ANN ARBOR– Hace unos años, Sara Adlerstein-González estaba planificando un curso de humanidades ambientales, cuando tuvo una idea: ¿Qué mejor manera de enseñar acerca del medio ambiente que escribiendo e ilustrando libros para niños?
“La ciencia encerrada en una burbuja no tiene impacto público,” dijo Adlerstein-González, una investigadora científica en la Escuela de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la Universidad de Michigan. El objetivo del curso es ofrecer inspiración y esperanza y enriquecer la perspectiva de los estudiantes sobre cambio social con respecto al medioambiente .
“Esto suele ser un reto enorme en el campo del medio ambiente debido a la magnitud y la gravedad de los factores de tensión, como el cambio climático, pero esta perspectiva positiva me hace seguir adelante con mi investigación científica y me inspira”.
Adlerstein-González, una ecóloga aplicada y artista visual, explora las conexiones entre el arte y la ciencia en su curso Naturaleza, Cultura y Paisaje. El curso, que ha impartido desde 2017, requiere una tarea central: escribir e ilustrar un libro para niños que sirve para la educación ambiental.
La mayoría de los libros son publicados por Michigan Publishing, y están disponibles gratuitamente a través de la biblioteca electrónica de la escuela, conocida como SEAS por sus siglas en inglés.
Los estudiantes se encargan del proceso creativo en su totalidad; eligen un tema relacionado con el medioambiente, escriben una narración, crean elementos visuales y colaboran para desarrollar sus historias. Los libros sirven como vehículo para que los niños aprendan sobre problemas medioambientales y que los estudiantes “naveguen por los espacios entre el arte y la ciencia”, dijo Adlerstein-González.
Hasta ahora se han publicado once libros para niños. Cinco más fueron realizados por la clase del año pasado y se presentarán para su publicación pronto. Todos los libros pueden consultarse en línea e imprimirse por encargo aquí. “Los mejores científicos son creativos”, dijo Adlerstein-González. “Entender la ciencia y cómo utilizar el arte y la accesibilidad para promover cambios sostenibles en nuestra sociedad es vital para el futuro. Este curso se enfoca en que los estudiantes se den cuenta de ese poder y en utilizarlo”.
“Algunos profesores dan cursos porque tienen que hacerlo. Yo enseño este curso porque me encanta,” añadió Adlerstein-González.
Chichi y el Diluvio
Chichi y el Diluvio, escrito en 2017 por Brooke McWherter (MS ’18) y Helen Gutiérrez (MS ’18), ha sido utilizado en un programa de estudios ambientales para niños y está escrito en inglés como en español para obtener un mayor impacto.
“La clase de Sara me abrió los ojos a un mundo nuevo de posibilidades, con respecto a cómo percibimos el mundo, nuestro lugar dentro de él y nuestra relación con nosotros mismos al igual que con los demás (ya sean humanos o no)”, dijo Gutiérrez. “El trabajo de Sara, en general, me inspiró a ver que nuestro trabajo como científicos/investigadores/activistas medioambientales no tiene que encajar en el molde de la ‘norma’, sino que la cultura y el arte también son formas válidas de expresar o comunicar nuestros hallazgos, emociones y perspectivas”.
Añadió: “Si verdaderamente queremos lograr un cambio, la cultura debe formar parte de la conversación. Por eso, actualmente dirijo un proyecto en el que creamos un espacio para que la gente se reúna a bordar y, al mismo tiempo, explorar qué es el cambio climático, cómo nos afecta y qué aspecto tiene la justicia climática para nosotros. La clase de Sara fue en gran parte una inspiración para este proyecto”.
La historia de la serpiente Chichi aborda el cambio climático, la polución y la deforestación en un formato comprensible para los niños. “Chichi y el Diluvio se inspiró en múltiples intereses nuestros”, dijo McWherter. “Ambos hemos trabajado mucho en América Latina; yo había servido en el Cuerpo de Paz en Paraguay antes de SEAS y Helen es costarricense. El agua y su conservación eran elementos importantes en el trabajo y las experiencias de ambos. Elegimos Chichi porque nos recordaba por separado a las historias que habíamos oído sobre las serpientes cuidadoras. En mi caso, Paraguay tiene un mito de una serpiente con cabeza de loro llamada Mbói Tu’I, que se consideraba protectora de los animales acuáticos y los humedales.”
“Pienso que nuestro cuento demuestra la importancia de considerar que la degradación del medio ambiente y aquellos que están implicados no son hechos por ningún villano o con malicia”, continuó, “sino que son actividades realizadas por gente corriente que sólo intenta mejorar su vida, y que los niños y los jóvenes pueden desempeñar un papel en la modificación de los métodos tradicionales y en la integración de las prácticas sostenibles tomando en cuenta las culturas y las necesidades locales.”
Mizhibizhu and the Black Snake
La clase también ha servido para expresar conceptos medioambientales a través de cuentos tradicionales indígenas, como en Mizhibizhu and the Black Snake, escrito por los estudiantes de magister Esha Biswas y John Petoskey (MS/JD ’20) en 2020. La historia tiene por protagonista a Mizhibizhu, una “criatura venerada por los Anishinaabe”, protectora de los Grandes Lagos, y su lucha contra la Serpiente Negra, utilizada para representar el proyecto de la Línea 5 de Enbridge y el riesgo que implica para los Grandes Lagos. La Línea 5, puesta en marcha originalmente en 1953, transporta petróleo de Canadá a Estados Unidos y pasa por debajo del sensible estrecho de Mackinac. Enbridge está en un conflicto legal con el estado de Michigan, que ha pedido que la sección baja del estrecho sea desmantelada.
A través de la narración de este libro juvenil, Biswas y Petoskey convierten un tema políticamente tenso en una narración accesible, con una historia del entorno cultural de Petoskey. “Vimos este proyecto como una oportunidad para elevar y amplificar el conocimiento de los indígenas y la narración de sus historias”, dijo Biswas. “Las voces indígenas son esenciales para el trabajo de sanación y justicia ambiental, y me entusiasmó colaborar con Johnny en una historia que incorpora una figura poderosa como Mizhibizhu de una manera accesible para los niños”.
“La metáfora de la Serpiente Negra no es nuestra; ha sido utilizada por protectores Indígenas del agua y la tierra como metáfora de los oleoductos, especialmente en la lucha contra el Oleoducto Dakota Access… Las historias de los Pueblos Originarios? indígenas no suelen recibir suficiente atención en las escuelas, y los libros infantiles pueden ser una forma poderosa de presentar estas historias a los niños”.
Las ilustraciones de Mizhibizhu y la Serpiente Negra se crearon combinando fotografías, imágenes de Photoshop y pinturas de acuarela. Las fotos de los Grandes Lagos tomadas por Petoskey se superpusieron a las acuarelas de Biswas, junto con dibujos de diversas plantas autóctonas que ambos habían completado.
Traducido y adaptado al español por Luisa Sánchez, una estudiante de ciencias políticas y estudios latinos/as en la Universidad de Michigan. El original en inglés fue escrito por Haley Riley estudiante de maestría en la Escuela del Medio Ambiente y la Sostentabilidad