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Terapia ocupacional ayuda a que las personas con artritis ósea se muevan

29/09/2008

Un estudio piloto de la UM ha encontrado que la terapia ocupacional combinada con ejercicios incrementa la actividad física de la mayoría de los pacientes que sufren de artritis ósea en la cadera y la rodilla.

ANN ARBOR, Michigan.— La actividad física es el factor fundamental de cualquier estilo de vida sano, y especialmente para las personas que padecen de artritis ósea ya que el ejercicio ayuda al mantenimiento de la buena salud en las articulaciones, el manejo de los síntomas y la prevención del deterioro funcional. Sin embargo la artritis ósea a menudo hace que la actividad física, ya sea en ejercicios o aún en el desempeño de las actividades cotidianas, sea un desafío.

Pero un enfoque conducido por la terapia física, llamado entrenamiento con estrategia de actividad, podría proveer a los pacientes con artritis ósea de la rodilla y la cadera la oportunidad de tener una vida más activa y, aún, de mejorar su salud general, según un nuevo estudio encabezado por investigadores del Sistema de Salud de la Universidad de Michigan.

En el estudio piloto, los investigadores encontraron que los pacientes que participaban en el entrenamiento con estrategia de actividad junto con el ejercicio regular mostraban un aumento de su actividad física mayor que el de los pacientes que sólo tomaban parte en las sesiones de ejercicios y de educación para la salud. Los resultados del estudio están ahora en Internet y se publicarán en la edición de octubre de la revista Arthritis and Rheumatism.

“La terapia ocupacional es, realmente, el eslabón faltante en la promoción del bienestar para las personas con artritis de la cadera y la rodilla”, señala la autora principal del estudio Susan L. Murphy, profesora en el Departamento de Medicina y Rehabilitación Física en la Escuela de Medicina de la UM y especialista de investigación en las Ciencias de la Salud en el Sistema de Salud de la Oficina de Asuntos de Veteranos en (VS, por sus Siglas en Inglés) Ann Arbor.

“En su mayoría las personas con artritis ósea quieren mantenerse activas, pero a menudo encuentran que hay barreras personales o físicas en su camino. Por ejemplo, las personas con artritis ósea a menudo deben lidiar con el dolor y la fatiga, lo que hace más difícil que participen en la actividad física regular. Además, hay a menudo barreras en las casas y las comunidades de estas personas que les dificultan más la actividad física”, añadió.

Por esa razón Murphy dijo que el estudio usó el entrenamiento con estrategia de actividad en grupos y sitios, tales como las residencias para ancianos, donde podían resolverse las barreras y donde podían encontrarse soluciones.

Con la instrucción de terapeutas ocupacionales este programa estructurado de rehabilitación está diseñado para educar a los pacientes acerca de la protección de las articulaciones, la mecánica apropiada del cuerpo, el ritmo de actividad y las barreras ambientales. Por ejemplo, los pacientes con dolor de articulaciones causado por la artritis ósea aprenden técnicas para caminar por la casa o afuera, o aún cómo entrar y salir de un automóvil. Para el estudio piloto, el entrenamiento con estrategia de actividad incluyó educación, conversaciones en grupos, una visita hogareña y la demostración y práctica de las técnicas que facilitan las actividades.

El entrenamiento con estrategia de actividad, sin embargo, no se receta comúnmente a los pacientes con artritis de la cadera o la rodilla, una enfermedad degenerativa que causa el deterioro del cartílago en las articulaciones. La mayoría de los programas de actividad física para estos pacientes a menudo ofrece solamente ejercicios estructurados, lo cual se ha demostrado que tiene efectos positivos a corto plazo sobre el dolor de artritis y la discapacidad física. Pero estos efectos habitualmente disminuyen pronto después que termina la participación en el programa.

En este estudio ambos grupos participaron en el mismo programa de ejercicio estructurado. Sin embargo se encontró que sólo los pacientes que recibieron el entrenamiento con estrategia de actividad habían incrementado la intensidad de su actividad física al final del estudio, comparados con los que habían recibido educación para la salud.

Si bien los resultados son prometedores Murphy dice que es necesaria una investigación más extensa con grupos más numerosos y para examinar los efectos de largo plazo antes de que esta técnica pueda aplicarse al cuidado de los pacientes.

De todos modos, Murphy alienta a los pacientes con artritis de la cadera o de la rodilla a que busquen oportunidades ahora de aumentar y ampliar su actividad física diaria, y de mejorar sus hábitos en general.

“Las personas con artritis ósea tienden a saber más sobre las opciones quirúrgicas que sobre cómo pueden tomar un papel activo en la promoción de su propia salud y su propio bienestar”, indicó. “Las personas con artritis ósea tienen que ser sus propios agentes de cambio. Hay mucho que pueden hacer para manejar los síntomas y para contener la declinación funcional causada por la artritis ósea con tan sólo mantenerse físicamente activos. Lo básico es encontrar formas de ayudar a que la gente cree y mantenga estos hábitos saludables”.

Metodología: La prueba piloto se condujo en tres residencias para ancianos y un centro para ancianos. Participaron 54 adultos mayores con artritis ósea de cadera y rodilla, y se les asignó al azar para que participaran en uno de los dos programas: ejercicio y entrenamiento con estrategia de actividad, o ejercicio con educación para la salud que empleó los materiales de educación de la Fundación de Artritis. Los grupos participaron en ocho sesiones durante un período de cuatro semanas, y luego en dos sesiones de seguimiento durante un período de seis meses. Durante la prueba los investigadores midieron el dolor que sufrían los pacientes, su actividad física total y la intensidad de su actividad física. La actividad física objetiva se midió mediante un acelerómetro usado con una pulsera en la muñeca.

Autores: Junto con Murphy los autores en el Sistema de Salud de la UM fueron Debra M. Strasburg, Angela K, Lyden, Dylan M. Smith, Jessica F. Koliba, DINA P. Dadabhoy y Susan Wallis.

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