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Los planes de sucesión evitan los comportamientos perjudiciales en las organizaciones

12/02/2009

ANN ARBOR, Michigan.— Las organizaciones y las empresas harían bien en tener un plan de sucesión para el caso de que el ejecutivo principal u otros ejecutivos de alto rango se enfermen o mueran, indica un nuevo informe de la Universidad de Michigan.

Una enfermedad puede afectar negativamente el desempeño del ejecutivo y crea una conducta perjudicial en la organización, dijo el experto de la UM, John Tropman. Un plan de sucesión debe bosquejar las estipulaciones de corto y de largo plazo, y debe incluir el requisito de que los ejecutivos del nivel más alto se sometan a exámenes físicos y entreguen los resultados.

“Algo que magnifica los riesgos es que los enfoques actuales para lidiar con un ejecutivo enfermo parecen profundamente defectuosos”, dijo Tropman, un profesor de gerencia en organizaciones sin fines de lucro de la Escuela de Trabajo Social y profesor adjunto en la Escuela Ross de Empresas. “Hay pocas orientaciones claras acerca de los procedimientos y las acciones que deben tomarse”.

Las enfermedades de los ejecutivos del más alto rango son un problema no reconocido en las empresas, las organizaciones y el gobierno. Tropman dijo que se presume que los ejecutivos son personas sanas o que pueden funcionar, pero ése no es siempre el caso.

Esta situación plantea cuestiones acerca de cuándo la junta de directores o los ejecutivos de mayor jerarquía deben intervenir a nombre del ejecutivo principal o el presidente, y quién toma la decisión.

“La cuestión no es si la persona tiene o no tiene una enfermedad, sino si esa condición afecta el desempeño del ejecutivo”, dijo Tropman.

Cuando ocurre una enfermedad en la inclinación entre los empleados y los colegas es la de brindar apoyo, lo cual es bueno sólo en el corto plazo. Sin un plan de sucesión para largo plazo las decisiones de la organización no se toman y se pierden oportunidades, añadió.

Tropman señala varias formas en las cuales la enfermedad afecta negativamente el desempeño del ejecutivo y genera conductas perjudiciales en la organización:

  • Efectos físicos — la enfermedad a costa de energía del ejecutivo para una tarea exigente. Una disminución de la energía requiere más descanso, y los regímenes de tratamiento demandan tiempo.
  • Efectos intelectuales — algunas enfermedades, tales como un infarto o una lesión cerebral, pueden disminuir la capacidad cognitiva de una persona para el procesamiento de la información y la toma de decisiones.
  • Efectos interpersonales e interpersonales — la enfermedad afecta la interacción con otras personas porque la persona enferma tiende a enfocarse en sí misma.
  • Situación de incertidumbre — tanto superiores como subordinados experimentan problemas similares a los que enfrenta la familia de la persona enferma. Los jefes no desean intervenir demasiado pronto. Los subordinados no quieren que se les vea como que se están excediendo pero tampoco quieren demorar una intervención por temor a que se les culpe por las dilaciones indebidas.

Además de los planes de sucesión escritos algo que también puede ayudar es que la junta directiva requiera que el ejecutivo principal y los otros ejecutivos se sometan a exámenes físicos son regulares y que muestren los resultados. Este enfoque puede considerarse inclusivo y discriminatorio si una persona no satisface ciertos estándares de salud.

“La organización debe balancear los derechos del individuo con los mejores intereses de la compañía que involucran el pago de un sueldo para una persona competente”, dijo.

Las conclusiones aparecen en la versión de este mes en Internet de la revista Directors & Boards, como asimismo en la edición del tercer trimestre de 2008. Tropman escribió el artículo junto con Robert Winfield, jefe de salud de la UM, y con Penny Tropman, directora en Midlife Renaissance y profesora adjunta en la Escuela de Trabajo Social.

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