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05/01/2009

ANN ARBOR, Michigan.— Los académicos en justicia criminal a menudo dicen que nadie conoce el número real de condenas falsas, pero un estudio de la Universidad de Michigan, publicado recientemente, desafía esa creencia.

Entre los procesados sentenciados a muerte en Estados Unidos desde 1973, por lo menos el 2,3 por ciento, y quizá más, fue condenado erróneamente, dijo el experto legal de la UM, Samuel Gross.

Si los procesados que recibieron sentencias de prisión hubiesen sido exonerados a la misma tasa que los sentenciados a muerte, habría habido aproximadamente 87.000 exoneraciones en Estados Unidos desde 1989 a 2003. Pero en ese período solo se informó de 266 exoneraciones.

“La conclusión principal que podemos sacar, con seguridad, sobre las exoneraciones es que hay otras muchas condenas falsas que no hemos descubierto”, dijo Gross, cuya investigación se enfoca en la pena de muerte, las condenas falsas y la identificación de testigos.

Gross realizó el estudio con Barbara O’Brien, profesor asistente de leyes en la Universidad estatal de Michigan.

“Además parece firme un par de fuertes modelos demográficos”, indicó el estudio. “Los hombres negros acusados de violar a mujeres blancas encaran un riesgo mayor de condena falsa que otros acusados de violación; y los sospechosos jóvenes, los menores de 18 años, corren un riesgo mayor de confesiones falsas que otros sospechosos”.

Desde 1989 casi todas las exoneraciones han ocurrido en tres categorías: las condenas por violación debido a pruebas de ácido desoxirribonucleico posteriores al fallo; las condenas por asesinato —y especialmente las sentencias de muerte— que a veces fueron sometidas a detalladas investigaciones tras el fallo; y las condenas por posesión de drogas y armas que resultaron de programas concertados de perjurio policial que más tarde salieron a luz.

Gross, profesor de la cátedra Thomas y Mabel Long de Derecho, dijo que las exoneraciones en casos de condena a muerte son menos comunes para los procesados condenados por homicidio de más de dos víctimas. Las exoneraciones son más comunes para los condenados por el homicidio de niños.

Estas pautas podrían reflejar diferencias en la calidad de las pruebas y la probabilidad de error relacionadas con la edad y el número de víctimas, señaló Gross.

“La baja tasa de exoneración en los casos de homicidios múltiples puede significar, simplemente, que los procesados condenados por el homicidio de más de dos víctimas tienen menos probabilidades que otros de permanecer por períodos largos a la espera de la ejecución, o de que se reduzcan sus sentencias”, dijo.

Las exoneraciones en casos con sentencia de muerte también parecen más frecuentes en los casos en los cuales la investigación criminal fue extraordinariamente difícil, o en aquellos en los que faltan artículos comunes de evidencia directa o circunstancial de culpa. Otros modelos incluyen:

  • Los procesados exonerados tienen menos probabilidades que los procesados ejecutados de arrastrar antecedentes de crímenes graves. Gross dijo que esperaba un resultado opuesto porque la policía puede asignar demasiado peso a la historia de violencia de un sospechoso y llevar adelante casos débiles, y a menudo falsos, contra sospechosos aparentemente plausibles que han cometido otros crímenes.
  • Las confesiones son tres veces y media más comunes entre los procesados ejecutados (52 por ciento) que entre los exonerados (15 por ciento). Muchos acusados por homicidio confiesan, y la mayoría de las confesiones son verdaderas. Sin una confesión, especialmente una que sea voluntaria, aumenta el riesgo de condenas falsas.
  • La pauta para las confesiones se repite en el juicio. Algunos acusados por delitos que acarrean la pena de muerte no disputan activamente su culpa ante el tribunal. Estas admisiones tácitas de culpa son más comunes entre los procesados ejecutados (38 por ciento) que entre los exonerados (13 por ciento) que fueron sentenciados a muerte. En otras palabras entre los presos sentenciados a muerte el riesgo de que su condena haya sido un error es mayor en los casos en los cuales los acusados afirmaron activamente su inocencia durante el juicio.
  • La prueba más clara de que una investigación difícil aumenta el riesgo de error es el tiempo que transcurre entre el crimen y el arresto del acusado. En promedio, las investigaciones previas al arresto, en casos con sentencia de muerte que luego fueron exonerados, fueron dos veces y media más largas que en los casos que terminaron en ejecución.

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