ANN ARBOR, Michigan.— La cordillera de los Andes, que se extiende como el espinazo de una serpiente a lo largo de la costa oeste de América del Sur, es la cadena montañosa continental más larga del mundo y el macizo más alto afuera de Asia con una elevación promedio de 3.965 metros. La cuestión de cuán rápido estas montañas alcanzaron tales alturas ha sido motivo de controversia en círculos geológicos ya que algunos investigadores sostienen que los Andes centrales se elevaron abruptamente casi a su altura actual y otros mantienen que el alzamiento fue un proceso más gradual.
Una nueva investigación realizada por el paleoclimatólogo Christopher Poulsen de la UM y sus colegas indica que quienes se inclinan por la hipótesis de un elevamiento rápido han interpretado los datos de manera equivocada. Lo que algunos geólogos interpretan como señales de un alzamiento rápido son, en realidad, indicios de antiguos cambios climáticos, sostienen estos investigadores. Sus conclusiones se publican en la edición del 1 de abril de Science Express.
La confusión ocurre cuando las proporciones de los dos isótopos principales del oxígeno, el oxígeno 18 y el oxígeno 16 (símbolos 16O, 18O), se usan para calcular las elevaciones en el pasado, dijo Poulson, profesor asociado con designaciones en los departamentos de Ciencias Geológicas, y de ciencias Atmosféricas, Oceánicas y del Espacio.
“En el clima moderno existe una relación inversa, bien conocida, entre los valores isotópicos del oxígeno en la lluvia y la elevación”, señaló Poulson. “A medida que la nube de lluvia asciende en la cadena de montañas, comienza la precipitación. Dado que el oxígeno 18 tiene más masa que el oxígeno 16, es el que más se precipita en la lluvia. Así, a medida que se sube en la montaña, la precipitación pluvial va perdiendo más y más oxígeno 18 y disminuye la presencia de oxígeno 18 en relación con el oxígeno 16”.
Los geólogos usan la relación de estos isótopos, preservados en las rocas, para inferir las elevaciones en el pasado.
“Si la proporción disminuye con el tiempo, a medida que las muestras son más recientes, la interpretación sería típicamente que ha habido un incremento en la elevación”, dijo Poulson. De hecho ésa es, exactamente, la conclusión de una serie de artículos acerca de la historia del alzamiento de los andes publicada en los últimos cuatro años. Los autores usaron los isótopos de oxígeno en rocas carbonatadas, los autores propusieron la idea de que los Andes centrales se elevaron de2.500 a 3.500 metros en tres millones de años, en lugar de ir aumentando de altura a lo largo de decenas de millones de años como creen otros geólogos.
Pero la elevación no es el único factor que afecta las proporciones de isótopos de oxígeno en la lluvia, dijo Poulsen. “Esa relación también puede afectarla la procedencia del vapor y cuánto haya llovido: una precipitación pluvial más intensa también hace que se precipite preferencialmente el oxígeno 18”.
Escépticos ante la hipótesis de un elevamiento rápido de las montañas, Poulsen y sus colegas llevaron a cabo experimentos con modelos matemáticos para resolver el asunto.
“El resultado clave de nuestro estudio de modelos es que identificamos un umbral de elevación para la precipitación pluvial”, dijo Poulsen. “Una vez que los Andes alcanzaron una elevación superior al 70 por ciento de la altura actual, la tasa de precipitación se incrementó abruptamente. En nuestro modelo el incremento de la precipitación también causó que disminuyera significativamente la proporción de oxígeno 18 a oxígeno 16. Nuestra conclusión es, entonces, que los geólogos han interpretado de manera errónea los datos isotópicos en los Andes centrales. La disminución en la tasa no señala un incremento de la elevación, señala un incremento en la precipitación pluvial”.
La conclusión está respaldada por datos geoquímicas y sedimentológicos, sostuvo Poulsen. “Hay pruebas de que los Andes centrales se tornaron menos áridos al mismo tiempo que los registros de isótopos muestran una disminución en la relación de oxígeno 18 a oxígeno 16”.
Los coautores de Poulsen son Todd Ehlers, de la Univesrsidad de Tuebingen en Alemania, y la estudiante de grado de la UM, Nadja Insel.
Funding was provided by the National Science Foundation, the U-M Graham Environmental Sustainability Institute and the Alexander von Humboldt Foundation.
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