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Las estatinas podrían proteger contra pérdida de memoria

28/07/2008

ANN ARBOR, Michigan.— Las personas con un alto riesgo de demencia que habían tomado estatinas para bajar el colesterol mostraron la mitad de probabilidades de desarrollar demencia comparadas con las que no tomaron estatinas, según indica un nuevo estudio.

El contingente para el estudio consistió de ancianos mexicano-estadounidenses en Sacramento, California, que sufrían de condiciones metabólicas que los ponían en riesgos para el desarrollo de demencia, mal de Alzheimer o un deterioro cognitivo sin demencia, dijo Mary Haan, profesora de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan y autora principal del estudio. Algunos de los factores de riesgo para la demencia incluyeron el elevado colesterol, diabetes tipo 2, la obesidad y la hipertensión.

“Lo central en el estudio es que si una persona toma estatinas sobre el curso de unos cinco a siete años disminuye a la mitad el riesgo de demencia, y esto es realmente un gran cambio”, dijo Haan. Los investigadores no consideraron a las estatinas como un tratamiento para la demencia existente, sólo como un tratamiento preventivo, añadió.

El estudio longitudinal recibió financiación originalmente en 1997 para observar las condiciones metabólicas y vasculares como la hipertensión y la diabetes y su efecto sobre el riesgo de demencia y el mal de Alzheimer. Por ejemplo, los investigadores encontraron que las personas con diabetes tipo 2 tienen tres veces más probabilidades de desarrollar el mal de Alzheimer.

“En las personas de edad más avanzada se encuentran tantas condiciones crónicas diferentes, especialmente este grupo, que las posibilidades de que cualquier intervención tenga un efecto son muy limitadas”, dijo Haan. “Digamos que usted tiene 75 u 80 años y que padece seis enfermedades. ¿Cuánto realmente le ayudará un tratamiento? Este estudio muestra que si usted empezó a usar las estatinas antes de que se desarrollara la demencia podría haberla prevenido en aproximadamente la mitad de los casos”.

Es probable que muchas personas que toman estatinas sin saberlo ya se hayan beneficiado de sus propiedades para prevenir la demencia, agregó. Haan espera que el estudio ayude a promover ensayos al azar que prueben las estatinas y su capacidad a para prevenir la demencia.

De los 1674 participantes que no padecían demencia al comienzo del estudio, el 27 por ciento, esto es 452 personas, tomaron estatinas en algún momento durante el período del estudio. En el período de seguimiento de cinco años, 130 participantes desarrollaron demencia o deterioro cognitivo, los investigadores hicieron ajustes por factores tales como la educación, el tabaquismo, la presencia de un gen particular que se cree que predice la demencia, y el historial de infarto o diabetes.

“Nosotros nos sugerimos que las personas deban tomar estatinas para otros propósitos que no se han aquéllos para los cuales se indican las estatinas. Pero sí esperamos que este estudio y otros abran la puerta para que se hagan pruebas con las estatinas en relación con la demencia y otros tipos de deterioro cognitivo”, dijo Haan.

No está exactamente claro en qué forma las estatinas operan para disminuir el desarrollo de la demencia. Un factor de riesgo emergente para la demencia es la insulina alta, señaló Haan, y una teoría es que las estatinas pueden operar en esas sendas de la insulina de una forma que baja los altos niveles de insulina en el cerebro los cuales pueden conducir a la patología clásica de Alzheimer.

Las estatinas bajaron el riesgo de demencia en todos los participantes, pero las estatinas tuvieron un impacto mucho mayor en el grupo de alto riesgo debido al síndrome metabólico. El próximo paso señaló Haan, será determinar exactamente la forma en que operan las estatinas en las sendas bioquímicas involucradas en la demencia.

La investigación está financiada por el Instituto Nacional de Envejecimiento y el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales del Instituto Nacional de Salud, y la fundación Estadounidense de Asistencia de la Salud. Los coautores incluyen a Caryn Cramer y Sandro Galea, del Departamento de Epidemiología en la Escuela de Salud Pública de la UM; Kenneth M.. Langa, de la División de Medicina General e Interna; y John D. Kalbfleisch, de Bioestadísticas en la Escuela de Salud Pública de la UM.

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