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El gran dilema de las amígdalas

08/02/2011


¿Vale su costo el análisis rutinario de especímenes de amidgalotomías pediátricas? Un estudio de la UM indica que, quizá, no.

ANN ARBOR, Michigan.— Sin demasiada alharaca cientos de miles de niños cada año entregan sus amígdalas al escalpelo del cirujano, habitualmente para aliviar las infecciones recurrentes y problemas obstructivos durante el sueño. La mayoría de las veces las amígdalas extirpadas se envían a un patólogo que busca señales de problemas médicos más graves como un cáncer.

Pero esta práctica común quizá no sea eficiente en términos de costos porque estos exámenes adicionales rara vez conducen al descubrimiento de alguna enfermedad escondida, según muestra un nuevo análisis del Sistema de Salud de la Universidad de Michigan.

Los aproximadamente 35 millones de dólares que se gastan cada año en todo el país en estos exámenes podrían tener más impacto si se aplicaran en alguna otra parte del sistema de cuidado de la salud, dijo el autor principal del estudio Marc C. Thorne, profesor asistente de otolaringología en la Escuela de Medicina de la UM.

“La cuestión es: ¿cómo hacemos un uso racional del dinero que tenemos para el cuidado de la salud?”, señaló Thorne. “Es a la vez un asunto de economía y de valores sociales”.

Las conclusiones, que se presentan por Internet antes de la publicación impresa en la revista Otolaryngology – Head and Neck Surgery, no son más que un ejemplo del debate más amplio que marcha sobre la mejor forma de conservar los recursos, crear eficiencias y bajar los costos del cuidado de la salud.

Los patólogos examinan los especímenes de amigdalotomía de dos maneras: una observación visual y un examen bajo microscopio. El examen con el microscopio cuesta casi tres veces más que la inspección visual.

El 42 por ciento de los especímenes recibe una inspección ocular, el 38 por ciento se estudia bajo microscopio y el 20 por ciento se descarta sin observación alguna, según una encuesta hecha en 2001 entre miembros de la Academia Estadounidense de Otorrinolaringología.

Para determinar la eficacia de cada práctica Thorne y sus colegas revisaron los datos de 5.235 amigdalogomías llevadas a cabo en la UM entre 1996 y 2008.

Un patólogo llevó a cabo el examen visual en 4.186 de esos casos, y no se identificó una sola instancia de otra enfermedad adicional. Mientras tanto el costo colectivo de estos exámenes suma unos 150.000 dólares.

“La inspección visual general puede parecer la mejor alternativa al examen de cada espécimen bajo microscopio, que es más caro”, apuntó Thorne. “Pero bien puede ser la peor de las dos opciones ya que los datos muestran que probablemente se encontrará nada, y sin embargo se incurre en un gasto significativo”.

Si bien es más adecuado para la identificación de enfermedades lo cierto es que el examen bajo microscopio ha encontrado muy pocos problemas adicionales. La incidencia de otras enfermedades e tan baja que los investigadores calculan que se necesitaría gastar más de 750.000 dólares por cada caso de linfoma que se encuentra.

De los 1.066 exámenes bajo microscopio se encontraron 18 casos de enfermedad, y se sospechaba de todos ellos antes de la cirugía ya sea porque se sabía que el paciente tenía un riesgo más alto debido a que había recibido antes un trasplante de órgano, o porque el médico había notado algo sospechoso y había pedido un examen adicional.

Nadie sugiere que carezca de importancia el descubrimiento de cánceres ocultos u otras enfermedades, señaló Thorne. La cuestión que qué otras cosas descuidamos o no hacemos cuando se dedica este esfuerzo para detectar esos casos raros.

En parte el problema se debe a la desconexión entre el servicio y el pago. Para un padre o una madre que tenga seguro médico quizá no haya un costo adicional si la amígdala extirpada de su hijo se examina bajo microscopio. Pero, como sociedad, tenemos que balancear estos deseos individuales con la carga que representan para todo el sistema, explicó Thorne.

“Si la decisión racional es: ‘A mí no me importa cuánto cuesta, porque el que no detectemos un linfoma en un niño es inaceptable’, entonces tendríamos que hacer los exámenes bajo microscopio todas las veces. Si sólo hacemos el análisis visual general, seguimos gastando un montón de dinero aunque sabemos que es poco probable que de esa forma detectemos algo”.

De todos modos el análisis rutinario tiene algunos beneficios que no son clínicos como su uso para la instrucción de los patólogos, señalan los autores.

Jonathan McHugh, un profesor asistente de patología en la Escuela de Medicina de la UM y uno de los autores del estudio, señala que algunos patólogos quizá se opongan a los cambios porque se consideran así mismos como la última línea de defensa.

“En este caso pienso que los datos muestra que no hemos sido muy valiosos en ese papel”, añade McHugh.

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