ANN ARBOR, Michigan.— Cuando uno está alterado o deprimido ¿debería analizar sus sentimientos para entender qué anda mal? ¿O es mejor olvidarse de ello y pasar a otra cosa?
Una nueva investigación sugiere una solución a este dilema y a una paradoja psicológica relacionada: Se supone que el procesamiento de las emociones facilita el lidiar con ellas, pero los intentos por comprender los sentimientos penosos a menudo traen peores consecuencias ya que perpetúan o fortalecen los estados de ánimo y las emociones negativas.
La solución no es ni la negación ni la distracción. Según el psicólogo Ethan Kross, de la Universidad de Michigan, la mejor forma de salir adelante emocionalmente es analizar los sentimientos propios desde una perspectiva psicológicamente distante.
Junto con su colega Ozlem Ayduk, de la Universidad de California en Berkeley, Kross ha llevado a cabo una serie de estudios que proporciona la primera prueba experimental de los beneficios del análisis de los sentimientos depresivos desde una perspectiva psicológicamente distante. Los estudios tuvieron el respaldo de fondos de los Institutos Nacionales de Salud.
“No somos muy buenos en el análisis de nuestros sentimientos de manera que nos haga sentir mejor”, dijo Kross, facultativo asociado del Instituto de Investigación Social (ISR) de la UM y profesor de psicología. “Pensar acerca de lo que hacemos es una capacidad humana invaluable, pero la revisión de nuestros errores una y otra, y otra vez, el volver a experimentar las mismas emociones que sentimos la primera vez, tiende a mantenernos atascados en lo negativo. Puede servir de ayuda que tomemos una especie de recreo mental, que no sentemos y reconsideremos la situación desde una distancia”.
Este enfoque está vinculado ampliamente con filosofías orientales como el budismo y el taoísmo, y con las prácticas de la meditación trascendental. Pero, según Kross, cualquiera puede hacerlo con un poco de práctica.
“La metáfora del termóstato ayuda a mucha gente. Cuando las emociones negativas se tornan abrumadoras, simplemente baje la temperatura emocional un poco para darse la oportunidad de pensar acerca del problema de forma racional y clara”, indica.
Kross, quien dicta clases sobre autocontrol este otoño en la UM, ha publicado dos artículos sobre este asunto este año. Uno da pruebas experimentales de que las técnicas de auto distanciamiento mejoran la recuperación cardiovascular después de las emociones negativas. El otro muestra que la técnica ayuda a protegerse de la depresión.
En la edición de julio de 2008 de la revista Personality and Social Psychology Bulletin, Kross y Ayduk asignaron al azar 141 participantes a tres grupos que les pidieron que se enfocaran (o que no se enfocaran) en sus sentimientos usando estrategias diferentes en un ejercicio de visualización guiada y que los condujo a recordar una experiencia que los hizo sentir abrumados por la tristeza y la depresión.
En la condición de análisis inmersa se dijo a los participantes: “Retrocedan al momento y al lugar de la experiencia y revivan la situación como si les estuviese ocurriendo nuevamente. Procuren entender las emociones que sintieron a medida que ocurría la experiencia ¿Por qué tuvieron esos sentimientos? ¿Cuáles fueron las causas y razones subyacentes?”
En la condición de análisis distante, se dijo a los participantes: “Retrocedan al momento y lugar de la experiencia… ahora tomen unos pasos atrás y aléjense de su experiencia… observen cómo la experiencia se desarrolla otra para esa persona distante… procuren comprender las emociones que la persona distante tuvo a medida que se desarrollaba la experiencia. ¿Por qué él (ella) tuvo esos sentimientos? ¿Cuáles fueron las causas y razones subyacentes?”
En la condición de distracción a los participantes se les pidió que pensaran acerca de una serie de hechos no emocionales que no estuviesen relacionados con la experiencia de depresión recordada. Entre las frases: “Los lápices están hechos con grafito”, y “Escocia está al norte de Inglaterra”.
Después de la experiencia los participantes completaron un cuestionario en el cual se les preguntó cómo se sentían en el momento, y se les pidió que escribiesen un ensayo a acerca de sus pensamientos durante la fase de recolección de la memoria en el experimento.
Inmediatamente después de la sesión quienes usaron el enfoque de análisis distante indicaron niveles más bajos de depresión que quienes usaron el análisis de condición inmersa, pero no que los de distracción. De esta manera se encontró que la condición de distracción y el análisis distante son igualmente eficaces en el corto plazo. Los participantes retornaron al laboratorio un día o una semana más tarde. En ese momento se les pidió que pensaran sobre la misma experiencia triste o deprimente, y se reevaluó su estado de ánimo. Quienes habían usado el enfoque de análisis distante continuaron mostrando niveles más bajos de depresión que quienes habían usado el análisis de auto inmersión y de distracción, lo cual proporciona indicaciones que sustentan la hipótesis de que el análisis distante no sólo ayuda a que las personas lidien de forma adaptativa con los sentimientos intensos a corto plazo, sino que también ayuda de manera crítica a que las personas procesen las experiencias negativas a lo largo del tiempo.
En un estudio vinculado, que se publicó este año en la revista Psychological Science, Ayduk y Kross mostraron que los participantes que adoptaron la perspectiva de auto distanciamiento mientras analizaban los sentimientos en torno a un momento en el que estuvieron enojados mostraban menores incrementos de la presión arterial que quienes usaron el enfoque de auto inmersión.
En una investigación futura Kross estudiarán si el auto distanciamiento ayuda a lidiar con otros tipos de emociones, incluida la ansiedad, y las mejores formas de enseñar a que las personas utilicen un análisis de auto distanciamiento a lo largo de sus vidas, no solo cuando se les pide que recuerden experiencias negativas en un contexto de laboratorio.
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