ANN ARBOR, Michigan.— La terapia con hormonas podría acentuar ciertos factores existentes de enfermedad del corazón y la evaluación cardiaca debería ser parte de la rutina cuando se considere el reemplazo de estrógeno, según indica una nueva investigación.

La investigación mostró, además, que en las mujeres con aterosclerosis existente el uso de la terapia con hormonas incluyó algunos efectos positivos sobre los lípidos pero también rectos negativos relacionados con la salud cardiaca, dijo MaryFran Sowers, investigadora principal y profesora de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan.

El estudio en la UM surgió, dijo Sowers, cuando se trató de explicar qué es lo que ocurre realmente con la llamada hipótesis de oportunidad. La hipótesis de oportunidad indica que si una mujer aplica un programa de terapia con hormonas dentro de los seis años desde su último período menstrual, este período breve es suficiente para impedir que se desarrolle la enfermedad cardiaca con el comienzo de la menopausia. Pero las conclusiones del estudio en la UM indican que la explicación no es tan simple, dijo Sowers.

Aún dentro de ese período de seis años hay aspectos negativos relacionados con la enfermedad del corazón. Si bien se observaron resultados positivos en los niveles de colesterol de alta y baja densidad (HDL y LDL por sus siglas en inglés), dijo Sowers, los investigadores también vieron resultados negativos en términos del proceso de inflamación, lo cual puede estar relacionado con la enfermedad cardiaca.
Sowers dijo que la investigación muestra que es muy importante que las mujeres que consideran la terapia con hormonas hablen con sus médicos acerca de la salud cardiaca.

“Si la mujer llega al consultorio del médico ya con cierto grado de posibilidades (de enfermedad cardiaca), entonces ella y su médico pueden decidir que la terapia hormonal agrega demasiado riesgo”, dijo Sowers. “Si ella no tiene ese riesgo, entonces pueden decidir que la terapia hormonal es un riesgo aceptable”.

“La mujer debe decirle a su proveedor de cuidado médico: ‘Qué tipo de información tenemos que conseguir a fin de que tomemos una decisión formada sobre si debemos o no llevar adelante una terapia hormonal'”, dijo Sowers. “‘Entiendo que puede haber cierto riesgo cardiaco, pero que ese riesgo puede dejarse a un lado en el punto en el que yo estoy ahora, y puede usted decirme cuál es ese riesgo'”.

El riesgo de enfermedad cardiaca puede medirse mediante las tablas de lípidos, que son estándar, pero también con una medición de los marcadores de inflamación, señaló Sowers. Las pruebas para los marcadores de inflamación existen pero no su medición no es estándar cuando las mujeres consideran la terapia con hormonas, según Sowers.

La terapia hormonal ha sido controvertida durante años y hubo una época en la cual hubo una reacción casi irracional en contra de ella, recordó Sowers. Este rechazo ocurrió después que un estudio de la Iniciativa de Salud para las Mujeres mostró que en algunas mujeres la terapia con estrógeno había incrementado su riesgo de enfermedad cardiaca. La hipótesis de oportunidad de seis años fue un intento por explicar las conclusiones en este ese estudio, dijo Sowers.

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