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La provisión de servicios de hospicio está fuertemente vinculada con el ingreso medio de los hogares en el área local

09/05/2011


Se necesitan estrategias que promuevan los servicios al final de la vida en las comunidades más pobres y menos atendidas, indican los investigadores de la UM

ANN ARBOR, Michigan.— La riqueza, el tamaño de la población la raza y la edad están relacionadas con la provisión de cuidados de hospicio disponible en un contado, según un estudio que publica la revista Journal of Pain and Symptom Management este mes.

La disponibilidad local de estos servicios es un indicador importante del uso de los programas de hospicio, que son servicios al término de la vida que, según se ha demostrado, mejoran el control del dolor, mantienen la independencia del paciente y aún extienden la vida, dijo la autora principal María Silveira, del Sistema de Salud de Asuntos de Veteranos en Ann Arbor y profesora asistente en el Departamento de Medicina Interna de la Universidad de Michigan.

El estudio es el primero que ha examinado las variaciones geográficas en la provisión de servicios de salud y su relación con la salud comunitaria.

Los investigadores encontraron por cada incremento de mil dólares en el ingreso medio de los hogares en un condado la provisión de servicios de hospicio aumentaba un 3 por ciento.

La provisión de hospicios también es mayor en los condados con poblaciones más numerosas, con más afroamericanos y con más personas mayores de 65 años de edad.

Pero la provisión de hospicios disminuye en los condados con mayor área geográfica y en los que tienen más residentes hispanos.

Silveira y sus coautores dicen que se necesita más investigación pero estos resultados del estudio indican que el modelo tradicional para la estructuración y financiación del hospicio debe ser rediseñado. La construcción de hospicios en la comunidad a menudo se financia mediante organizaciones de beneficencia y ésta es una explicación posible de las disparidades que se ven en el estudio.

“Las comunidades más acaudaladas pueden hacer grandes donaciones para caridad y tienen así los recursos para la construcción de hospicios locales, en tanto que las comunidades más pobres quizá no puedan donar las cantidades necesarias para hacer lo mismo”, dijo Silveira.

Si bien el uso de hospicios e ha incrementado tremendamente en los últimos veinte años la mayoría de las personas en Estados Unidos mueren sin tener el cuidado de hospicio. En 2002 sólo el 28,6 por ciento de las beneficiarios de Medicare que murieron se habían ingresado en un hospicio.

Para mejorar la factibilidad de hospicios en las comunidades más pobres, Silveira y sus coautores indican que Medicare debería proveer la asistencia o los incentivos para la construcción de hospicios de las comunidades más pobres, además de asegurarse que el reembolso por los servicios de hospicio estén a la par de sus costos.

“Dado que el cuidado de hospicio en Estados Unidos se paga con fondos públicos por medio de Medicare, el gobierno tiene una responsabilidad de asegurar que el acceso a los hospicios sea equitativo”, dijo Silveira.

Silveira y sus coautores enfatizaron que se necesita más investigación para determinar cómo las preferencias de los pacientes influyen el acceso a los hospicios por parte de las comunidades menos atendidas.

“Las relaciones entre el nivel económico de la comunidad y la provisión de servicios de hospicio podría reflejar los valores de la comunidad acerca del hospicio, pueden indicar que el hospicio, tal como cualquier otro negocio, sigue meramente las demandas por sus servicios”, añadió Silveira.

Los autores adicionales son Susan Goold del Sistema de cuidado de la Salud de Asuntos de Veteranos en Ann Arbor y profesora en los departamentos de Medicina Interna y Gestión y política de Salud en la UM; Lawrence F. McMahon, director de la División de Medicina General de la UM y profesor en los departamentos de Medicina Interna y de Gestión y Política de Salud; Stephen Connor, de la Organización Nacional de Hospicios y Cuidado Paliativo, y Crhis Feudtner, del Hospital de Niños de Philadelphia.

Referencia de publicación: doi:10.1016/j.jpainsymman.2010.09.016

Contacto (español): Vivianne Schnitzer
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Contacto (inglés): Mary F. Masson
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