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Estudiantes U-M descubren la cultura vitivinícola en Chile

26/03/2015

Esta primavera, 21 estudiantes de la Universidad de Michigan visitaron Chile. Ahora, de regreso a Ann Arbor, buscan cómo ayudar a pequeños viñedos a aumentar sus exportaciones a Estados Unidos

Colchagua, Chile— Vender más no es siempre mejor. La calidad siempre debe ir primero. Al menos, ese es el mensaje que el estudiante de administración de empresas de la Universidad de Michigan Chris Curtis escuchó una y otra vez de distintas compañías vitivinícolas en Chile, durante una semana de inmersión en esa industria del país.

“Fue realmente refrescante ver que las compañías no sólo están interesadas en crecer lo más que puedan lo más pronto que puedan. Lo que realmente quieren es crecer de manera sustentable, producir buen vino. Ser reconocidas por su calidad. El enfoque está en la calidad.”

Curtis fue uno de 21 estudiantes de la UM que estas vacaciones de primavera la pasó en Santiago y Colchagua, estudiando la industria vitivinícola del país. Los estudiantes, incluyendo cuatro del programa de ciencias artes y letras (LSA por sus siglas en inglés) y 17 de la escuela Ross Business School de la UM, es uno de los programas que la escuela de negocios ofrece a los estudiantes de pregrado de la universidad. Chile es un interesante caso de estudio para los estudiantes.

El país -una larga cinta de tierra en la costa occidental de América del Sur– fue no hace tanto gobernado por una dictadura brutal, y una de las naciones más pobres de la región. Ahora, Chile tiene una democracia vibrante y una economía próspera y es el cuarto país exportador de vino en el mundo. Pero este crecimiento ha tenido un costo: los vinos chilenos más conocidos son baratos y de baja calidad a pesar de que Chile produce algunos de los mejores vinos del mundo.

Los estudiantes Dan Dobras, Lamontre Jackson y Nancy Sun apoyan sus manos contra un fermentador de acero inoxidable en Viu Manent para probar la temperatura del vino fermentando. la temperatura es clave en la producción del vino.

En los últimos años, la industria vitivinícola en Chile se ha enfocado en cambiar esta percepción, poniendo hincapié en la calidad, no la cantidad, de vinos producidos. Durante su estancia en chile, los estudiantes pasaron tres días en Santiago, atendiendo cátedras por expertos de la industria y del sector económico del país en la Universidad Católica. Después, recorrieron el Valle Colchagua, que va desde los faldeos de la Cordillera de los Andes a la fría costa cubierta por la ‘camanchaca’ (el nombre que se le da en el país a la neblina proveniente del océano pacífico).

Los estudiantes visitaron húmedas bodegas con intenso olor a vino fermentado, probaron jugo de uva recién exprimido de los fermentadores de acero inoxidable, y disfrutaron asados ofrecidos por dueños de los viñedos, en una semana de inmersión cultural que les ayudó a aprender de los desafíos y oportunidades que los pequeños productores de vino en el país deben enfrentar para entrar en el mercado de Estados Unidos.

Recorriendo las 150 hectáreas de la hacienda San Carlos de Cunaco, que produce las uvas para los mejores vinos tintos de Viu Manent Winery, los estudiantes aprendieron lo que cuesta convertir un racimo de uvas en un vino fino, desde el cultivo de las cepas en el terreno correcto, la cosecha en el tiempo preciso, el procesamiento correcto y rigurosamente estudiado para asegurar la calidad del producto final.

Erin Ross, Zoe Bauer, Lily Chen y Jillian Wilson con el gerente de ventas globales de Casa Silva Felipe Varela en la bodega de la compañía, donde los mejores vinos son añejados en barriles de roble de Francia.

En la hacienda de Casa Silva, los estudiantes aprendieron acerca del Carmenere, una cepa que se pensó había sido destruida por una plaga en Europa en el siglo pasado y que fue redescubierta entre plantaciones de Malbec en Chile en 1994, convirtiéndose rápidamente en el vino con puramente estampa chilena. Sin embargo, el carmenere no ha estado libre de problemas.

La cepa es muy sensible a la temperatura y mientras los sommeliers en Chile experimentaban cómo mejor hacer el vino, la cepa adquirió una mala reputación en el extranjero.

“Encontré que la historia del Carmenere tiene paralelos con el desafío de Chile de dejar su imagen de ser productor de vinos baratos,” dijo Lily Cheng, una estudiante de ingeniería en la UM. “A medida que la calidad de los vinos Carmenere en particular y chilenos en general aumenta, tienen que reconstruir la percepción pública de estos productos.”

En Viña MontGras el enólogo Cristián Olate les enseñó a un grupo de estudiantes a diferenciar entre distintas cepas de acuerdo al tamaño y forma de las hojas de las vides y de los racimos de uvas. En un área del viñedo donde la producción es puramente experimental, les mostró  las plantas de Carmenere, Pinot Noir y Cabernet Sauvignon y otras variedades menos conocidas en Chile, como Graciano, Petit Meslier, Tempranillo y Garnacha.

Estudiantes de UM comienzan un tur de la viña MonGras en Valle Colchagua, Chile, como parte de su estudio de la industria vitivinícola en el país.

Uno por uno, les mostró las diferencias entre las variedades, los variados tamaños y formas de las hojas, de los espesores del hollejo de las uvas, de su amargura y la dulzura. También aprendieron acerca de los esfuerzos que la viña está haciendo para atraer familias de turistas. La viña ofrece la oportunidad de cosechar sus propias uvas y después pisarlas en un lagar -una especie de bañera hecha con un extremo de un barril recortado- y después beber el jugo.

Aunque ya no se use para producción de vino, pisar las uvas es todavía una actividad que atrae a turistas del vino.

Los turistas también pueden hacer sus propios vinos mezclando cepas de la viña y mientras tanto los niños pueden decorar las etiquetas. Michael Metzger, un profesor visitante de Universidad de Michigan, y quien organizó el programa, dijo que trabajar con compañías que han estado en las mismas familias por generaciones enriqueció la experiencia de los estudiantes que se dividieron en cuatro grupos, tres de los cuales se dedicó a trabajar con diferentes

viñedos familiares y uno a trabajar con la industria del turismo del vino.

“Resultó que al elegir viñedos de familia aprendimos mucho acerca de la cultura y valores de Chile”, dijo Metzger. “Cada equipo ha aprendido cosas distintas porque tuvieron experiencias distintas. Diferentes familias tienen culturas distintas. Ha sido una experiencia increíble.” Pero esta rica experiencia no sólo tuvo lugar en cátedras y reuniones.

Al finalizar su primer día en Chile, un grupo de estudiantes de la Universidad de Michigan pasó a cenar al Barrio Lastarria, un barrio histórico en el centro de Santiago. Mientras  disfrutaban de empanadas con merkén (una especia usada por los Mapuches, los predominantes indígenas chilenos), papas fritas en salsa de tomate picante y otras delicias, los estudiantes discutían  animadamente cómo iban a pasar sus vacaciones de primavera investigando la industria vitivinícola del país.

Al escucharlos, el enólogo jefe del restaurant Bocanariz, Kevin Kremer, se interesó tanto en el proyecto que sin más, los invitó a la bodega de vinos del restaurante y les dio una clase magistral acerca de vino.

“Él habló con nosotros y respondió a las preguntas por más de media hora, a pesar de que él ya había terminado su turno del día”, dijo Ryan Cesiel, un estudiante de la Ross Business School de la universidad de Michigan, quien estudia administración de empresas. “He viajado a muchos lugares y nunca  he encontrado una cultura tan acogedora”, añadió. Aquellos que trabajaron con los viñedos tuvieron experiencias similares.

“Yo esperaba una reunión típica de negocios, te juntas, intercambias información y punto. En vez de eso nos invitaron a almorzar, nos hicieron sentir bienvenidos. Siento que he aprendido tanto de la industria y todos han sido tan acogedores,” dijo Alim Leung. Mientras se preparaba para volar de regreso a Ann Arbor, Jacob Gordon, quién se está especializando en administración de empresas y español, ya estaba planeando una estrategia de marketing para las bodegas.

“Vamos a tomar una gran cantidad de los principios que hemos aprendido en nuestra clase de marketing, tales como el posicionamiento y orientación, y también algunas de las cosas que aprendimos de finanzas y contabilidad, como cuánto nos costaría conseguir que ellos entren en el mercado de Michigan”, dijo.

Gordon dijo que por lo general pasa su vacaciones de primavera en la Florida, y está muy contento de no haberlo hecho este año. Y añadió: “Venir a América del Sur con un grupo de gente y explorar una economía emergente y el aprendizaje al tener un tiempo increíble – Definitivamente fue la mejor experiencia que he tenido en Michigan hasta el momento.”

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