STEMI. Sin embargo, el estudio no evaluó específicamente al tiempo que pasó desde que el paciente llegó al hospital hasta que se le hizo el tratamiento de reperfusión. Esto es llamado a menudo en la jerga médica “el umbral al momento del globo” por el uso de los globos utilizados en el procedimiento de angioplastia para abrir las pequeñas arterias.

Hospitales en todo el país, incluidos UM y Yale participan en una campaña nacional para reducir el tiempo de intervalo para pacientes, y estudios muestran que pacientes que son tratados una o dos horas después de llegar al hospital tienen mejores proyecciones a largo plazo que aquellos que esperan más tiempo por una angioplastia. El hecho de que aún un 10 por ciento de candidatos a una posible angioplastia no la reciban es un asunto fundamental, dicen los autores.

Aumentar el uso de la angioplastia entre estos pacientes podría salvar 30 vidas adicionales por cada 1.000 pacientes con ataques cardiacos si son realizados a tiempo. De hecho, los autores afirman que los hospitales deberían ser juzgados en parte por su capacidad de ofrecer reperfusión intensa a la mayor cantidad de pacientes posibles. “Nuestros resultados apoyan la inclusión de una forma de medir el uso de reperfusión en un esfuerzo nacional por calidad,” escriben. Un grupo de trabajo de la Escuela Americana de Cardiología y la Sociedad Americana de Cardiología apoya la misma idea. Mientras tanto, los resultados del estudio apuntan a la importancia de una respuesta rápida a síntomas de ataques cardiacos por los afectados y las personas cercanas a ellos y la necesidad de reconocer que el dolor en el pecho puede no ocurrir a todas las personas con ataques cardiacos. En el estudio, pacientes que llegaron al hospital sin dolor en el pecho, pero con otros síntomas de ataque cardiaco tuvieron menos de un tercio de posibilidades que aquellos con dolor en el pecho de obtener tratamiento de reperfusión de emergencia. Los pacientes que esperaron seis o más horas antes de llegar al hospital tuvieron un 40 por ciento menos de posibilidades de obtener reperfusión de emergencia.

Referencia: American Journal of Medicine, Vol. 120, No.8, Agosto, 2007, por línea en amjmed.com

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