ANN ARBOR, Michigan— A pesar de décadas de progreso en los cuidados y control de la diabetes, Latinos y afroamericanos tienen menos probabilidades que los blancos de mantener el nivel de azúcar en la sangre bajo control, incluso con la ayuda de fármacos, según un nuevo estudio que recoge una muestra representativa a nivel nacional. Esto los sitúa en un mayor riesgo de desarrollar ceguera, sufrir de ataques cardiacos, fallas renales, amputaciones y otras complicaciones a largo plazo.
El Nuevo estudio nacional de adultos mayores de edad mediana, se publica hoy, lunes, en la Revista Archives of Internal Medicine, y fue realizado por un equipo de la Universidad de Michigan, UM y la Oficina para Asuntos de Veteranos del Sistema de Salud de Ann Arbor.
La investigación documenta la continuación de una fuerte disparidad racial y étnica en el control de la diabetes, que ha sido observada durante décadas. El estudio sugiere que la diabetes continuará matando y discapacitado a latinos y negros adultos de manera desproporcionada en las próximas décadas.
Pero la investigación, profundiza más allá que la mera diferencia en los niveles de azúcar y utiliza complejos análisis estadísticos para encontrar los factores de riesgo que desempeñan o que no desempeñan un factor. Por ejemplo, el control de la diabetes es peor en latinos y negros menores de 65 años.
Notablemente, se descubrió que dos factores son los causantes de una gran parte de la diferencia racial y étnica en el control de la glucosa: Uno, la manera cómo responden los pacientes a continuar tomando regularmente sus fármacos contra la diabetes y la manera en que responden emocionalmente por el hecho de padecer diabetes. Afortunadamente, estos factores probablemente cambiarán como respuesta a los esfuerzos de ayuda médica, incluso algunos realizados en la actualidad por investigadores de la UM. El estudio apunta además que hay otros factores que participan en el proceso.
“Aunque nos sorprende que el control de la diabetes aún varía tanto entre razas y grupos étnicos, nos anima que dos de los factores cruciales son posibles de modificar,” dice Michele Heisler, profesora asistente de Medicina Interna de la Escuela de Medicina de la UM e investigadora de Centro de Investigación sobre Administración de Práctica Clínica de la Oficina de veteranos de Ann Arbor. “Para mejorar los resultados de la Diabetes, debemos mejorar el apoyo a todos los pacientes en el manejo de la enfermedad a través de tratamiento y cambios en sus estilos de vida. Necesitamos diseñar intervenciones específicas para afrontar las barreras y lograr un buen control de diabetes en adultos afroamericanos y Latinos que la enfrentan de manera desproporcionada.”
El estudio se basa en información muy reciente del Estudio sobre Salud y Jubilación, un esfuerzo nacional de décadas para evaluar la salud de adultos mayores de 50 años a través de cuestionarios y exámenes de salud regulares. Financiado por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento y originado en el Instituto de Investigación Social de la UM, los investigadores comenzaron a evaluar los niveles de azúcar de los participantes en el año 2003. En los grupos de mayor edad, en los que se desarrolla con más frecuencia la Diabetes Tipo II el nuevo estudio es más grande aún que la otra fuente de información demográfica amplia sobre el tema, el Examen Nacional de Salud y Nutrición, administrado por los Centros para el Control y Prevención de enfermedades.
En total, 1. 199 personas mayores de 55 años fueron incluidas en el estudio. Sus niveles de azúcar en la sangre se midieron utilizando la prueba A1C, que arroja el promedio de nivel de glucosa en la sangre de los últimos tres meses y es considerada un estándar más preciso de control de glicemia, que la prueba simple de glucosa.
“La posibilidad de obtener un marcador clínico tan importante de una muestra nacional amplia es un importante paso adelante en el uso de sondeos demográficos para entender las disparidades de salud en la población adulta mayor,” dice David Weir, Ph.D., director del Estudio sobre Salud y Envejecimiento y profesor de investigación en el Instituto de Investigación Social de la UM.
Las directivas actuales son de mantener un nivel de A1c inferior a 7 puntos. Las personas que no padecen de diabetes, tienen por lo general un índice de A1C menor a 6 puntos.
Sin embargo, cuando los investigadores analizaron la información de los participantes del estudio que tomaban fármacos para controlar su azúcar, la diferencia entre entre la media de A1C para blancos y la media para otros grupos étnicos era grande. Los blancos tenían una media de A1C de 7.22 puntos, mientras que los niveles de los latinos y los negros estaban a 8,14 y 8,07 respectivamente. Las personas que padecen de diabetes reciben fármacos para el control de la glucosa sólo cuando dieta y ejercicio no pueden mantener sus niveles de azúcar en un promedio saludable.
Una diferencia incluso mayor se vio cuando los investigadores evaluaron a 286 participantes sometidos a un régimen de fármacos en edades que fluctuaban entre los 55 y los 64 años, demasiado jóvenes para cobertura de Medicare. Los blancos tenían un promedio de A1C de 7,46, los negros a un 8,96 y Latinos a un 8,91. En contraste, hubo una diferencia mucho más pequeña en el promedio de A1C entre los miembros mayores de 65 años de los tres grupos.
Los investigadores realizaron análisis estadísticos que tomaron en cuenta toda la información disponible sobre los participantes que tomaban los fármacos, incluyendo su nivel de educación, nivel de ingreso anual, salud mental, cobertura de seguro médico, calidad de los servicios médicos, regímenes de fármacos, ejercicios, dieta, como así también sus actitudes y comportamientos sobre tomar los fármacos, controlar sus niveles de azúcar y otras tareas claves de cuidados de diabetes. La información también incluyó las respuestas a cuestionarios que evalúan la respuesta emocional del afectado a vivir con diabetes y otro, sobre el manejo de la enfermedad incluyendo cuán bien han seguido el régimen de fármacos recetado por el médico.
Un análisis estadístico de múltiples variables permitió a los investigadores a separar los factores vinculados a niveles más altos de A1C, y evaluar esos factores con la etnicidad. También les permitió ajustar los resultados dependiendo del ingreso, educación y el resto de los factores.
Al final, los factores que mostraron tener una mayor influencia en las diferencias raciales y étnicas en los niveles del A1C era la continuidad en el régimen de fármacos (especialmente en el caso de los afroamericanos) y la carga emocional vinculada al hecho de padecer diabetes (especialmente en el caso de los latinos). Los afroamericanos informaron sobre mayores obstáculos para ingerir los fármacos y menos continuidad en el régimen de fármacos, que el resto de los grupos. Mientras que los latinos informaron tener un nivel de carga emocional vinculada a la diabetes mucho mayor que otros grupos.
A pesar de todo esto, todos los factores evaluados en los análisis que pueden influir por la disparidad racial y étnica del control de la glicemia, fueron responsables de sólo un 14 por ciento de la disparidad entre afroamericanos y blancos y de un 19 por ciento de la disparidad entre latinos y blancos en el control del nivel de azúcar en la sangre. Mientras, diferencias en el ingreso y nivel de educación, dos factores considerados claves y que durante años han servido como base a las hipótesis sobre disparidades en los peores resultados de la diabetes, no explicaron las diferencias en el control de la glucosa, una vez que otros factores fueron incluidos en el análisis.
Los autores concluyen que factores adicionales, no evaluados en esta investigación, tales como genética, nivel de estrés y otros factores medioambientales, intensidad del régimen de fármacos y la generosidad de la cobertura del plan de seguro de fármacos deben ser considerados como un factores importantes del análisis.
“La adherencia a los fármacos es uno de los vaticinadores más fuertes del control de la glucosa en todos los grupos,” dice Heisler. “Esto afianza la idea de que enfocando las intervenciones en los obstáculos a la adherencia a fármacos, tales como la comunicación sobre fármacos entre el paciente y el médico, la confianza del paciente en los sistemas de salud, la confianza del paciente en el fármaco, obstáculos de costes y otras barreras que afroamericanos afrontan de manera desproporcionada, podemos hacer una diferencia”.
“Diabetes es uno de los desafíos de salud más importantes enfrentados por estadounidenses y la sociedad Americana en la actualidad,” advierte Richard Suzman, director de investigación del Comportamiento y Social en el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento. “Estos resultados resaltan algunos de los temas incluido el comportamiento y otros relacionados con el control de glicemia que pueden ser de utilidad en el diseño de estrategias e intervenciones para llegar a poblaciones diversas”.
Heisler y sus colegas realizan en la actualidad dos pruebas clínicas aleatorias de las intervenciones mencionadas en personas que padecen de diabetes con niveles altos de A1C, presión sanguínea y colesterol. Una es auspiciada por los Institutos Nacionales de Salud y la Oficina para Asuntos de Veteranos,e incluye sesiones de grupos, presididas por enfermeras en la que los pacientes pueden dividir sus metas de cuidados de diabetes a largo plazo en pasos específicos a corto plazo y ofrece una oportunidad a los pacientes para vincularse con una “pareja” que enfrenta desafíos similares debido a la enfermedad y se apoyan mutuamente a través de entrenamiento y llamados telefónicos semanales.
El otro, financiado por el Instituto Nacional de la Diabetes y. Enfermedades Digestivas y Renales y la Oficina de Asuntos para Veteranos entrena a farmacéuticos de la Oficina de Veteranos a asistir a pacientes que padecen de diabetes con factores de riesgo y/o con registros que revelen dificultades en la continuidad para ingerir los fármacos. Los farmacéuticos ofrecen entrevistas que motivan a los pacientes, evalúan la continuidad del régimen de fármacos y ofrecen consejos. Esta ayuda enfocará específicamente la presión sanguínea, que como la glucosa es un factor crucial en el desarrollo y progreso de las complicaciones de la diabetes. Los farmacéuticos también tendrán la habilidad de aumentar las dosis de los fármacos para la presión sanguínea en el marco de directivas aprobadas previamente por médicos.
Además de Heisler y Weir, en el nuevo estudio participaron investigadores de la Universidad de Michigan y de la Oficina de Asuntos para Veteranos Jessica Faul (Salud Pública), Rodney Hayward Kenneth Langa, y Caroline Blaum (Medicina). El estudio fue financiado por Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, la Oficina de Asuntos sobre Veteranos y el Centro de Investigación y Entrenamiento sobre Diabetes de Michigan. Referencia: Archives of Internal Medicine, Vol. 167 No. 17, 24 septiembre 2007.
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