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Para gusto o disgusto, la temporada de la hospitalidad se aproxima

08/11/2011

“El anfitrión debe temer al huésped” – proverbio jordano

ANN ARBOR, Michigan.—Al aproximarse las fiestas tradicionales un antropólogo de la Universidad de Michigan explica por qué el agasajar a otros y el ser agasajado pueden ser igualmente irritantes.

“La hospitalidad es una especie de política”, dijo Andres Shryock, quien ha estudiado la compleja relación de anfitriones y huéspedes en una variedad de culturas, desde los indígenas americanos y los shaykhs beduinos a familias más o menos parecidas a la suya. “Tanto el brindar como el recibir la hospitalidad nos involucra en transacciones de poder y respeto. Y ello causa emociones contradictorias: orgullo, deseo, envidia, excitación, bochorno, y temor”.

La compleja naturaleza de la relación se expresa en varios proverbios, según Shryock. En el “Almanaque del Pobre Richard”, Benjamín Franklin afirmó: “Después de tres días el pescado y los visitantes huelen mal”. Los beduinos Balga de Jordania, que Shryhock estudió, son un poco más generosos y toleran que los huéspedes se queden “por tres días y un tercio”.

“Los jordanos a menudo dicen que el huésped es prisionero del anfitrión”, señaló. “Con eso quieren decir que a los visitantes se les trata bien pero su libertad de movimientos está limitada. No pueden moverse libremente por la casa, no pueden tomar comida o bebidas por sí mismos, y dependen de que sus anfitriones le provean lo que necesiten”.

Según Shryock, los jordanos y otros pueblos con una fuerte tradición de hospitalidad para los visitantes encuentran interesante que los estadounidenses digan a los invitados que se sirvan por sí mismos en lugar de servirles. También les desconcierta que los estadounidenses acepten un “no” como respuesta cuando ofrecen refrescos o extienden una invitación en lugar de repetir la invitación, permitiendo que un huésped cortés la rechace repetidas veces antes de aceptar otro vaso de vino o la invitación para venir a cenar.

La coreografía es esencial para el manejo de las relaciones entre huéspedes y anfitriones, señala Shryock. En los hogares jordanos hay, casi siempre, un espacio especial reservado para agasajar a los huéspedes y ellos reciben las mejores copas, platos, utensilios, té, café y comidas. A veces hay una sala de huéspedes separada, junto a la casa. “Cuando los jordanos dicen ‘mi casa es su casa’ no lo significan literalmente”, añadió Shryock. “A lo que se refieren es a la parte de la casa que forma el escenario para la hospitalidad”.

Los estadounidenses, ahora, puede que no tengan una habitación especial para atender a los huéspedes, como la sala del pasado, pero típicamente ciertas áreas de sus casas están vedadas para los huéspedes, en tanto que otras áreas se limpian y decoran especialmente para que los huéspedes las aprecien.

Las razones de esos aprestos se reflejan en otro proverbio. “Los jordanos también dicen: ‘El anfitrión debe temer al huésped’”, dijo Shryock. “Cuando se sienta (y comparte tu comida), es compañía. Cuando se para (y deja tu casa) es un poeta’. En otras palabras, los huéspedes hacen o deshacen tu reputación, así que debes manejarlos con cuidado”.

La negociación de las reglas varias de hospitalidad durante las fiestas puede ser difícil aún para un experto, reconoce Shyrock.

“A esta altura yo mismo estoy en medio de una transición por la cual pasan muchos estadounidenses cuando son adultos. Cuando yo era joven la tradición de nuestra familia era la celebración del Día de Acción de Gracias en las montañas Ozarks con la familia de mi madre. Después mi madre y sus hermanos y hermanas pasaron a ser el centro de gravedad. Y ahora es nuestra tradición, mi esposa Sally y yo alternamos las fiestas con sus parientes y los míos en una secuencia articulada cuidadosamente de manera que nadie se sienta desairado”.

“Así en este Día de Acción de Gracias nosotros seremos huéspedes. Pero no en el sentido jordano. No nos van a servir allá. Vamos a contribuir con las comidas y con la limpieza. Gran parte de todo ese trabajo lo hacen las mujeres. Para muchos estadounidenses la centralidad de las mujeres en la fiesta del Día de Acción de Gracias es muy pronunciada. La gente piensa que esto está cambiando pero algunas tradiciones cambian más rápido que otras”.

“Una experiencia que Sally y yo tuvimos hace algunos años realza la relación entre género y el Día de Acción de Gracias. No podíamos ir a casa de la familia porque teníamos mucho trabajo pendiente. Así que lo celebramos nosotros solos con nuestra hija, que tenía entonces tres años de edad. Al aproximarse la fecha Sally empezó a sentirse cada vez más culpable porque no hacíamos suficientes preparaciones. Al final me dijo que fuera a comprar un pavo, aunque fuera uno pequeño. Bueno, a esa altura habían vendido todos los pavos en el mercado. Cuando llegué a la casa con las manos vacías Sally me dijo que fuera a Boston Market y comprara uno allí”.

“Llegué al Boston Market la tarde antes del Día de Acción de Gracias y había una larga fila, todos hombres. No había una sola mujer en la fila. Y yo primero pensé ‘ah todos estos solteros patéticos’. Pero no, resultó que a todos los habían enviado sus esposas o parejas a que compraran algo de pavo y lo trajeran a la casa. Empecé a preguntarme por qué todos los que estaban en la fila eran hombres, y un tipo dijo ‘Mi esposa dijo que prefería morirse antes de que la vieran comprando la cena del Día de Acción de Gracias’. Y nos reímos todos con la broma de que nos habían mandado de cacería para obtener la cena para nuestras mujeres e hijos. Pero la razón subyacente por la cual estábamos allí era que nuestras esposas estaban avergonzadas porque no habían preparado la comida desde los ingredientes básicos. Y nosotros no estábamos avergonzados”.

Contacto (español): Vivianne Schnitzer
Teléfono: 1–734–763–0368

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