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ANN ARBOR, Michigan.— Un astrónomo de la Universidad de Michigan ha descubierto los restos de una supernova, que se cuentan entre los más jóvenes hallados hasta ahora en la Vía Láctea.
El hallazgo permitirá que los astrónomos aprendan acerca de la naturaleza de la estrella original y los detalles de su muerte. El objeto recibió la designación G306.3-0.9 por las coordinadas de su posición en el cielo cerca del borde sur de la constelación del Centauro.
“El descubrimiento es muy excitante y nuestras observaciones han determinado que los restos de esta supernova se cuentan entre los veinte más jóvenes conocidos en la galaxia, aproximadamente unos 2.500 años”, dijo el autor principal Mark Reynolds, investigador fellow de astronomía en el Colegio de Literatura, Ciencia y las Artes. “Las supernovas desempeñan un papel crítico en el ciclo de vida del universo ya que enriquecen el medio interestelar con metales y afectan el proceso de formación de las estrellas en las galaxias”.
Los detalles del descubrimiento se publican hoy en la versión de Internet de la revista Astrophysical Journal, y se publicarán en la próxima versión impresa.
Reynolds hizo el descubrimiento cuando inspeccionaba el plano de la galaxia con el satélite NASA/Swift en busca de nuevas fuentes de rayos X.
Los restos de las supernovas emiten energía a través del espectro electromagnético desde radio a rayos gama y en cada banda de energía pueden encontrarse claves importantes. Las observaciones de rayos X ayudan a revelar el movimiento de los desechos en expansión, su contenido químico y cómo interactúan con el ambiente interestelar. Pero los restos de las supernovas se difuminan en la luz de rayos X después de unos 10.000 años. De hecho, sólo la mitad de los conocidos en la Vía Láctea se han detectado con rayos x.
Los astrónomos calculan que en cada siglo ocurre una o dos explosiones de supernova den la Vía Láctea. La onda expansiva de la explosión y los restos estelares calientes se disipan lentamente a lo largo de cientos de miles de años, mezclándose eventualmente con el gas interestelar hasta que no pueden distinguirse de éste.
Para investigar con más detalle el objeto el equipo hizo un seguimiento con una exposición de 83 minutos usando el Observatorio de Rayos X Chandra de la NASA, y observaciones adicionales con radio usando el Telescopio de Conjunto Compacto de Australia, ubicado cerca de Narrabri en Nuevo Gales del Sur.
Los científicos determinaron que la onda de la explosión se expande a través del espacio a unos 2,4 millones de kilómetros por hora. Las observaciones con el Chandra revelan la presencia de hierro, neón, silicona y azufre a temperaturas que superan los 10 millones de grados Celsius, lo cual apunta no sólo a las energías involucradas sin el papel que las supernova desempeñan sembrando la galaxia con los elementos pesados producidos en el centro de las estrellas gigantes.
“No tenemos información suficiente para determinar qué tipo de supernova fue ésta y por lo tanto cuál fue el tipo de estrella que estalló, pero planificamos observaciones más profundas para mejorar la imagen”, dijo el coautor Jaime Kennea, también investigador en el Centro de Operaciones de la Misión Swift. “No vemos pruebas concluyentes de que la explosión haya formado una estrella de neutrones, y esto es algo que esperamos que pueda determinarse en uno u otro sentido con el trabajo futuro”.
Reynolds es el científico principal de la Encuesta Swift de Plano Galáctico. (El investigador principal es Jon Millar, profesor asociado de astronomía en la UM). La meta del proyecto es tomar, simultáneamente, una imagen en una franja de dos grados a lo largo del plano central de la Vía Láctea con rayos X, y con energía ultravioleta. La elaboración de esta imagen comenzó en 2011 y se espera completarla este verano (hemisferio norte).
El artículo tiene el título de “G306.3-0.9: A Newly Discovered Young Galactic Supernova Remnant”. El trabajo lo financia la NASA.