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El personal de hospitales y la cultura de la organización pueden perjudicar los esfuerzos para evitar infecciones, adquiridas en los hospitales, y que pueden ser mortales, indica un estudio de la UM

22/04/2009

Estudio encuentra que varios factores mejoraron los esfuerzos por realzar la seguridad, incluido la identificación de quienes encabezan los cambios, la provisión de datos a los clínicos de primera línea, y la modificación del diseño de los procesos.

ANN ARBOR, Michigan.— El personal de hospitales y las culturas de organización profundamente arraigadas pueden anular los esfuerzos para evitar las infecciones graves que se adquieren, comúnmente, durante las estancias en el hospital, según un estudio de la Universidad de Michigan.

Las conclusiones del estudio, que fue financiado por el Departamento de Asuntos de Veteranos, el Servicio de Investigación y Desarrollo de Servicios de Salud, y el Programa de Realce de la Seguridad del Paciente de VMAC de Ann Arbor y la Universidad de Michigan, se publicará en la edición de mayo de 2009 de la revista The Joint Comisión Journal on Quality and Patient Safety.

El trabajo es importante porque las infecciones pueden conducir a deficientes resultados para el paciente y resultan costosas para los hospitales.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por su sigla en inglés), las infecciones vinculadas con la asistencia hospitalaria llevan a unas 90.000 muertes cada año y cuestan a los hospitales de Estados Unidos 6.700 millones de dólares anuales.

Dado que muchas de estas infecciones pueden evitarse en octubre de 2008 el sistema Medicare de subsidio gubernamental de la atención de la salud dejó de rembolsar a los hospitales de EEUU por los costos adicionales del cuidado de los pacientes con infecciones adquiridas comúnmente, tales como las vinculadas al uso de catéteres urinarios y vasculares, dijo Sanjay Saint, director del Programa de Realce de la Seguridad del Paciente de VA/UM, quien fue el investigador principal en este estudio.

El estudio apuntó a determinar qué impedimentos existen en la aplicación de las nuevas prácticas de sanidad que previenen las infecciones, con una atención especial al papel que desempeñan el personal del hospital y la cultura de la organización.

“Buscamos comprender por qué algunos hospitales parecen estar activamente comprometidos y dedicados a la prevención de las infecciones en tanto que otros parecían ser displicentes en su enfoque”, dijo Saint.

Los investigadores llevaron a cabo entrevistas detalladas por teléfono y en persona entre octubre de 2006 y septiembre de 2007 con 86 participantes entre los que había funcionarios ejecutivos principales, jefes de personal, epidemiólogos de hospitales, profesionales de control de infecciones, directores de unidades de cuidado intensivo, jefes de nurse, médicos de primera línea y nurses en 14 hospitales en todo el país.

Tomando en cuenta las consecuencias clínicas y económicas de las infecciones asociadas con el cuidado de la salud, se han puesto normas y recomendaciones a disposición de los hospitales y el personal clínico para evitarlas. Esta disponibilidad, sin embargo, no ha resultado suficiente para asegurar que los hospitales las apliquen.

El estudio encontró que la resistencia al cambio en las prácticas es un problema generalizado. También encontró los siguientes aspectos que son barreras para la aplicación de las recomendaciones y normas:

1.La resistencia activa a los cambios en las prácticas por parte de los médicos de atención, los médicos residentes o las enfermeras. Los hospitales emplearon las estrategias siguientes para superar la resistencia activa:

  • Reunieron datos y se los proporcionaron a los médicos, presentando los datos locales en comparación con las tasas nacionales.
  • Los médicos que pensaban que no necesitaban seguir las prácticas eventualmente lo hicieron cuando las normas y recomendaciones tuvieron el apoyo firme del director médico o el médico de la UCI de turno.
  • Los médicos jefes hicieron obligatorio el cumplimiento.
  • Las organizaciones seleccionaron un promotor apropiado que pudiera “hablar el idioma” del personal al cual trataban de persuadir.

Los hospitales incorporaron esfuerzos en colaboración apuntados a impedir las infecciones y usaron estrategias que hicieron más difíciles que quienes se resistían no las cumplieran, tales como colocar en paquetes o en carritos los componentes necesarios para la promoción del uso máximo de barreras estériles.

2. El estudio encontró la presencia de “factores de estreñimiento organizativo”. Estos fueron funcionarios ejecutivos de nivel medio a nivel alto que impedían o demoraban ciertas acciones sin una resistencia activa, actuando por lo tanto como obstáculos insidiosos para el cambio a que incrementaban el esfuerzo requerido para la aplicación de los cambios. Una vez que los niveles dirigentes reconocieron el efecto negativo sobre el personal, se usaron las técnicas siguientes para superarlos:

  • Los hospitales incluyeron a la persona temprano en las discusiones de grupo a fin de mejorar la comunicación y obtener la aceptación.
  • Los hospitales trabajaron de manera de eludir al individuo, sabiendo que esto era probablemente una solución a corto plazo.
  • Terminaron el empleo de esa persona.
  • Sacaron ventaja de las oportunidades de relevo de personal y contrataron nuevo personal que estuviese más dispuesto a facilitar los cambios y que estuviera alineado con la misión de la organización.

En conclusión el estudio encontró que los resistentes activos y los “factores de estreñimiento organizativo” parecían ser impedimentos significativos en la traducción de la investigación a la práctica. La resistencia activa al cambio fue un problema que se percibió en todos los sitios de estudio.

Sarah Krein, nurse e investigadora científica de VA, y participante principal en el estudio, indicó que el equipo investigador espera que el estudio provea un punto de partida para la discusión de las barreras relacionadas con el personal y las estrategias para estimular los esfuerzos que impidan las infecciones.

“Idealmente los administradores del hospital y los responsables de la seguridad de los pacientes pueden usar las conclusiones para estructurar, exitosamente, las actividades que prevengan las infecciones adquiridas en el hospital dentro de sus organizaciones”, dijo Krein.

El equipo investigador emplea las conclusiones de este estudio en otro estudio del Instituto Nacional de Investigación de Enfermeria que apunta a reducir las infecciones asociadas con catéteres en las vías urinarias, en el estado de Michigan, y lo hace en colaboración con el Centro Keystone para la Seguridad y Calidad de Paciente de la Asociación de Salud y Hospitales de Michigan (MHA por su sigla en inglés).

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