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El papa Francisco y el futuro de la religión en América Latina

03/02/2014

Por William Foreman 

El papa Francisco ha creado un gran interés en todo el mundo. Él compara la Iglesia Católica con un hospital de campaña después de la batalla. Dice que no es necesario hablar todo el tiempo acerca de los asuntos más controvertidos como el aborto y los anticonceptivos. Cuando se le preguntó acerca de los homosexuales en la iglesia respondió: “¿Quién soy yo para juzgar?”

Su pasado en su país Argentina, ha sido controvertido. Algunos han preguntado si él se enfrentó con la dictadura durante la “guerra sucia” en Argentina entre 1976 y 1983, cuando decenas de miles de disidentes políticos, incluidos sacerdotes, fueron detenidos, torturados y a menudo asesinados.

El papa conduce una iglesia que encara problemas enormes. La feligresía sigue disminuyendo aún en sitios fuertes para la iglesia como América Latina donde las nuevas iglesias y el movimiento pentecostal son cada vez más populares.

¿Quién es el papa Francisco y cuál es el futuro de la religión en América Latina? Estos asuntos importantes y otros muchos fueron parte de una disertación de Daniel H. Levine, profesor emérito de ciencia política en la Universidad de Michigan. El libro más reciente de Levine se titula Politics, Religion and Society in Latin America.

Levine ofreció su conferencia el 28 de enero en el Instituto Internacional, patrocinada por el Centro para Estudios Latinoamericanos y Caribeños, el Departamento de Ciencia Política de la UM, y la Parroquia Estudiantil St. Mary.

A continuación algunos segmentos de la disertación de Levine y una entrevista llevada a cabo después de la conferencia. Más adelante estará disponible un video de la disertación.

¿Cuál es el estado actual de la religión en América Latina?

Levine: Floreciente, vital, creativo, plural y múltiple. Hay más religión en todas partes que la habida antes. Y, sobre todo, es tremendamente competitiva.

Cuando fui por primera vez a América Latina en 1967 la religión era, todavía, abrumadoramente católica, y no sólo católica sino el tipo de práctica religiosa pesada y aburrida, no muy innovadora y se presumía que apoyaba los poderes e instituciones establecidos.

Yo paso buen tiempo estudiando las cifras sobre la religión en América Latina. Aunque es verdad que el cuarenta por ciento de los católicos del mundo se encuentran en América Latina, y que el hemisferio occidental, como un todo, es mayoritariamente cristiano, en estas cuatro décadas el número de personas en la región que se describen a sí mismas como católicas ha disminuido sustancialmente de lo que era, típicamente, nueve décimos o más a lo que es ahora más comúnmente dos tercios, del sesenta y cinco al setenta por ciento en muchos países. En gran medida este cambio ha resultado del crecimiento enorme de las iglesias pentecostales y neo pentecostales.

¿Quién es el papa Francisco?

Levine: Muchos observadores, y entre ellos yo, vieron al papa Francisco como simplemente una continuación de las políticas y puntos de vista conservadores de sus dos antecesores. Proviene de una jerarquía católica muy conservadora, la cual estuvo estrechamente aliada con los militares y, en ocasiones, fue cómplice directo de ellos. También ha habido controversia acerca de algunas de sus propias acciones durante el régimen militar., Pero pienso que todos los que éramos muy pesimistas hemos tenido que reconocer que nuestra visión era demasiado estrecha. Presumimos que él era una criatura de su historia y nos equivocamos. Está bien equivocarse en tanto uno pueda reconocerlo.

Es el primer papa nacido afuera de Europa en mil trescientos años. Siempre es útil recordar a a las audiencias que el cristianismo no fue, en su origen, una religión europea. Para mí lo más interesante que debe considerarse es cómo el papa ha confundido las expectativas, cómo ha cambiado el tono del discurso. Francisco ha alterado el tono de la discusión pública y al mismo tiempo ha puesto en movimiento algunas reformas potencialmente muy significativas en el Vaticano, en su burocracia, y en el tope de la jerarquía.

¿Cuál es la posición del papa, ahora, acerca de la época de la dictadura militar en Argentina?

Levine: Ha exhortado a una memoria balanceada. El debate acerca de la memoria es algo muy importante en Argentina: ¿cuál es la memoria histórica de la dictadura? La exhortación en favor de una memoria balanceada nos dice que hubo crímenes en todos los bandos. Fue una guerra. Pero, de hecho, fue una guerra del gobierno contra su propio pueblo.

Se ha acusado al papa Francisco por no haber hecho lo suficiente para proteger a dos jesuitas detenidos cuando trabajaban en barios pobres durante la “guerra sucia”. ¿Él fue responsable por la detención de los sacerdotes, que fueron torturados?

Levine: La acusación acerca de Francisco es que, al instruir a los sacerdotes para que dejaran la zona, que abandonaran su labor y se fuera, esencialmente él les retiró la protección dejándolos como blancos fáciles para el régimen. En esos tiempos no había mucha protección disponible para nadie. Pero él no hizo mucho y él mismo lo ha reconocido. Dio su testimonio en un caso legal en noviembre de 2007 y declaró que no había hecho todo lo posible para ampararlos y que simplemente los había considerado como “zurdos”, “izquierdistas”.

¿Cuál ha sido el impacto de las declaraciones públicas del papa?

Levine: He leído la mayoría de las entrevistas que ha ofrecido el papa Francisco. Están todas en internet y traducidas. Han estado calculadas muy cuidadosamente. Éstas no son entrevistas espontáneas. Sabe lo que está haciendo, presumo. Y es fácil entender el vivo interés que ha creado. Hay un gran cambio de tono de las declaraciones de sus predecesores, especialmente Benedicto. En estas entrevistas el papa se muestra abierto y cálido. Enfatiza una posición acogedora y de aceptación. Su respuesta “¿quién soy yo para juzgar?”, cuando se le preguntó por los homosexuales, reverberó en todo el mundo. El papa ha abierto puertas que parecían firmemente cerradas por sus predecesores y ha dado pasos para comenzar las reformas que son muy necesarias en el Vaticano.

En el terreno político el papa ha eludido los comentarios directos. En España se le pidió que hablara en una conmemoración acerca de los mártires de la Guerra Civil española, y él esquivó los requerimientos y pidió perdón por la complicidad de la iglesia con Franco. También ha eludido los asuntos de memoria en Argentina. En una variedad de frentes el papa camina con mucho cuidado.

¿Cuál es el futuro de la Iglesia Católica en América Latina?

Levine: Es fácil presumir que lo que ha ocurrido en los últimos cincuenta años continuará ocurriendo. Pero, por otro lado, lo que hemos visto en América Latina son cambios de largo plazo que han dado frutos en el período reciente. ¿Los cambios que el papa Francisco ha puesto en movimiento tendrán algún impacto para detener la hemorragia en números y para restaurar la posición de la Iglesia Católica? La iglesia todavía tiene una posición fuerte pero ¿puede restaurarse un poquito? Ya hay muchos de los cambios en marcha en la iglesia, pero ésta sigue dependiendo enormemente del clero masculino -que es un recurso menguante, y la mayoría de sus limitaciones principales son difíciles de modificar y tornarse flexibles. La iglesia no puede seguir apoyándose ya más en su red de organizaciones viejas. El patrón de la población en la iglesia, según los indican las encuestas y los estudios, es mucho más selectivo y volátil. Han disminuido la creencia automática y el seguimiento de las órdenes. Esto es parte de una noción general de secularización. La secularización es más que una decadencia de la religión. También tiene que ver con una creencia en la autonomía, las opciones y la pluralidad.

¿Qué puede hacer el papa?

Levine: No es fácil cambiar la Iglesia Católica. Ha existido por unos dos mil años. Es una institución muy complicada con muchos grupos e intereses que tienen mucha autonomía. Dentro de la Iglesia Católica existe una gran resistencia a las iniciativas. Algunos de mis amigos latinoamericanos más cínicos dicen “Hay un montón de palabras bonitas (de Francisco. Pero ¿qué va a ocurrir?” Yo pienso que las palabras son importantes. Marcan un estilo personal y un ejemplo moral. Ponen nuevos asuntos en la agenda. Por eso pienso que parte de lo que el papa ha hecho es muy importante. Él reacomoda los parámetros del discurso.

La segunda cuestión es ¿el papa detendrá la hemorragia, esto es, podrá contrarrestar la pérdida de fieles? En realidad el número de miembros de la iglesia sigue creciendo, pero el problema es que este incremento va a la zaga del crecimiento de la población de manera que la iglesia está perdiendo su “tajada del mercado”. No sé si el papa puede revertir esta tendencia. Puede entusiasmar a las tropas, lo cual puede ser parte de su meta, pero probablemente sólo sean algunos de estos fieles, no todos. Seguirá habiendo disensiones y parsimonia dentro de la iglesia. Es una institución muy complicada, mucho más heterogénea que lo que se aprecia desde afuera. Adentro de la iglesia hay algo como una sociedad civil, con múltiples voces y posiciones múltiples, como lo expresan las órdenes religiosas, las publicaciones, escuelas, universidades e instituciones de estudio de todo tipo.

La liberalización quizá no pueda detener la hemorragia. En la sociología de la religión hay amplia literatura acera de por qué las iglesias estrictas son fuertes. Son fuertes porque fortalecen los vínculos internos. Cuando estos vínculos se aflojan los límites se tornan un poco más porosos, de forma que la liberalización tal vez no pueda contener la hemorragia.

Y para mí no es claro qué sería necesario para detenerla. Pero sí creo que si la iglesia ha de hacer algo más que pedalear en el vacío, tiene que adoptar una posición más abierta, menos defensiva. La Iglesia Católica no puede seguir actuando como si gozara de un monopolio. Hay mucha competencia y las sociedades latinoamericanas son cada vez más dinámicas, abiertas, plurales, educadas y móviles. Una posición que incorpore las expectativas de pluralidad es no sólo un buen camino, sino que es el único camino para avanzar.

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