“Sin embargo, las intervenciones no abordaron ningún otro factor sociocultural y económico que también puede desempeñar un papel importante en la adherencia al tratamiento. Y luego la pregunta era ¿por qué?,” dijo Militzer. “Todo lo que observé en las interacciones con médicos y pacientes, y todos los factores socioeconómicos que están presentes, incluso invisibles… había cosas que no estábamos considerando”. Decidió obtener un doctorado en salud pública en el Departamento de Comportamiento de la Salud y Educación para la Salud, con un enfoque en cómo la discriminación racial y étnica afecta la salud y el acceso a la atención médica de las personas. Dijo que como inmigró a los Estados Unidos como adulta, no experimentó discriminación racial el mismo grado que las personas de color, y especialmente las personas africanoamericanas, enfrentan a lo largo de sus vidas. Pero la barrera del idioma era notable y una con la cual estaba familiarizada. “A pesar del hecho de que existe un marco legal completo para que las organizaciones de atención médica brinden servicios en el idioma nativo de las personas, todavía hay pocos, y los pocos que están disponibles no tienen las habilidades que deberían tener para servir bien a sus clientes. “Creo que el enfoque en la justicia social y la equidad que tenemos en el departamento es lo que realmente me satisface”, dijo. “No me puedo imaginar haciendo otra cosa que descubrir cómo utilizamos el conocimiento, los recursos y las habilidades de investigación que tenemos para mejorar los resultados de salud de una población, de una comunidad. El poder apreciar estos procesos desde una perspectiva distinta me ha ayudado mucho”. Empoderando a líderes comunitarios En la U-M, Militzer trabaja con el profesor asistente Paul Fleming apoyando su trabajo de investigación sobre la intersección de las políticas de inmigración y la atención a la salud, incluyendo la recopilación de datos para medir cómo el estrés relacionado con el miedo a la deportación afecta la salud de las personas. Otro proyecto, “Líderes de la Comunidad”, financiado a través de la Iniciativa de Participación Comunitaria del Centro Ginsberg, busca identificar, educar y empoderar a los líderes comunitarios para que puedan desarrollar las habilidades que necesitan para hacerse cargo y resolver los problemas que ven en sus comunidades. “Como decimos en México, nadie sabe más de la sopa que el cucharón”, dice. “Esto es algo que aprendí en mi trabajo como veterinario: no eres un maestro, no eres un instructor, pero estás ayudando a las personas a desarrollar habilidades de una manera que no es imponente, no es una obligación. “Los líderes deciden qué proyectos iniciar, los recursos que necesitan, con quién quieren trabajar, y les ayudo a facilitar estos procesos, mientras aprendo cómo los determinantes sociales afectan su salud y co-diseñamos intervenciones – basadas en sus voces y experiencias- que influyen en la prestación y administración de servicios de salud, y en las políticas a nivel institucional. De esto se trata la investigación participativa basada en la comunidad “. Así es que comenzó a trabajar con Ana Trinidad y Nayelly Mena Martínez, ambas fundadoras de Mexiquenses a quienes Militzer había conocido a través de su trabajo anterior como intérprete. “Al principio eran algo tímidas, hay barreras idiomáticas y culturales que limitan el potencial que tienen. Pero hemos estado desarrollando esta autoconfianza juntas y han desarrollado varias iniciativas que me confirman que cuando la comunidad receptora, como el condado de Washtenaw, está abierta a crear un ambiente justo y afectuoso para sus residentes inmigrantes más vulnerables, las comunidades de inmigrantes prosperan”. Hasta principios de año, su trabajo se centraba en cuestiones relacionadas con la inmigración, como organizar reunificaciones familiares con la ayuda del Consulado de México en Detroit y brindar apoyo a familias separadas por deportaciones. Mexiquenses tiene alrededor de 650 miembros cuyos países de origen también incluyen Guatemala, Honduras y El Salvador. Cuando la pandemia llegó al condado de Washtenaw, el grupo tenía ya una fuerte presencia comunitaria y pudo coordinar su red de voluntarios para ayudar a procesar solicitudes para recibir apoyo financiero del United Way del condado de Washtenaw. Estableció una campaña Go Fund Me para recaudar fondos y en coordinación con WICIR y San Francisco de Asís facilitaron la entrega de fondos, suministros de limpieza y equipo de protección personal para familias vulnerables. También han estado trabajando para proporcionar servicios de traducción al español a organizaciones comunitarias encargadas de educar al público sobre el coronavirus, incluyendo el Departamento de Salud del Condado de Washtenaw y la Oficina del Sheriff, y han estado trabajando con la Iniciativa de Participación Comunitaria del departamento MICHR de la U-M para distribuir materiales impresos sobre la pandemia en español. Al principio de la pandemia, el grupo recibió $30,000 de United Way y recientemente recibió otros $ 27,000 de la Ann Arbor Area Foundation para apoyar la segunda ola de apoyo. Anticipan que la necesidad de la comunidad solo crecerá a medida que la pandemia persiste. Cuando las personas reciban sus alimentos en las próximas semanas, también recibirán volantes, desarrollados por una reciente graduada de la Escuela de Salud Pública, con información sobre cómo los trabajadores de restaurantes pueden protegerse para reducir el riesgo de contraer coronavirus. “Tenemos miedo al contagio, pero tenemos que ir a trabajar”, dijo Nayelly Mena Martínez, destacando que el grupo se está enfocando en proporcionar una guía de protección fácil de seguir para aquellos que necesitan volver al trabajo. “A veces no somos cuidadosos tomando las precauciones que necesitamos, cubriéndonos la cara, poniéndonos guantes. Tenemos que tener en cuenta que estamos en mayor riesgo porque somos una comunidad con altos niveles de diabetes, de hipertensión, de enfermedades del corazón y otras afecciones que nos ponen en mayor riesgo”. El grupo también está muy preocupado por los efectos duraderos de la pandemia en el desarrollo académico de los niños, que ya están muy afectados por las barreras socioeconómicas, culturales y relacionadas con la inmigración.
Recientemente se reunieron con funcionarios de las Escuelas Públicas de Ann Arbor para analizar cómo las clases en línea podrían afectar el desempeño académico de estudiantes de bajos ingresos que podrían carecer de la tecnología o el acceso a Internet para este tipo de aprendizaje, dijo Ana Trinidad. “Esa fue una de las razones por las que tomamos la iniciativa. Queremos seguir siendo un recurso no solo para ayudar con las necesidades básicas sino también para apoyar a los niños. Será un poco difícil recuperar el próximo ciclo escolar, así que estamos muy preocupados”, dijo. Para Militzer, estos nuevos desafíos significan que su trabajo con la comunidad continuará. “No puedo imaginar hacer algo que me guste más”, añadió. RELACIONADOS Go Fund Me page Mexiquenses en Michigan Washtenaw Interfaith Coalition for Immigrant Rights St. Francis of Assisi Parish