ANN ARBOR, Michigan.—Justo a tiempo para el comienzo de un nuevo año académico una investigación de la Universidad de Michigan indica la forma en que las madres y los padres pueden mejorar las probabilidades de que los niños hagan, realmente, sus tareas escolares.
Según el estudio de la UM que se publica en la revista Journal of Experimental Social Psychology, hay más probabilidades de que los niños hagan en la casa las tareas escolares si las ven como una inversión y no como una tarea.
La mayoría de los niños en EEUU dice que esperan ir a la universidad, según el estudio llevado a cabo por el estudiante de posgrado de la UM, Mesmin Destin y Daphna Oyserman, una psicóloga en el Instituto de Investigación Social (ISR) de la UM, la Escuela de Trabajo Social y el Departamento de Psicología.
Pero frecuentemente hay una brecha entre las metas de los estudiantes y su comportamiento real, una brecha que puede ser especialmente ancha entre los estudiantes de bajos ingresos y afro americanos.
Los investigadores llevaron a cabo dos estudios entre niños de escuela intermedia en el área de Detroit. En el primer estudio los investigadores preguntaron a 266 estudiantes acerca de los empleos o trabajos que esperaban tener cuando sean adultos. “Piensa en ti misma como una adulta, ¿qué trabajo crees que tendrás? ¿Qué estarás haciendo de aquí a 10 años?”
Nueve de cada 10 niños y niñas esperaba ir, al menos, a un colegio de dos años, pero sólo el 46 por ciento se veía a sí mismos con una identidad como adultos vinculada con la educación. Aquellos que invertían más tiempo en las tareas escolares en casa y tenían mejores calificaciones en el curso del año escolar.
“Aún entre los niños con las mismas calificaciones al comienzo la expectativa de llegar a ser maestra, ingeniero o enfermera al crecer predice que invertirán más tiempo en las tareas escolares en casa”, dijo Oyserman. “Y entonces no es una sorpresa que tendrán mejores calificaciones a lo largo del tiempo que los niños o niñas que esperan tener un empleo en los deportes, el espectáculo u otras áreas que no dependen de tener una educación”.
En el segundo estudio los investigadores trabajaron con un grupo de 292 estudiantes y sus maestros en las clases de ciencia. Los investigadores presentaron información a los estudiantes acerca de las remuneraciones vinculadas con la educación entre las personas que obtengan un diploma universitario, o acerca de las ganancias de los actores, los músicos o los deportistas. Luego los estudiantes respondieron preguntas acerca de cuáles eran sus planes para el resto de la tarde, y los estudiantes marcaron cuánto tiempo pasarían haciendo las tareas escolares o estudiando entre otras actividades como deportes, música o en Internet. Después que los investigadores salieron del aula los profesores asignaron a los estudiantes tareas con créditos extra relacionadas con los materiales de clase con los que estaban trabajando.
Los niños que vieron cómo las remuneraciones de los adultos estaban relacionadas con la educación fueron ocho veces más propensos a completar las tareas escolares con crédito extra que los que vieron la presentación que mostraba que las remuneraciones de los adultos son independientes del grado de su educación.
Tomados en conjunto estos estudios muestran que una intervención, pequeña pero poderosa, que muestre cuánto importa la educación probablemente tendrá un efecto notable en las probabilidades de que los niños pasen más tiempo con sus tareas escolares. Es más probable que las vean como una inversión en su futuro, y no una tarea que interfiere con sus vidas.
“Nuestros resultados también informan al debate en marcha acerca del valor académico de la participación atlética para los jóvenes de minorías y de bajos ingresos. A pesar de los beneficios aparentes en lo que hace a los logros académicos y los resultados para los jóvenes más privilegiados, los datos de nivel nacional no muestran que la participación atlética tenga efectos positivos para los jóvenes urbanos y de minorías, para las niñas y los latinos de áreas rurales. Nuestros resultados coinciden con esos datos2, indicó Oyserman.
“Encontramos que algunas indicaciones muy sutiles pueden influir en el desempeño académico”, añadió. “La falta de percepción de la conexión entre las identidades adultas y las acciones del presente pone a los niños en riesgo de un esfuerzo limitado en la escuela y si se espera hasta que los niños de familias con bajos ingresos y de minorías estén en la escuela secundaria para mostrarles esas conexiones se aumentan las probabilidades de que ya estén demasiado atrasados como para llegar a la universidad”.
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