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Memorias de encontronazos pasados: las avispas del papel muestran una memoria sorprendentemente firme de encuentros anteriores

22/09/2008

ANN ARBOR, Michigan.— Con cerebros que son menos de una millonésima del tamaño del de los humanos, las avispas del papel difícilmente podrían tomarse por gigantes mentales. Pero una nueva investigación en la Universidad de Michigan revela que estos insectos pueden recordar individuos por al menos una semana, aunque en ese tiempo hayan encontrado que interactuado con otras muchas avispas. Este descubrimiento indica que las interacciones sociales de las avispas se sustentan en más en la memoria de encuentros pasados que en una agresión rutinaria a reglas simples.

La investigación llevada a cabo por el estudiante de posgrado Michael Sheehan y la profesora de ecología y biología evolucionaria Elizabeth Tibbets se publicará en la edición del 23 de septiembre de la revista Current Biology.

Lo más impresionante acerca de las capacidades de las avispas no es simplemente que puedan recordar acontecimientos del pasado. Después de todo las abejas de miel pueden recordar dónde encontraron néctar. “Pero esas memorias son muy pasajeras”, dijo Sheehan. “Al parecer hay un límite al número de cosas que pueden tener en sus cabecitas al mismo tiempo”.

Hasta ahora se presumía que todos los insectos sociales tenían memorias igualmente limitadas. Pero este nuevo trabajo muestra que por lo menos una especie de las avispas del papel, Polistes fuscatus, tiene una memoria fuerte y de largo plazo, y que sustenta su comportamiento en lo que recuerda de interacciones sociales previas con otras avispas.

En una investigación anterior, Tibbets mostró que estas avispas reconocen a los individuos por las variaciones en sus marcas faciales y que se comporta de forma más agresiva hacia las avispas con rostros que no son familiares. Los investigadores razonaron que si las memorias de estas avispas son robustas deberían comportarse de manera menos agresiva hacia los individuos que conocieron un tiempo atrás que hacia los recién conocidos.

Para aprobar la noción Sheehan midió la agresión entre 50 avispas raída en cuatro encuentros diferentes a lo largo de ocho días. En el primer día, dos avispas que jamás se habían encontrado fueron colocadas en una cámara de observación durante el día y se grabaron imágenes de video de sus interacciones iniciales. Luego los investigadores separaron a estas dos avispas, y colocaron en una cámara con otras 10 avispas. Una semana más tarde, el par se encontró otra vez, y otra vez se filmó su comportamiento.

Cuando los investigadores analizaron los videos, y clasificaron las interacciones sociales de las avispas en una escala de cero (no agresión) a cuatro (pelea), fue evidente que las avispas se trataron mutuamente mejor durante su segundo encuentro que cuando eran desconocidas, lo cual indica que se recordaban la una a la otra.

“En lugar de tratar de morderse una a la otra en un encuentro realmente rudo, más bien se colocaron una cerca de la otra cuando se encontraron por segunda vez”, dijo Sheehan.

Para asegurarse de que cualquier diferencia en la agresión entre el primer y el segundo encuentro ese resultado realmente de la memoria, y no sólo de un aplacamiento general con el paso del tiempo, los investigadores presentaron a cada avispas un nuevo extraño en el día antes y en el día siguiente del encuentro con su viejo Parra ya conocido. Tal como se esperaba las avispas se mostraron tan rudas con los desconocidos como lo habían sido la una con la otra cuando se encontraron por primera vez.

“El aspecto interesante de este trabajo no es sólo que las avispas tienen una buena memoria, sino que se trata de una memoria social”, dijo Sheehan. “Al parecer su historia social específica con individuos particulares es algo de lo que guardan registro y que importa en sus vidas”.

Esto es importante porque las hermas Polistes fuscatus a menudo comparten las colmenas. El recordar con quiénes ya han resuelto sus diferencias facilita una vida hogareña más armoniosa e impide que gasten energía en encuentros agresivos repetidos.

Estas conclusiones también ponen en cuestión las presunciones acerca de la cognición social, señaló Sheehan. Los científicos presumen que la capacidad de formar memorias sociales y de usarlas como la base para relaciones complejas ha sido una fuerza impulsora en la evolución de cerebros grandes. Pero si las avispas con sus cerebros pequeños tienen tal capacidad, quizá ello no exija tanta potencia cerebral como se creía.

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Sheehan y Tibbets recibieron financiación para este proyecto de la Universidad de Michigan.
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Contacto (inglés): Nancy Ross Flanigan
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