La evaluación podría ayudar en la identificación de los tumores de cabeza y cuello más agresivos
ANN ARBOR, Michigan.— Los pacientes con cáncer de cabeza y cuello que informaron de una menor calidad de vida tuvieron más probabilidades de morir por la enfermedad, según un nuevo estudio del Centro Integral del Cáncer en la Universidad de Michigan. Estas conclusiones pueden significar que la identificación de los pacientes con una menor calidad de vida también podría identificar a los pacientes que tienen tumores particularmente agresivos.
“La baja calidad de vida puede tener un valor en el examen de los pacientes para detectar la recurrencia. La identificación de los pacientes con una menor calidad de vida puede ayudarnos a identificar temprano aquellos que tienen tumores particularmente agresivos”, dice la autora principal del estudio Carrie A. Karvonen Gutiérrez, investigadora de la Escuela de Salud Pública de la UM y del Sistema de Salud de la Administración de Veteranos en Ann Arbor.
Los resultados del estudio se publican en la edición del 1 de junio de la revista Journal of Clinical Oncology.
Los investigadores encuestaron a 495 personas en cuatro hospitales a quienes se les había diagnosticado con cáncer de cabeza y cuello en los dos años anteriores. Los participantes respondieron las preguntas sobre la calidad física y emocional de su vida, incluido el dolor, la ingestión y deglución de comidas, el habla y el bienestar emocional.
Los investigadores encontraron que los aspectos generales de salud y la calidad de vida estaban estrechamente vinculados con la supervivencia. Y en particular los pacientes que informaron de dificultades con el dolor, al comer y en el habla tenían significativamente menos probabilidades de sobrevivir. Los investigadores sugieren que el dolor y los detrimentos en otras medidas de la calidad física de la vida podrían señalar la posibilidad de recurrencia del cáncer.
“Nuestras conclusiones validan el concepto que los médicos han reconocido por mucho tiempo: que el dolor persistente o que aumenta es una señal clínica preocupante. Quizá en el futuro los datos sobre calidad de vida se recogerán rutinariamente de una forma estandarizada, y las tendencias en los puntajes de dolor serán razón para exámenes más agresivos que detecten la recurrencia del cáncer”, dice la autora del estudio Sonia A. Duffy, enfermera y científica investigadora del Sistema de Salud de la Administración de Veteranos en VA, profesora de enfermería en la Escuela de Enfermería de la UM y profesora investigadora de otorrinolaringología en la Escuela de Medicina de la UM.
“Si bien a los pacientes se les observa y examina después del tratamiento del cáncer, es posible que sea difícil detectar las pequeñas recurrencias del cáncer aún con las técnicas normales de toma de imágenes. Pero, por ejemplo, pequeñas islas de cáncer cerca de un nervio pueden causar un dolor sustancial antes de que se detecte el cáncer en un examen rutinario o mediante imágenes de escáner”, señala el autor del estudio Jeffrey Terrel, profesor de otorrinolaringología en la Escuela de Medicina de la UM.
Ahora los investigadores procurarán determinar si los tratamientos que mejoran la calidad de vida pueden también mejorar la supervivencia.
“Aunque no está claro aún cómo funciona la vinculación entre supervivencia y calidad de vida en lo que hace al dolor de cabeza y cuello, es claro que conviene minimizar el dolor para los pacientes. Y, si al hacerlo, se mejora la posibilidad de detectar temprano la recurrencia del cáncer, y se mejora la supervivencia del paciente, el esfuerzo es válido independientemente de cómo estos factores estén relacionados. Los pacientes quieren una mejor calidad de vida después del tratamiento del cáncer, ya sea para mejorar la supervivencia o, simplemente, para mejorar la vida diaria y sentirse mejor”, dice Duffy.
Sobre la base de sus conclusiones los autores recomiendan evaluaciones rutinarias de la calidad de vida de los pacientes con cáncer de cabeza y cuello, antes del tratamiento y nuevamente después de seis meses, un año y dos años.
Los autores adicionales del estudio fueron David L. Ronis, científico investigador en la Escuela de Enfermería de la UM y científico investigador en el Sistema de Salud de VA en Ann Arbor; Karen E. Fowler, investigadora en la Escuela de Medicina de la UM y el Sistema de Salud de VA en Ann Arbor, y Stephen B. Gruber, profesor H. Marvin Pollard de medicina interna en la Escuela de Medicina de la UM.
La financiación para el estudio provino del Departamento de Asuntos de Veteranos, GlaxoMisthKline mediante Manager Care Forum, y el Instituto Nacional del Cáncer.
Referencia: Journal of Clinical Oncology, Vol. 26, No. 16, June 1, 2008
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