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Ácaros atrapados en el ámbar durante la copulación revelan una inversión en los papeles sexuales

01/03/2011

ANN ARBOR, Michigan.— En el juego del apareamiento algunas hembras de ácaro son más poderosas que sus parejas, según indica una nueva investigación en la Universidad de Michigan y la Academia Rusa de Ciencias. Las pruebas provienen, en parte, de ácaros preservados por unos 40 millones de años en el ámbar del Báltico.

En un artículo que publica la revista Biological Journal of the Linnean Society, los investigadores Pavel Klimov y Ekaterina Sidorchuck describen una especie extinta de ácaros en la cual los papeles sexuales tradicionales estaban invertidos.

"En esta especie es la hembra la que tiene el control completo o parcial del apareamiento", dijo Klimov, un investigador científico asociado en el Museo de Zoología de la UM. "Esto contrasta con el comportamiento reproductivo actual de muchas especies de ácaros en las cuales casi todos los aspectos de la copulación los controlan los machos".

En los ácaros como en otros animales, incluidos los humanos, la batalla de los sexos se ha mantenido a lo largo de toda la historia de la evolución. Cada género lucha para dominar asegurándose la protección de sus intereses. En el caso de los ácaros los machos se benefician forzando a las hembras a aparearse y asegurándose de que otros machos no se apareen con ellas. El hostigamiento de las hembras renuentes, la custodia de las hembras antes después del apareamiento y el combate con los machos competidores son comportamientos típicos.

Por otro lado las hembras ganan una ventaja en la evolución si tienen algún control sobre aspectos del apareamiento. Esto les permite elegir a machos superiores con los cuales aparearse, y rechazar a los perdedores, y les ahorra el desgaste de estar sujetas al hostigamiento, la custodia y la copulación frecuente.

En la especie de ácaro extinta Glaesacarus rhombeus el macho carece de los órganos especializados para sujetarse a las hembras que pueden verse en los ácaros actuales. La hembra sin embargo tiene una protuberancia como una almohadilla en su trasero que le permite controlar esa sujeción. Una pareja de ácaros copulando, notablemente preservada en el ámbar, dio a Klimov y Sidorchuk una idea de cómo funcionaba el aparato.

Las estructuras que se encuentran en algunos ácaros que viven actualmente también muestran evidencias de control femenino sobre el apareamiento, señaló Klimov. "Mostramos que alguno linajes han desarrollado tubos copulatorios femeninos que funcionan como un pene".

La coautora de Klimov, Ekaterina Sidorchuck, trabaja en el Instituto de Paleontología de la Academia Rusa de las Ciencias.

La investigación la financiaron la Fundación Nacional de Ciencias y el Ministerio ruso de Educación y Ciencia.

Contacto (español): Vivianne Schnitzer
Teléfono: 1–734–763–0368

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