ANN ARBOR, Michigan.— Los científicos han avanzado en el conocimiento de cuáles son las proteínas que ayudan a controlar el azúcar en la sangre, o glucosa, durante y después del ejercicio, y este conocimiento podría conducir a nuevas terapias con medicamentos o ejercicios más eficaces para la prevención de la diabetes Tipo 2 y otros problemas de salud vinculados con los altos niveles de azúcar en la sangre.
La resistencia a la insulina ocurre cuando la insulina producida por el cuerpo no estimula apropiadamente el transporte de glucosa, un tipo de azúcar, hacia adentro de las células como fuente de energía. Demasiada glucosa en el torrente sanguíneo puede causar una variedad de problemas médicos incluida la diabetes Tipo 2, dijo Gregory Cartee, profesor en la Escuela de Kinesiología e investigador principal del estudio. El coautor es Katsuhiko Funai, estudiante graduado e investigador en la Escuela de Kinesiología.
La insulina y las contracciones musculares son los dos estímulos más importantes que incrementan el transporte de la glucosa hacia el interior de las células musculares. Las células pueden usar entonces la glucosa para obtener energía, señaló Cartee. Sin embargo los científicos no saben con exactitud cómo funciona esto.
El grupo de Cartee observó cómo reaccionaban dos proteínas diferentes que se consideraban importantes en el estímulo del transporte de la glucosa ante dos enzimas diferentes, vinculadas asimismo con el transporte de glucosa. La meta del estudio era entender la contribución de las dos proteínas, llamadas AS160 y TBC1D1 en el músculo esqueletal estimulado por la insulina.
“Tratábamos de descartar o determinar cuáles proteínas son importantes en el ejercicio”, dijo Cartee.
Los resultados indican que la proteína TBC1D1 era la más importante para el transporte de glucosa estimulado por el ejercicio y sugirieron que la segunda proteína, la AS160, quizá sea menos importante para este efecto del ejercicio. Prestándole atención a la proteína que funciona mejor, en este caso la TBC1D1, los científicos pueden desarrollar métodos para hacer proteínas que funcionen mejor para las personas con resistencia a la insulina, añadió Cartee.
La resistencia a la insulina es un enorme problema de salud que afecta a millones de personas, dijo.
“Casi todas las personas con diabetes Tipo 2 presentan resistencia muscular a la insulina”, indicó Cartee. “Esto no causa diabetes por sí mismo, pero es un componente esencial que contribuye a la diabetes Tipo 2. Esto afecta a millones de personas. Aún en las personas que no son diabéticas la resistencia a la insulina está vinculada con numerosos problemas de salud”.
A más largo plazo las personas que tienen resistencia a la insulina o cuyos músculos no responden normalmente a la insulina tienen más probabilidades de desarrollar la diabetes Tipo 2, dijo Cartee.
“Aparentemente los músculos tienen la maquinaria para responder al ejercicio aún cuando no respondan normalmente a la insulina. Si supiésemos cómo funciona el ejercicio podríamos desarrollar protocolos de ejercicio más eficaces”, dijo. “En otros casos de personas que no pueden hacer ejercicios, podríamos diseñar una terapia con medicamentos o alguna otra cosa para el control de la insulina”.
El paso siguiente será el estudio de la forma en que la TBC1D1 promueve, exactamente, el transporte de la glucosa durante y después del ejercicio.
Un adelanto de publicación en Internet del artículo titulado “
Inhibition of Contraction-stimulated AMPK Inhibits Contraction-stimulated Increases in PAS-TBC1D1 and Glucose Transport without Altering PAS-AS160 in Rat Skeletal Muscle”
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