ANN ARBOR, Michigan.—Cuando las personas están bajo estrés crónico tienden a fumar, beber, usar drogas y comer en exceso para lidiar con el estrés. Estos comportamientos activan una cascada de acontecimientos biológicos que ayuda a prevenir la depresión pero también contribuyen a una cantidad de problemas físicos que, eventualmente, llevan a una muerte temprana.
Esto es lo que afirman el cientista social de la Universidad de Michigan, James, S. Jackson y sus colegas en un artículo que se publica en la edición de mayo de 2010 de la revista American Journal of Public Health. La teoría ayuda a explicar una paradoja epidemiológica de larga data: ¿por qué los negros tienen peor salud física que los blancos pero una mejor salud psiquiátrica?
“Las personas incurren en malos hábitos por razones funcionales, no por debilidad de carácter o por ignorancia”, dijo Jackson, director del Instituto de Investigación Social (ISR por su sigla en inglés) de la Universidad de Michigan.
“En el curso de la vida las estrategias para lidiar con la realidad y los problemas que son eficaces en la ‘preservación’ de la salud mental de los negros pueden operar en concierto con desigualdades sociales, económicas y ambientales que producen las disparidades en salud física en la edad mediana y más tarde en la vida”, añadió.
En un análisis de los datos de encuestas, obtenidos de las mismas personas en dos momentos diferentes en el tiempo, Jackson y sus colegas encontraron pruebas de su teoría. La relación entre los acontecimientos estresantes de la vida y la depresión varía de acuerdo con el nivel de comportamientos perniciosos para la salud. Pero la dirección de esa relación es sorprendentemente diferente para los negros y para los blancos.
En la medida en que controlan la extensión de los acontecimientos de vida estresantes que una persona ha experimentado los comportamientos dañinos parecen proteger a los negros contra la depresión pero conducen a los blancos a niveles más altos de depresión.
“Muchos negros en Estados Unidos viven crónicamente en ambientes precarios y difíciles”, señaló Jackson. “Esos ambientes producen condiciones de vida estresantes y, a menudo, las opciones más fácilmente accesibles para lidiar con el estrés son varias conductas perniciosas. Estas conductas pueden aliviar el estrés mediante los mismos mecanismos que, se cree, contribuyen a algunos trastornos mentales: el eje de hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA) y sistemas biológicos vinculados”.
Dado que los comportamientos negativos para la salud como el fumar, el bebe alcohol, el uso de drogas y el exceso en la comida (especialmente las comidas gratificantes) también tienen efectos directos y debilitantes sobre la salud física, estos comportamientos, junto con las condiciones de vida difíciles que dan motivo a esas conductas, contribuyen a las desigualdades en la mortalidad y los problemas de salud física entre la población negra y la blanca.
Estas disparidades en salud física y mortalidad son mayores en la edad mediana y más avanzada, señaló Jackson.
¿Por qué?
“Cuando son más jóvenes los negros pueden emplear una variedad de estrategias que, cuando se combinan con la salud física más robusta de la juventud, encubren eficazmente la casada de efectos negativos para la salud”, añadió. “Pero a medida que las personas envejecen, tienden a reducir el estrés más a menudo incurriendo en malos hábitos”.
Las mujeres negras muestran tasas más elevadas de obesidad en el curso de la vida, dijo Jackson. De hecho para cuando llegan a los cuarenta el 60 por ciento de las mujeres negras son obesas.
“¿Habría que acepta que el 60 por ciento de la población tiene una falla de carácter?”, se preguntó Jackson. “El comer en exceso es una respuesta eficaz, temprana y bien aprendida ante los estresantes ambientales crónicos que se consolida en el curso de la vida. Por contraste, y por una variedad de razones sociales y culturales las opciones de los hombres negros estadounidenses para lidiar con el estrés son diferentes. Temprano en la vida tienden a ser físicamente activos y atléticos, lo cual produce la hormona dopamina que disminuye el estrés. Pero en la edad mediana el deterioro físico reduce la viabilidad y eficacia de esta forma de lidiar con el estrés y los hombres negros se vuelcan en número creciente a los comportamientos dañinos y muestran tasas más altas de tabaquismo, alcoholismo y uso de drogas ilícitas”.
Las desigualdades raciales en las enfermedades físicas y la mortalidad no son, realmente, resultado de la raza en absoluto, dijo Jackson. En cambio son resultado de la forma en que las personas viven sus vidas, la composición de sus vidas. Estas disparidades no son sólo una función del status socioeconómico sino también de una amplia gama de condiciones que incluye la acumulación de acontecimientos y experiencias negativas a los cuales las personas están expuestas a lo largo de los años.
“No se puede estudiar la salud física sin observar asimismo la salud mental de las personas y, realmente, toda su vida”, dijo. “La manera más eficaz de encarar una fuente importante de las disparidades en la salud física es la reducción de los estresores producidos por el ambiente, tanto los relacionados con la rasa como los que no lo están. Tenemos que mejorar las condiciones de vida, crear oportunidades de buenos empleos, eliminar la pobreza y mejorar la calidad de la vida en las áreas urbanas”.
“Paradójicamente la falta de atención a estas condiciones contribuye al uso de conductas perniciosas para la salud pero que sirven para lidiar con las situaciones por parte de quienes viven en condicione pobres”, indicó Jackson. “Aunque estas conductas dañinas para la salud contribuyen a bajar las tasas de trastornos mentales, a lo largo de la vida desempeñan un papel significativo en el aumento de las tasas de problemas de salud física y una mortalidad más temprana que la de la población en general”.
Este trabajo tuvo el apoyo del Instituto Nacional de Salud Mental.
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