Noticias

Eslabón perdido muestra que los murciélagos primero volaron y después desarrollaron la ecolocalización

13/02/2008

ANN ARBOR, Michigan—El descubrimiento de un fósil notablemente bien preservado y que representa la especie de murciélago más primitiva conocida hasta ahora demuestra que los animales desarrollaron la capacidad de volar antes de que pudiesen usar el eco para ubicarse.

La especie, llamada Onychonycteris finneyi, se encontró en 2003 en el sudoeste de Wyoming y la describe un estudio que se publicará en la edición del 14 de febrero de la revista Nature, del cual es coautor el paleontólogo de la Universidad de Michigan, Gregg Gunnell junto con investigadores del Museo Estadounidense de Historia Natural (AMNH por su sigla en inglés) en Nueva York, el Museo Real de Ontario en Canadá, y el Instituto Senckenberg de Investigación en Alemania. Una réplica en yeso de uno de los dos especimenes conocidos se exhibe permanentemente en la Sala de Evolución del Museo de Historia Natural de la UM.

“Ha habido un debate por muchos años acerca de cómo evolucionaron los murciélagos centrado en torno al desarrollo del vuelo y el desarrollo del sistema de sonar que usan para orientarse y para cazar sus presas”, dijo Gunnell, científico e investigador en el Museo de Paleontología de la UM. “Las tres teorías principales han sido que los murciélagos desarrollaron ambas destrezas simultáneamente, o que el vuelo fue primero, o que el sonar fue primero. Sobre la base del especimen descrito en este estudio pudimos determinar que este animal en particular no podía localizar mediante el eco, lo cual sugiere que los murciélagos volaron antes de que desarrollaran su capacidad de ecolocalización”.

Los murciélagos representan una de las órdenes más grandes y más diversas entre los mamíferos con casi un quinto de todas las especies de mamíferos que viven en la actualidad. Las buenas condiciones de preservación del nuevo fósil permitieron que los científicos estudiaran de manera sin precedentes al miembro conocido más primitivo en la orden Chiroptera.

“Cuando lo vimos por primera vez nos dimos cuenta de que era especial”, dijo la autora principal del artículo Nancy Simmons, de AMNH. “Claramente se trataba de un murciélago, pero diferente de todos los conocidos antes. En muchos aspectos es un eslabón perdido entre los murciélagos y sus ancestros que no volaban”.

El Onychonycteris, hallado en una formación rocosa que data de unos 52 millones de años, no era el único murciélago vivo en esa época. En las mismas formaciones se encuentran fósiles de Icaronycteris, un murciélago más moderno que podía ecolocalizar.

Un examen cuidadoso de las características físicas del Onychonycteris reveló varios rasgos sorprendentes. Por ejemplo, tenía pezuñas en los cinco dedos a diferencia de los murciélagos que tienen, como máximo, pezuñas en sólo dos dígitos de cada mano. Las proporciones de los miembros del Onychonycteris también son diferentes de las de todos los otros murciélagos: los miembros inferiores son más largos y los antebrazos más cortos, y se parecen más a las de mamíferos trepadores que se cuelgan de las ramas como las marmotas y los gibones.

Las formas de los miembros del fósil y la presencia de pezuñas en todos los dedos sugieren que el Onychonycteris puede haber sido un ágil trepador. Sin embargo, los dedos largos, el esternón prominente y otras características indican que el Onychonycteris podía volar por sus propios medios al igual que los murciélagos modernos. Tenía alas cortas y anchas, lo cual sugiere que probablemente no podía volar tan lejos o tan rápido como los murciélagos que le siguieron. En lugar de aletear constantemente mientras volaba puede que haya alternado entre aleteo y planeo en el aire. Los dientes del Onychonycteris indican que su dieta consistía primordialmente de insectos al igual que la mayoría de los murciélagos actuales.

“No sabemos cuál fue el incentivo inicial para lanzarse al aire”, dijo Gunnell. “Mi idea es que probablemente estos murciélagos primero fueron como los viajeros urbanos: el desarrollo de la capacidad para volar les permitía viajar a un sitio en particular donde comían, y luego volaban de retorno a sus guaridas”. Eventualmente las presiones de selección favorecieron el desarrollo de un vuelo más sostenido y ágil que permitió que los murciélagos cazaran en vuelo.

A pesar del parecido del Onychonycteris con animales que aparecieron más tarde, su cráneo carecen de las características dentro y alrededor de la oreja que se encuentran en los murciélagos que se ubican mediante el eco para orientarse y cazar. La estructura de sus pies y tobillos, que incluyen un hueso especial como una púa y que probablemente sostenía una membrana de cola, llevó a los investigadores a la conclusión de que el Onychonycteris tenía la cola ancha que los murciélagos modernos usan para capturar presas durante el vuelo, pero que la estructura probablemente se usaba como flotador en el aire que ayudaba en las maniobras. Sin la ecolocalización el Onychonycteris probablemente tenía que arreglársela con señales visuales, olfatorias o auditivas pasivas para cazar.

“Finalmente nos da una respuesta”, dijo Simmons. “El vuelo evolucionó primero, la ecolocalización después”.

Además de Simmons y Gunnell los autores del estudio incluyen a Kevin L. Seymour del Museo Real de Ontario y Jörg Habersetzer del Instituto Senckenberg de Investigación en Alemania.

Los fondos para este trabajo provinieron de la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NFS) y and Deutsche Forschungsgemeinschaft (DFG) de Alemania.

Contacto (español): Vivianne Schnitzer
Teléfono: 1-734-763-0368

Contacto (inglés): Nancy Ross-Flanigan
Teléfono: (734) 647-1853