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ANN ARBOR, Michigan.— Las intervenciones para inducir el parto y aumentar la frecuencia de las contracciones pueden aumentar el riesgo de que las mujeres embarazadas tengan niños con autismo, especialmente si el bebé es varón, según un extenso análisis retrospectivo realizado por investigadores de la Universidad de Michigan y Medicina en Duke.
Las conclusiones, que se publican en la edición del 12 de agosto de JAMA Pediatrics, no prueba una relación de causa y efecto, pero sugieren la necesidad de más investigación particularmente dado que la intervención para inducir el parto y aumentar la frecuencia de las contracciones se han usado con más frecuencia en años recientes.
La aceleración del parto ha beneficiado a las mujeres con condiciones de salud que presentan un riesgo para ellas y sus niños antes de nacer. Se ha demostrado que la inducción del parto (que consiste en el estímulo de las contracciones antes del comienzo del parto espontáneo), y la intervención de aumento (que incrementa la fuerza, duración o frecuencia de las contracciones durante el parto) previenen las complicaciones, incluido el parto de un feto muerto.
“La comunidad científica ha buscado por bastante tiempo los contribuyentes ambientales de las tasas crecientes de autismo en Estados Unidos”, dijo Marie Lynn Miranda, autora senior del artículo y profesora de Informática Ambiental y de Pediatría en la Universidad de Michigan, Miranda también es decana de la Escuela de Recursos Naturales y Ambiente de la UM. “Este estudio proporciona las pruebas preliminares de una vinculación entre el autismo y la inducción del parto y aumento de las contracciones, especialmente entre los bebés varones”.
Al mismo tiempo Miranda advirtió que se necesita más investigación para comprender estos resultados preliminares.
“Se necesitan estudios adicionales para diferenciar entre las posibles explicaciones de la vinculación tales como: las condiciones subyacentes del embarazo que requirieron la necesidad eventual de inducir y aumentar; los acontecimientos del parto y el nacimiento vinculados con la inducción y el aumento, y los tratamientos específicos y dosis usados para inducir el parto y aumentar las contracciones (por ejemplo, oxitocina y prostaglandinas exógenas)” dijo Miranda.
La inducción del parto o el aumento de las contracciones se han señalado ya antes como factor contribuyente al desarrollo del autismo”, dijo el autor principal Simon G. Gregory, profesor asociado de medicina y genética médica en Duke. “Sin embargo, estos estudios produjeron resultados contradictorios y consistieron en un número relativamente pequeño de sujetos. Nuestro estudio es, de lejos, el más amplio de su tipo que ha analizado la asociación entre el autismo y la inducción de parto o aumento de las contracciones”.
En este estudio los investigadores observaron los registros de todos los nacimientos en Carolina del Norte en un período de ocho años y cotejaron 625.042 registros de nacimientos con los registros escolares correspondientes que indicaban si a los niños se les había diagnosticado con autismo.
Aproximadamente el 1,3 por ciento de los varones y el 0,4 por ciento de las niñas tenían diagnóstico de autismo. Tanto en los niños como en las niñas el porcentaje de madres que habían tenido un parto inducido u aumentado resultó se más alto entre los niños con autismo que aquellos que no tenían autismo.
Las conclusiones indican que entre los varones el parto que fue inducido y aumentado aparece una vinculación con un riesgo 35 por ciento más alto de autismo, comprado con los partos que no recibieron alguna de esas intervenciones. Este incremento calculado del riesgo tuvo en cuenta los factores de riesgo maternales y relacionados con el embarazo establecidos, como la edad de la madre y las complicaciones del embarazo. Si bien el parto inducido por su lado, y el parto con aumento de contracciones por su lado, aparecieron cada uno asociado con un riesgo mayor entre los varones, sólo el aumento de contracciones apareció vinculado con un riesgo incrementado entre las niñas. La razón por la diferencia en estas conclusiones entre los varones y las niñas requiere más investigación.
Gregoy dijo que el mayor riesgo asociado con la inducción y el aumento de las contracciones es similar a otros factores de riesgo conocidos para el desarrollo del autismo, incluido el que la madre sea de más edad o que el bebé nazca antes de las 34 semanas de gestación. Un análisis adicional sugiere que la ausencia de inducción y aumento de las contracciones podría eliminar dos de cada mil casos de autismo entre los varones nacidos de madres a las cuales se les ha inducido el parto o aumentado las contracciones.
El autismo, una discapacidad de desarrollo que puede causar impedimentos sociales, de comunicación y conducta, afecta a aproximadamente uno de cada ochenta y ocho niños en Estados Unidos. Tanto los investigadores como las familias están interesados en comprender si hay factores ambientales que puedan contribuir al desarrollo del autismo, particularmente los que puedan afectar el desarrollo del cerebro.
En este estudio los investigadores notaron que los niños a los cuales más tarde se les diagnosticó autismo eran más propensos ha haber nacido en partos caracterizados por el estrés fetal.
“Las conclusiones de este estudio deben equilibrarse con el hecho de que hay beneficios claros en las intervenciones de inducción de parto y aumento de contracciones”, dijo el autor del estudio Chad A. Grotegut, profesor asistente de obstetricia y ginecología en Duke Medicine. “La inducción del parto, especialmente para las mujeres con embarazos pasados de fecha o condiciones médicas tales como la diabetes y la alta presión sanguínea, ha disminuido notablemente las probabilidades de un parto de feto muerto”.
Los autores enfatizan que estas conclusiones no sustentan desviación alguna de las normas actuales acerca de las intervenciones de inducción de parto o aumento de las contracciones hasta que se hagan más investigaciones.
“A lo largo de la última década, aproximadamente, se ha hecho evidente que una combinación de factores de riesgo genéticos y ambientales contribuye al riesgo de autismo”, dijo Alycia Halladay, directora de ciencias ambientales y clínicas en Autim Speaks, quien no participó en el estudio. “Es importante que la investigación identifique estos factores de riesgo de manera que pueda prevenirse el impacto de tales factores”.
“Éstas son conclusiones muy interesantes que requieren más investigación sobre el uso de la inducción y el aumento de contracciones durante el parto como un potencial factor de riesgo de autismo”, añadió Halladay. “El próximo paso será el determinar por qué hay esta asociación. Por ejemplo ¿hay otros factores en juego aquí que llevaron a la necesidad de inducción? Se necesita más investigación antes de que estos resultados puedan usarse para la orientación de la práctica clínica”.
Los investigadores señalaron que alguna información que hubiese podido beneficiar sus análisis no estuvo disponible, incluidos los datos detallados de los diagnósticos de autismo de los niños. No hubo información disponible sobre el grado de autismo, ni había registros disponibles acerca de los niños diagnosticados con autismo pero que no concurrían a escuelas públicas. Los investigadores tampoco tuvieron acceso a los registros médicos completos de la madre o el hijo, los cuales hubiesen proporcionado una información más detallada sobre el embarazo, el parto y el nacimiento.
Además de Gregory, Miranda y Grotegut, los autores del estudio incluyen a Rebecca Anthopolos, de la Iniciativa de Salud Ambiental de los Niños en la Universidad de Michigan, y Claire Osgood, de la Iniciativa de Salud Ambiental de los Niños en la Universidad Duke. La investigación tuvo el apoyo de fondos de USEPA (RD83329301)