ANN ARBOR, Michigan.— Comer porciones más pequeñas no significa que usted tendrá más hambre o que comerá más a la hora de la cena, según sugiere un nuevo estudio.
Hacer ejercicio después de ingerir una porción pequeña puede reducir la sensación de hambre y potencialmente ayudar a perder peso, según Katarina Borer, Profesora de la Escuela de Kinesiología de la Universidad de Michigan en Ann Arbor y la investigadora principal del estudio.
Cuando las porciones eran pequeñas, las personas se sintieron más hambrientas que cuando las porciones eran grandes. Sin embargo, en la próxima comida, los índices de hambre eran igualmente altos para ambas categorías.
Hacer ejercicios le hará sentir menos hambre, y no le hará sentir más hambre o comer más en la próxima comida.
“El estómago o los intestinos saben cuando usted está lleno, y esto tiene que ver con el volumen y la energía contenidos en la comida”, dijo Borer. “Nuestro cuerpo registra la cantidad de comida que va en la boca y al estómago. Nuestro estómago es el tipo listo que sabe qué ocurre y le avisa al cerebro”.
La investigadora redujo las calorías mediante la dieta, y también hizo que los sujetos quemaran calorías mediante el ejercicio. El estudio mostró que el déficit calórico en forma de comidas pequeñas causa el hambre, pero lo contrario también es cierto dado cuando gastamos las calorías mediante el ejercicio después de una comida abundante. Pero cuando Borer reemplazó esas calorías y nutrientes por vía intravenosa los sujetos siguieron sin sentirse saciados después de una comida pequeña o del ejercicio, lo cual sugiere, una vez más, que el volumen de comida que pasa realmente por la boca y el sistema digestivo es lo que causa el hambre y la saciedad.
Los resultados de Borer niegan la postura aceptada ampliamente que la hormona Leptina actúa como una señal de saciedad al controlar el apetito y que la hormona ghrelina señala hambre, explica.
La opinión científica actual es que las hormonas y otros censores en el cuerpo de alguna forma registran nuestro déficit o superávit de energía y calorías, y luego la ghrelina señala a nuestros cuerpos que necesitamos comer durante un déficit de energía y la leptina avisa que debemos parar de comer en respuesta a la saciedad calórica. Las hormonas ghrelina y leptina sí registraron la disponibilidad de energía (déficit debido a porciones pequeñas y ejercicio, y exceso debido a porciones grandes y nutrientes administrados por vía intravenosa) pero no afectaron el apetito, según Borer.
Las conclusiones a las que llegó Borer ciertamente no significan que uno pueda comer una porción pequeña de comidas ricas en calorías, como una pizza, mientras hace dieta. Lo que ocurrirá es que se sentirá hambriento más pronto que si hubiese ingerido grandes cantidades de comidas sanas y bajas en energía. El beneficio agregado de las comidas ricas en nutrientes pero con bajo contenido de calorías es una posible pérdida de peso y una salud general buena, dijo la investigadora. La abundancia de vegetales y las carnes magras son opciones más prudentes que la pizza, dijo, aunque volúmenes iguales de ambos nos hacen sentir igualmente satisfechos.
“Usted necesita satisfacer a su estómago sin agregar una gran cantidad de calorías”, indicó.
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