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Diferencias por género en las interrupciones del sueño, según un estudio de la UM

16/11/2010

ANN ARBOR, Michigan.— Las mujeres que están empleadas fuera de la casa son dos veces más propensas que los padres empleados a interrumpir su sueño para cuidar a otras personas. Ésta es la conclusión de un estudio de la Universidad de Michigan que proporciona los primeros datos representativos nacionales que documentan las diferencias sustanciales por género en el despertarse durante la noche, especialmente si hay bebés y niños pequeños.

Las mujeres no sólo tienen más probabilidades de levantarse durante la noche para cuidar de otros sino que sus interrupciones del sueño duran más, un promedio de 44 minutos para las mujeres comparado con uno de unos 30 minutos para los hombres.

“La interrupción del sueño es una carga que pesa desproporcionadamente sobre las mujeres”, dijo la socióloga Sarah Burgard, investigadora en el Instituto de Investigación Social (ISR) de la UM. “Y esta carga posiblemente afecta la salud y el bienestar de las mujeres, y contribuye a la persistente desigualdad en las remuneraciones y el avance en las carreras profesionales”.

El estudio, que se publicará en la revista de revisión por partes Social Forces lo financiaron el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano, el Instituto Nacional del Envejecimiento y la Fundación Sloan.

Para el estudio Burgard analizó la información en diarios de tiempo de aproximadamente 20.000 padres y madres empleados afuera del hogar, entre 2003 y 2007, obtenidos de la Encuesta Estadounidense de Uso del Tiempo de la Oficina del Censo de EEUU.

La diferencia por géneros en la interrupción del sueño fue mayor en la edad principal reproductiva y de crianza , entre los veinte y los treinta años, según determinó la investigadora.

En las carreras donde tanto el hombre como la mujer tienen empleos afuera de la casa y con un hijo menor de 12 años, el 32 por ciento de las mujeres dio cuenta de interrupciones del sueño para cuidar al bebé, comparado con solo el 11 por ciento de los hombres. La proporción de sueño interrumpido disminuyó con la edad del niño o la niña, y sólo el 10 por ciento de las madres y el 2 por ciento de los padres, con empleos remunerados afuera del hogar, dieron cuenta de interrupciones del sueño. Cuando los hijos tienen edades de 3 a 5 años, el 3 por ciento de las madres y el 1 por ciento de los padres, ambos empleados afuera del hogar, dieron cuenta de interrupciones del sueño.

“Lo realmente sorprendente”, señaló Burgard, “es que las diferencias por género en el cuidado de otros durante la noche persisten aún después que se hacen los ajustes por situación del empleo, ingreso y niveles de educación del padre y de la madre. Entre los padres y madres de infantes que son los únicos con empleo remunerado en la pareja, por ejemplo, el 28 por ciento de las mujeres que son las que ganan el salario familiar informa que se levanta de noche para cuidar de los hijos, comparado con apenas el 4 por ciento de los hombres que son los únicos proveedores en la pareja”.

En una investigación relacionada Burgard y sus colegas encontraron que las mujeres duermen un poco menos que los hombres. Pero el dormir profundamente por unos 15 minutos más por día puede compensar, o no, las interrupciones mayores del sueño que encaran las mujeres.

“Las mujeres tienen una mayor fragmentación y una menor calidad del sueño en una etapa crucial de sus carreras”, dijo Burgard. “Los años centrales de la crianza de hijos son también el período en el cual se establecen las trayectorias de remuneraciones, y las oportunidades de promoción en su carrera bien pueden perderse si las mujeres reducen su tiempo de trabajo remunerado, o si el cansancio afecta su desempeño en el trabajo. Como resultado la interrupción del sueño bien puede representar una ‘carga por maternidad’ poco reconocida que influye las oportunidades y el bienestar en la vida”.

Estas conclusiones tienen implicaciones para las intervenciones de salud pública que procuren mejorar el sueño. “En general, estas intervenciones se enfocan en los comportamientos individuales como el uso de alcohol, la cafeína o el tabaco”, dijo Burgard. “O se enfocan en rutinas nocturnas que ayuden a la gente a relajarse y a dormirse, o a continuar el sueño de mejor forma”.

“Pero para las madres y los padres de niños pequeños el mejor enfoque quizá sea la discusión y la negociación acerca de a quién le toca levantarse de noche a atender el bebé”, añadió.

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